domingo, 13 de abril de 2014

Concurso!

3º Aniversario del blog Letras, Libros y Más, pasaros y participar en uno de sus concursos, el ganador se llevará varios ejemplares de libros muy buenos. ;)

miércoles, 16 de enero de 2013

Capítulo 11 , un trabajito extra



-bueno explícanos-le pidió Shana. Anya miraba por la ventana del taxi como salían de aeropuerto.Se dirigían a una casa apartada del centro de la ciudad y tardarían bastante en llegar . El lugar donde iban estaba en el camino contrarió hacia la guarida de la secta, pero estaba dispuesta a esperar unos días más solo para saldar esa deuda.
-veréis-empezó a explicar-al descubrir que los Dragones Negros se encuentran en París, he echo memoria de las investigaciones que hice anteriormente. Aquí vive un viejo amigo que me engañó y me ocultó información para hallar a esa secta, no quedará impune su engaño.- Apretó el puño con fuerza. Tanto tiempo desperdiciado y habiendo estado tan cerca.
-¿y para qué nos necesitas?-preguntó Victoria más interesada.
-su casa está rodeado por guardias y tiene vigilancia por todos los rincones, ahora entiendo el porqué, si se ha atrevido a engañar a más gente debe de tener más de un enemigo,-las miró con atención-el caso es que si sabe que soy yo ,huirá. Tenéis que deshaceros de los guardias y entrar en la casa para apagar las cámaras antes de que él se dé cuenta, yo me encargaré del resto
Victoria y Shana cruzaron una mirada.
-esto es a lo que yo me dedicó-respondió Shana-estoy dispuesta a hacerlo , por más dinero, por supuesto
Anya sonrió al escucharla y aceptó. Esta sicario de las calles quería dejarle los bolsillos bien vacíos.
-yo no tengo nada mejor que hacer, aunque la idea de ayudarte no es muy alentadora-dijo Victoria haciéndose una trenza con su melena negra-quizás si me dijeras por qué tanto afán por encontrar a esa secta estaría más inspirada en la acción
-y un cuerno-replicó la mestiza-no te necesito
-vale, vale-dijo apaciguadoramente la Shellam mientras reía y se echaba la trenza hacía atrás una vez acabada-participaré, todo sea por una experiencia más que contaré a mis nietos
Shana abrió los ojos al escucharla. No se imaginaba a esa menuda chica embarazada y tejiendo frente al fuego. Los vampiros no podían tener hijos, eran convertidos por otros ¿los Shellams sí? Todavía se sabía pocas cosas sobre algunas razas, un ejemplo eran los Shellams que se mantenían en secreto lo máximo que podían.
No se imaginaba un mundo sin magia ni criaturas diferentes, se había criado cuando la tierra entera estaba revolucionada con el descubrimiento, y nunca tuvo una abuela o familia que le contará anécdotas de otros tiempos. Se le hizo un mal sabor en la boca, sentimentalismos que rechazaba con todo fervor, eso la hacía débil.
-tardaremos unas horas en llegar-informó Anya mirando el sol en lo alto del cielo.-acomodaros
-eso será difícil-Victoria miró desdeñosamente el viejo taxi y resopló-iríamos mucho más cómodas en una de mis limusinas
-te recuerdo que te has escapado de tu casa-dijo Shana poniendo lo ojos en blanco tras el comentario de la princesa- tendrás que acostumbrarte a no tener lujos, y da gracias que tienes dinero y no vas a pasar hambre ni a dormir en un callejón, eso sí es una aventura,-añadió evocando algunos de sus recuerdos de cuando era niña- pelear por un trozo de algo comestible y dormir con un ojo abierto por miedo a que otro cualquiera te mate, las aventuras, como tú las llamas, no se buscan; te encuentran
Victoria se quedó en silencio midiendo las palabras antes de hablar. De repente ya no estaban bromeando y la conversación se había vuelto bastante seria.
-tienes razón, supongo que “aventura” es solo un nombre, yo lo único que quiero es ver el mundo desde otro ojos, hacer cosas que nunca pude hacer y liberarme de las cadenas que he tenido desde que nací, las responsabilidades, la dura enseñanza, las estrictas reglas-suspiró-sé cual es mi deber, he tenido privilegios con los que la gente sueña ,pero quiero vivir fuera de eso, y este es mi última oportunidad
-¿por qué es tú última oportunidad?-no pudo evitar preguntar Anya. Se mordió la lengua en cuanto las palabras salieron de su boca, lo que menos le convenía ahora era estrechar lazos con una rara vampira.
-te lo contaré cuando tú nos reveles por qué quieres encontrar a los Dragones Negros-respondió sonriendo como una niña traviesa. Le estaba devolviendo la de antes.
Anya se encogió de hombros y miró hacia la ventana desconectando de la conversación.
-aun así-añadió Shana-es mejor tener esas reglas de las que hablas y poder comer todos los días, no sabes lo que es cuidar de otras personas cuando no tienes ni para ti, aunque debo admitir, que no podría vivir enjaulada por mucho dinero que tuviera
-vidas totalmente diferentes, mi familia lleva existiendo desde el albor de los tiempos y siempre tienen la mira puesta en la nueva reina o rey, tienes que estar a la altura de lo que esperan de ti, no siempre es fácil
Shana soltó una risa áspera.
-ni siquiera conozco a mis padres,
-¿no?-intervino Anya, demostrando que aunque aparentaba no estar interesada ,lo oía todo.
-¿acaso crees que vivo en las calles y hago lo que hago porque me gusta?-ante el silencio de ambas Shana casi se echó a reír-conocéis muy poco de la vida aunque hayáis vivido más que yo, y aunque no lo creáis yo he tenido suerte, muchas otras han acabado mucho peor 
Anya casi se ofendió cuando dijo que no sabía nada de la vida, ella, que conocía tanto el bien como el mal de las criaturas, que sabía cosas sobra la existencia que solo sabían los ángeles o los demonios. Pero pensando fríamente, tuvo que reconocer que solo había vivido entre los humanos esos pocos meses desde la muerte de sus padres, y lo que  había visto de la vida de los humanos había sido desde arriba sin pertenecer a ella. Al igual que le pasaba a Victoria, no había sufrido las penas ni las crueldades de la raza humana, las cuales podían ser muchas. Sin embargo, eso no quitaba que no hubiera sufrido, el rechazo, esconderse continuamente, la soledad y ahora la muerte de sus padres, la habían convertido en una chica dura que, había afrontado demasiadas penas siendo tan joven. No sabía como había sido la vida de la Shellam, pero como bien sabía de sus padres, vivir tantos años a veces era una maldición, vivían tantas cosas malas que a veces las buenas parecían insignificantes. Así que allí estaban, tres chicas con pasados horribles y seguramente con un futuro igual de malo. 


Varias horas después llegaron a su destino, le pidieron al conductor que las dejara a las afueras algo alejadas de la casa para no ser vistas y Anya pagó la enorme suma que les pidió por el viaje.
-¿dónde estamos?-preguntó Shana mirando a su alrededor. Tan solo se veía el carril bastante abandonado y totalmente desierto, y árboles en los dos costados.
-el final del carril da a la casa que ya os he dicho pero tendremos que ir por el bosque para no ser vistas
-me ensuciaré -se quejó  Victoria mirándose las botas de diez centímetro de tacón
-la que quería aventuras-se burló Shana siguiendo a Anya que se introdujo en el bosque.
Victoria sonrió siguiendo la broma y se encogió de hombros, podía prescindir de las botas si se estropeaban demasiado ,aunque eran una de sus favoritas.
-por cierto-añadió ,apartando una rama y pasando por debajo-cuando lleguemos a la capital ¿podemos ir de comprar?, cuando me fui no cogí apenas pertenencias y vosotras tampoco tenéis  equipaje
Anya escuchó el sonido de los grillos, de los pájaros y otros animales que indicaban la presencia de los humanos o de cualquier otra cosa en medio de ese bosque.  La naturaleza, si sabías escucharla, podía darte mucha más información de lo que la gente piensa, si estabas atenta los animales , ellos te ayudarían. Pero la mayoría de las criaturas no querían parar un momento y escuchar a su alrededor, ella aprendió eso de su madre, los ángeles tenían más bondad por las animales que por los humanos, y por lo que conocía Anya, tenían razón.
-no me ignoréis-dijo Victoria aparentemente irritada. Anya cambió de dirección y siguió sin contestar.
-no me gusta gastar mi dinero ni mi tiempo en ir de compras-adujo Shana
Anya estaba de acuerdo con ella, al menos ahora, aún recordaba las tardes con su madre por las tiendas, eran buenos recuerdos.
-que aburridas
Shana casi sonrió al escucharla, parecía una niña pequeña en vez de una princesa de una de las razas más peligrosas. Siguiendo a Anya que zigzagueó a través de los árboles, Shana  tropezó con varias raíces que eran tan grandes como piedras, este no era su territorio y se sentía extraña,  ella estaba acostumbrada a la ciudad, a los callejones y al tráfico ,no al medio ambiente. Pisó una lata de coca-cola y después sus pies chocaron con una botella de cristal de alguna bebida alcohólica.
-cogería a los niñatos que han tirado aquí la basura y los dejaría atados en un árbol una semana para que aprenderían-maldijo la mestiza.
Las palabras vehementes de Anya sorprendieron a las otras dos, las cuales luchaban por seguir su paso y mantener el ritmo.
-tampoco es para tanto-dijo Shana- se pegarían una fiesta y luego ni siquiera podrían con su cuerpo, menos todavía para ponerse a limpiar
Anya bufó despectiva.
-se nota que eres humana, vuestra raza no sabe cuidar la Tierra, no se adapta a ella como el resto de las criaturas, no, ella intenta cambiarla a su beneficio, y con ello acabará destruyéndola
-aunque no me gusta estar de acuerdo con ella-comentó Victoria con tacto- tiene razón, llevo muchos más años de los que pensáis en este mundo y he visto los cambios operados en él, casi todos para peor
Shana nunca había pensado en nada de eso, claro que había escuchado hablar de la contaminación y todos esos problemas medio ambientales pero cuando luchas por sobrevivir día a día deja de importante el resto del mundo, el resto de las personas y solo buscas tu beneficio, como había dicho Anya. Ella tenía razón, los humanos no se conformaban con lo que tenían alrededor, nunca. Entonces miró ese bosque de otra forma, viendo la belleza del lugar iluminada por el sol de la tarde, sintiendo la energía correr a través de ese sitio y respirando el aire sin contaminar, eso era algo que jamás se había parado a hacer.
-supongo que tenéis razón-admitió pasados varios minutos.-no es ningún secreto el daño que estamos haciendo a nuestro propio planeta
La charla cesó el resto del camino y siguieron andando por el difícil camino y sorteando las ramas más bajas, en poco tiempo llegaron hasta la casa. Se quedaron a cierta distancia observando a los guardias que rondaban por la casa.

-yo me encargaré de las cámaras, entretenlos mientras yo las desactivo. Con mi velocidad será difícil que me atrapen -dijo Victoria pensando en un plan mentalmente
-de acuerdo-accedió la sicario-creo que no me vendrá mal algo de acción
-no tardéis-pidió Anya, aunque lo hizo con voz autoritaria-no soporto quedarme al margen
Victoria y Shana se sonrieron, empezaba a ser costumbre delinquir juntas, y no estaba del todo mal.


Shana se adelantó saliendo del bosque donde los guardias podían verla. No se dio prisa por llegar a ellos, estaba tomando nota de todo a su alrededor. Dos guardias en la verja de entrada, dos más en la puerta,  otro en el tejado, en la ventana del segundo piso, y escondido tras un árbol. Todos armados, con pistolas de corto alcance. Cámaras en todas las esquinas y entradas de la casa. Demasiada vigilancia para ser un hombre cualquiera. Shana giró su cuello haciéndolo crujir.
 De vuelta al trabajo.
 Antes de que los dos guardias pudieran reaccionar ella sacó sus dos espadas hiriéndolos a ambos, la lluvia de disparos comenzó. Sin perder tiempo se impulsó usando de apoyo la valla y fue saltando en zic zac por la pared hasta que entró dentro del recinto. Corrió intentando esquivar las balas que resonaban por encima de su cabeza, quitándose lo que parecían dos horquillas del pelo pero que eran tan afiliadas como pequeños cuchillos, las lanzó hacia los otros dos guardias antes de que estuviera lo suficientemente cerca para que  acertaran a matarla. Con su puntería perfecta incrustó las dos pequeñas armas en las tráqueas de esos dos guardias. Se escondió tras un árbol, pensando por donde ir, quedaban como mínimo tres, que después de haberse escuchado los disparos deberían de haber alertado a los demás. Las ventanas, el tejado y en el jardín, iba a estar difícil entrar dentro. Difícil pero no imposible.
 De repente algo llamó la atención de todos, Victoria acababa de abrir las puertas de la verja de una patada. Todas las balas se dirigían ahora a ella y Shana aprovechó para correr hacia la entrada. Mientras la Shellam esquivaba cada bala con la delicadeza de una bailarina de ballet ,Shana ya había entrado en la casa. Se encontró con un hombre que comenzó a disparar nada más verla. Moviendo la espada a una velocidad vertiginosa consiguió parar las balas hasta que él se quedó sin, asustado como el que más retrocedió varios pasos intentando escapar, pero ya era demasiado tarde, la sicario lo mató con solo un movimiento. Más hombres aparecieron saliendo de varias puertas, Shana corrió por el largo pasillo esquivando y a la vez matando a cada uno de ellos con movimientos precisos y mortales. No necesitaba armas de fuego para ser tan letal como ellos.
Al llegar al final del pasillo paró para respirar, tan solo tenía un par de rasguños y no sabía si sentirse satisfecha o frustrada, siempre pasaba igual, no había ningún reto en esto.

La puerta se volvió abrir y ella se dio la vuelta a la espera de los ataques, no pasó nada, todo estaba terriblemente silencioso. Una ráfaga de aire entró de repente removiéndolo todo, era Victoria que corría a tanta velocidad que apenas podía captarse con el ojo humano.

-¿por qué este silencio?-preguntó Shana atenta a cualquier sonido
-es difícil que los muertos hagan mucho ruido
-emm tienes...- Shana se señaló la comisura del labio
-lo siento-dijo Victoria algo avergonzaba mientras se limpiaba los restos de sangre-gracias, bueno voy a terminar el trabajo, aún no desactivé las cámaras
-¿y yo que hago mientras?-preguntó Shana. Normalmente tenía un plan o un objetivo, pero su parte de la misión ya había terminado. Que aburrido
-cotillea por la casa- y desapareció en una mancha borrosa a través de las escaleras.

Victoria recorrió la segunda planta en apenas unos segundos hasta que llegó al cuarto de seguridad, era pequeño, oscuro, con una pared completa de pequeñas pantallas y estaba vacío. Entró mirando alrededor por si había alguien escondido, pero no apareció nadie. Se sentó en la silla mullida y comenzó a teclear en los controles, probando una y otra vez hasta que fue desactivando las cámaras una a una.

-no te muevas-ordenó una voz a su espalda
Victoria lo ignoró, solo le quedaban cuatro cámaras.
-he dicho que no te muevas
-mira, no me entretengas que estoy apunto de acabar, solo me faltaba que la rubia arisca que está esperando crea que no soy capaz de hacer algo tan sencillo
El hombre disparó a una de las pantallas rompiendo el cristal.
-¿quieres que te mate?-preguntó él, amenazándola
Victoria suspiró. Dos cámara menos.
-no podrías ni aunque quisieras-replicó ella bastante aburrida del hombre que la apuntaba con un arma.
Una cámara.
-se acabó-y él le disparó.
Victoria notó el disparó en la espalda justo cuando presionó el botón que apagaba la última cámara. Al principio no se movió, el disparo solo le había ocasionado un cardenal pero la había cabreado, mucho.
Se levantó sin girarse ,y el hombre ,horrorizado porque ella seguía viva ,disparó más veces, Pero esta vez Victoria las esquivó. Cuando el arma se descargó al quedarse sin balas la Shellam lo cogió del cuello y lo sostuvo contra la pared, sacó los colmillos pero no llegó a morderlo.
-tienes suerte de que ya haya cenado-y tocando un punto exacto del cuello lo dejó inconsciente.

Anya salió del bosque esperando que ya hubieran desinstalado las cámaras, quería pillarlo desprevenido, pero si no lo habían echo ya, le daba igual. Pasó el jardín y el pasillo viendo el rastro de cuerpos muertos que habían dejado sus dos acompañantes. No le hizo falta buscar por las habitaciones ,sabía donde encontrarlo . Subió al tercer y último piso donde toda la planta era una única habitación. Al abrir la puerta se encontró con un hombre sentado en un sillón mirando directamente a la puerta con una copa de vino en las manos.

-tenía curiosidad por saber quien se había atrevido a invadir mi casa-sonrió mientras ella entraba y cerraba la puerta tras de si-¿por qué tanto alboroto ,Anya?
-la pregunta es ¿para qué tanta seguridad si no te sirve de nada?
-mantiene a los chismosos alejados, no me gusta que me molesten
Detrás de él ,el fuego ardía en una chimenea de ladrillo, la luz que expandía mezclada con las sombras del cuarto, ya que no había ninguna luz encendida, daban a sus rasgos una dureza de la cual pasaría desapercibida a plena luz del día, más aún si mostraba sus alas de ángel. Su pelo era castaño y sus ojos marrones uno o dos tonos mas claros daban el aspecto de un hombre joven y afable.  En cambio su complexión ancha, te hacía tener cuidado con él.

-aún no has contestado a mi pregunta-afirmó él tras probar el vino de su copa
-¿no lo sabes, Alejandro? Suelo molestarme cuando me engañan y tú lo has echo
Alejandro rió.
-preciso de más información, si no te importa
-los Dragones Negros-especificó ella-sabes que se encuentran en esta misma ciudad y aun así no me lo dijiste
-no te engañé solo omití información
Anya se enfadó. Extendió sus alas y de un salto voló hasta el otro lado de la habitación quedando enfrente de él, tan cerca que sus narices casi se tocaban.
-¿por qué? Y dime la verdad
No dijo la amenaza que faltaba, dime la verdad o si no te mataré, pero él lo entendió sin necesidad de las palabras. Solo que no lo atemorizó los más mínimo.
-intentaba protegerte, le debía un favor a tu madre y  sea quien fuere el que mató a tus padres, un ángel y un demonio de tanta edad, no podrás con él
-ese es mi problema-se alejó unos pasos de él mirando el lugar donde se encontraban. No le creía en absoluto-¿Alejandro, a quién le debes lealtad?
La pregunta le sorprendió.
-¿yo? A nadie, sabes que vivo aislado
-¿y honor?¿qué pasa con tu honor?
-el honor es muy relativo, depende de cada persona
Anya asintió esperando que fuera verdad. Sabía que como ángel no tenía nada que hacer contra él ,ya que sus habilidades y su poder superaban el de ella con creces, pero Anya tenía esa parte de demonio con la que podía jugar a su antojo.
Volvió a ponerse enfrente de él con los ojos al mismo nivel. Iba a usar el truco de los ojos. El otro ángel quedó bajo su hechizo sin apenas resistencia, no se lo esperaba, nadie lo hacía.
-aquellos que no tienen honor, que no son leales a alguien o a algo ,como a sus principios, son presa fácil,-le informó aunque no serviría de nada, le haría olvidar su visita cuando terminara con él-ahora me dirás la verdad, empecemos ¿sabes algo de la muerte de mis padres?
-no
Se lo imaginaba pero tenía que intentarlo.
-¿por qué te has aislado? No es lo típico en nuestra raza
-hay rumores
-¿qué rumores?
-todos los poderosos se están preparando, una guerra se avecina, no entre demonios y ángeles, mucho mayor
Anya se quedó pesando en esa respuesta. Una guerra. No era lo que había venido a buscar y mucho menos pretendía participar en ella, al igual que Alejandro, Anya no seguía los dictados de los ángeles o el de los demonios. Pero en su caso había tenido que vivir así por obligación, en cambio el ángel sentado en frente lo había elegido, ¿sus razones? Solo él las sabía.
-¿qué más sabes sobre esa guerra?
-nada, nadie está seguro de nada, pero algo malo debe estar sucediendo para que ángeles y demonios creen una tregua
Anya estuvo de acuerdo.
-una última cosa, ¿por qué no querías que encontrara a los Dragones Negros?-eso era lo importante. Por eso había venido.
-no quiero tener nada que ver con ellos y si te enviaba acabarían descubriéndolo-tubo que concentrarse con más fuerza para que él contestara, su voluntad no era tan débil como la de los humanos.
-¿un criatura como tú, teme a una organización de espías humanos?
-¿quién dijo que eran humanos? Si así fuera abrían muerto nada más comenzar, entre sus participantes ahí todo tipo de criaturas
Anya debería habérselo esperado, haber pensado en eso, pero no lo hizo. De todas maneras no la haría cambiar de opinión, solo estaría más preparada.
-adiós Alejandro, ah, que tonta soy, no puedo dejarte sin castigo ¿no crees?
Fue hacia la mesa sabiendo que tenía a Alejandro controlado, si no fuera así, no estaría tan loca como para darle la espalda. Agarró el abre cartas que había sobre el escritorio y lo llevó hasta él.
-quiero que te lo claves en el abdomen
Él movió las manos acercándose el filo del abre cartas hacia su cuerpo pero no llegaba a hincárselo. Anya acercó sus labios hasta la oreja de él concentrándose todo lo que podía para mantener la mente de Alejandro bajo sus órdenes, le estaba costando y luego tendría un terrible dolor de cabeza, pero valía la pena.
-hazlo
Sus esfuerzos dieron resultado cuando el arma improvisada rajó su piel y se incrustó en su interior.
-bien hecho, no quiero que te muevas ni que lo saques hasta que...-se mordió el labio mirando la sangre que salía. Luego observó por la ventana como había anochecido y el tiempo que tardarían en salir de allí.-hasta que amanezca-eso no lo iba a matar ni mucho menos, no era tan fácil acabar con un ángel, pero le molestaría lo suficiente para cabrearse, y sobre todo sabía que heriría su orgullo-¿sabes? No te voy a borrar este recuerdo, aunque luego serás capaz de causarme muchos problemas, pero la satisfacción de que me recuerdes así es demasiado tentadora. La próxima vez te pensarás mejor a quien traicionar – y salió de allí.

lunes, 7 de enero de 2013

Capítulo 10 (seguimos en Francia, en busca de los Dragones Negros)


Hugo se frotó donde antes había tenido la herida. Ya no quedaba ni rastro de ella, tan solo el agujero en su camisa junto al desgarró del pecho. Prácticamente iba a medio vestir ¿quién sería esa chica? Todavía sonriendo se teletransportó en la habitación de Lázaro Deveroux, allí el demonio rebuscaba en cajones, mesas y sofás, destrozando todo a su paso. Sus manos se habían convertido en garras y sus ojos eran de color rojo carmesí . Al verlo se detuvo en seco.

-a..amo
-¿Qué está pasando?-inquirió Hugo mientras caminaba alrededor de la habitación, esquivó la pata rota de una silla y lo miró haciendo desparecer el color verde de sus ojos para sustituirlo por el mismo rojo carmesí que su súbdito.
-ha ocurrido algo
-eso ya lo veo, pero quiero saber qué
Las garras de Lázaro volvieron a convertirse en manos humanos. Respiró varias veces antes de atreverse a mirar a su amo y explicarle lo sucedido. Si se sorprendió por su vestimenta no lo demostró.
-el mapa a desaparecido-dijo sin más- hice todo lo que usted me dijo, amo, pero ya no está- lo miraba implorante, temeroso del castigo que recibiría-he venido a este sitio una vez al mes durante años y siempre con el mapa, lo guardé donde usted me dijo y lo han robado -hincó un rodilla en el suelo e inclinó la cabeza- nunca entendí mi misión pero se que he fallado, le prometo que lo recuperaré
Hugo le tocó el hombro y este alzó la cabeza.

-tu misión ha llegado a su fin
-¿qué quiere decir?- ¿iba a matarlo? Pensó desesperado el demonio inferior
-lo único que debe importarte es que eres libre
Lázaro no pudo articular palabra tras oír eso.
-he fallado en mi misión, no me merezco la libertad
Hugo volvió a pasear por la habitación y se detuvo en la ventana mirando la noche oscura. Pasaron los segundos y no dijo nada. Notaba  la tensión y el miedo de Lázaro, pero no hizo nada por remediarlo, un demonio no debía ser tan transparente ,y si lo dejaba libre debería aprender mucho en muy poco tiempo. Pensó si le beneficiaria mejor seguir teniéndolo entre su guardia. Más hacía ya mucho tiempo había echo una promesa, y la cumpliría. Se apartó de la ventana y lo miró con una sonrisa torcida.

-¿quién ha dicho que has fallado en tu misión?- dijo al fin
-pero, el mapa…
- el mapa está donde debe estar, ahora desaparece antes de que cambie de opinión

Lázaro se erguió con rapidez sin creerse su buena suerte. No comprendía cual había sido su misión en realidad, pero si su amo no pensaba darle más información y encima concederle la libertad, algo del todo inusual, no pensaba cuestionar nada.


-gracias, amo-dijo como despedida
Para sorpresa de Lázaro, Hugo rió.
-no me las des a mí, dáselas mejor….al destino
Después de esas palabras el demonio inferior desapareció. Dudaba de que volviera a verlo, y tampoco le importaba demasiado, tenía cosas que hacer. Llevó el dorso de la mano hacía su boca y se mordió usando los colmillos. Luego dejó caer la sangre sobre un trozo de espejo roto a la vez que decía:

-con la sangre reclamó un pago, una promesa echa, una promesa cumplida. Que el tiempo se pare y el cielo se abra , yo te invoco antigua Guardiana, el Destino nos llama.
La última gota de sangre roja calló y él desapareció. La oscuridad lo envolvió por poco tiempo, pequeñas luces fueron iluminándolo todo, eran estrellas. Una espesa niebla azulada y morada lo rodeó ,y sin saber como, le empujó. Calló sobre un asiento hecho de la misma niebla. Se relajó esperando. No podía decir ni hacer nada, esto era terreno de  ella.

-veo que has venido-afirmó una voz femenina desde su espalda. El sonido de su voz era suave y controlado. Sin mostrar ningún sentimiento. ¿pero acaso esa criatura tenía sentimientos?
-por supuesto ¿lo dudabais?
Se giró y allí estaba. La guardiana del destino. Una mujer hermosa, de piel perfecta, cabello lacio negro, un cuerpo delgado y equilibrado, sin ninguna  imperfección. Pero era tan hermosa como peligrosa. Una mujer traicionada, confinada al espacio, donde solo podía observar el mundo por esa bola de cristal que portaba en la mano.
-olvidas que lo se todo, pasado, presente y futuro- argumentó ella
-sí, pero el futuro es incierto, cambia a casa segundo ¿o me equivoco?
-no, no lo haces- admitió- ¿qué es lo que quieres saber? Tu visita a este lugar no estaba prevista tan pronto
Hugo sopesó sus palabras  antes de hablar.
-¿por qué hacer que encuentren el mapa?¿por qué no indicarles directamente su destino?
-aun no están preparadas, deben aprender a confiar entre ellas. Cada una tiene algo especial, algo que las diferencia y a la vez algo en común que las une, debemos esperar para abrir la puerta del pasado
-¿preparadas?-preguntó él-¿son varias?¿son mujeres?
La mujer entrecerró los ojos lanzándole una advertencia.
-esa parte del plan no te incumbe
Hugo no insistió, sabía que saldría mal parado si seguía por ese camino. Cambió de táctica.
-¿entonces solo queda esperar?
-para ti, sí-la bola brilló captando la atención de la mujer-ahora desaparece
No le dejo decir nada más. Extendió la mano y la cerró en un puño. Hugo volvió aparecer en la habitación que antes había sido de su súbdito. Suspiró frotándose la barbilla. ¿Qué había querido decir?. Hacer un trato con la Guardiana del Destino había sido muy arriesgado, pero valía la pena. Ella estaba tan deseosa de venganza como él.


Se teletransportó a su suite en el hotel más lujoso que había en París. Le gustaba la comodidad, y a lo largo de los años se había acostumbrado a vivir con ciertos lujos. Todo estaba apagado, ningún aparato o luz estaba encendida. El sonido que emitían los electrodomésticos era muy molesto para su agudo oído. Y en cuento a luz, no le era necesaria. Veía mejor en la oscuridad que con toda esa luz artificial a su alrededor.
Unas manos finas se posaron en sus hombros y bajaron hasta su pecho.

-te estaba esperando-le murmuraron al oído.
La mujer lo soltó y se paseó por delante de él enseñándole el camisón negro de encaje, el cual mostraba más de lo que tapaba. Suabes medias, también negras, le llegaban hasta el muslo y se ataban con unas ligas. La imagen de esa mujer demonio con el pelo negro rizado alborotado era irresistible, y ella lo sabía. Pero el empezaba a aburrirse. Siempre le pasaba igual.

-me he vestido para ti -dijo ella poniendo un pie sobre la cama y bajándose una media lentamente. Se quitó la otra media a la misma velocidad y con los mismo movimientos seductores sin apartar sus ojos de los de él.
-no recuerdo haberte llamado, Regina- dijo Hugo sin moverse del sitio, estaba disfrutando con las vistas .
-decidí tomar la iniciativa-bajó el pie de la cama y anduvo hacia él moviendo las caderas-me tienes abandonada-tocó su abdomen y fue subiendo mientras acercaba los labios a su cuello   .Le mordió con sus colmillos y luego chupó con la lengua las gotitas de sangre que salían.-ven conmigo, quiero jugar
Hugo la cogió por la cintura y la levantó hasta sus caderas, donde ella rodeó las piernas a su  alrededor. La besó con fuerza a la vez que ella arqueaba la espalda para acercarse más.  Regina era caprichosa y demasiado susceptible para su gusto  Era verdad que no había vuelto a ella desde hacia tiempo y si no se hubiera presentado ahí, no la habría vuelto a ver, tampoco le importaba demasiado. Ella era un demonio superior pero seguía comportándose como un recién convertido. Eso no le gustaba. Pero no podía negar que Regina era una acompañante de cama de lo más complaciente. La lanzó contra la cama con fuerza y sonrió al ver los ojos de ella brillar por el deseo. Se desabrochó la camisa con rapidez, al menos lo que quedaba de ella, pero mientras se la quitaba notó un liquido caliente correr por su abdomen. Era sangre. Su sangre. La herida que había recibido por parte de esa chica en el callejón se había vuelto abrir. No podía creerlo. Se tocó la herida y a sus dedos se quedó pegado una capa muy suave , casi invisible, de polvo blanco. Eso era magia de ángel.

-¿qué pasa?-preguntó Regina, por su tono de voz se notaba que estaba irritada por la pausa-terminemos lo que hemos empezado
Él la ignoró dándole la espalda. La herida se había vuelto abrir. No cesaba de darle vueltas y encima podía sentir el escozor de la magia blanca. Pero él recordaba que la chica lo había atacado con magia demoniaca. ¿Qué mierda estaba pasando? Regina saltó a su espalda hincándole las uñas en los hombros. No soportaba que no le prestaran atención. Él se deshizo de ella bruscamente.

-no te atrevas a rechazarme, me he pasado toda la noche esperándote- le amenazó
-Regina será mejor que te vayas
-¡no! No puedes dejarme así
Hugo cogió otra camisa y se la puso ocultando la herida.
-podrás terminar con cualquier otro, no sería la primera vez
-maldito cretino-sus ojos cambiaron al característico rojo de los demonios. Cuando él la siguió ignorando corrió para ponerse delante de él y arañarlo en la cara y los brazos en una rabieta. Hugo le pegó un empujón para apartarla e hizo que chocara contra la pared. Regina se relamió los labios esperando que él se acercara.

-sé que me deseas

Hugo perdió la paciencia. Ya había recibido bastantes ataques de mujeres por esa noche.

-fu-e-ra-su voz se convirtió en un murmullo amenazante que puso alerta a la otra demonio.
Estaba enfada, furiosa porque él la estaba tirando a un lado pero sobre todo porque quería acabar. Ese maldito demonio siempre hacía con ella lo que quería pero ella sabía que Hugo no estaba con otra, él era suyo y mataría a cualquiera que se acercase. Frustrada se marchó. Pero algún día él le devolvería todos esos desplantes. Oh, sí lo haría.

 Hugo se volvió a quitar la camisa cuando ella se marchó, la herida estaba tan abierta como en el callejón. Esto no debería estar pasando. Ahora debía ocuparse de la herida pero más tarde iría a por esa chica. Las cosas no podían quedarse así.


Cuando Shana despertó ya era bien pasada la mañana. Uno de sus mayores defectos era lo mucho que le costaba madrugar, pero no podía evitarlo, le gustaba dormir. Fue directa a la cocina para hacerse un desayuno que valía por tres. En el salón estaba Anya con dos mapas, el que consiguieron anoche y uno actual, comparándolos y tomando notas.

-¿has sacado algo?-preguntó Shana sentándose en frente
-algunas zonas, de momento sé que el cuartel central o como lo llamen ,está en París, pero aún me queda bastante trabajo, voy a estar entretenida durante un tiempo -apuntó algo en un folio aparte y le preguntó-¿qué has echo con el dueño del bar?
-lo tengo atado en la terraza, estoy esperando a que Lázaro se vaya de la ciudad para liberarlo
-¿no crees que es un poco arriesgado?, podría causarnos problemas
-ya lo he pensado pero creo que está bastante atemorizado, podemos esperar a que nos vayamos, por si acaso
-sí, será lo mejor
Shana asintió y fue hacía la terraza. El preso estaba atado de pies y manos y con una mordaza en la boca, la miraba con miedo y cierta rebeldía.

-tranquilo, solo vengo a traerte algo de comer-le desató la mordaza,las manos y le ofreció un bocadillo de lomo completo. El hombre se masajeó las muñecas, observando las cuerdas desatadas.
-¿no piensas que intentaré escaparme?-preguntó él con voz ronca.
Shana le pasó un poco de agua que el bebió con ansia.
-serías un estúpido si lo intentaras
Luego le dio el bocadillo que él miraba casi con la baba caída pero que no se atrevía a pedir.
-¿cuál es tu nombre?-le preguntó ella mientras se sentaba en el suelo y lo miraba críticamente.
-James
-y dime James,¿cómo es posible que puedas mover todo el brazo cuando yo te lo rompí por articulaciones anoche?-los ojos de Shana brillaban con furia. James en cambio se puso colorado de los pies a la cabeza intentando evitar su mirada.
-fue..fue la otra chica, la vampira,-tragó el bocado con fuerza y vio como descendía por la garganta-me recompuso los huesos y me dio un brebaje que me lo curó en un par de horas,-al ver la cara de pocos amigas de su captora añadió- dolió mucho
Shana inspiró y expiró varias veces antes de levantarse. Entró en el salón pero antes de cerrar la puerta le advirtió a James:
-sé que te he dejado desatado, si intentas escapar mueres, tú verás que eliges-y cerró de un portazo tan fuerte que la cristalera vibro peligrosamente.-¡Victoria!-gritó a pleno pulmón. Anya la ignoró como si del aire se tratara mientras entraba en el cuarto de la Shellam.

-¿qué ocurre con tanto grito?-preguntó Victoria
-¿por qué curaste al prisionero sin consultarnos?
-no ha echo nada, no se merece sufrir más de lo que ya lo hizo anoche-se defendió la otra sin alterarse
-la próxima vez te aconsejo que avises antes de decidir por ti misma que hacer y que no hacer-le dijo Shana dándole golpecitos con su dedo índice. Victoria entrecerró los ojos convirtiendo sus pupilas de nuevo en alargadas como las de una serpiente o un gato.
-no eres nadie para darme órdenes, podría matarte antes de que te de tiempo a sacar tu espada
Shana lo sabía muy bien pero tampoco era una niña indefensa que se echaba hacía atrás a las primeras de cambio.
-me gustaría ver como lo intentas-escupió entre dientes
Estaban con el cuerpo pegado y amenazante, Shana se erguía sobre Victoria debido a su estatura y la última levantaba la cabeza desafiante apunto de mostrar los colmillos, pero Anya impidió el combate cuando se levantó de un salto eliminando las tensiones entre ambas.

-lo tengo- exclamó con alegría-se donde encontrar a los Dragones Negros


***


De nuevo en un avión hacía Francia Shana le preguntó a Anya:
-¿algún día me explicarás cómo consigues los billetes tan rápidamente y sin documentos?
-lo dudo
-me vendría bien en un futuro
Anya negó con la cabeza medio sonriendo.
-¿qué hiciste con el dueño del bar?-preguntó cambiando de tema
-yo nada, fue Victoria
La aludida sentada al lado suya contestó:
-lo devolví a su bar, Lázaro ya se había ido dejando una habitación tan destrozada que apenas se podía entrar
Shana asintió mientras tocaba distraídamente el posabrazos del sillón. La azafata se acercó a ellas con una sonrisa tan grande que casi se le partía la cara en dos.
-¿puedo ayudarlas en algo?
-un vodka lima-dijo Shana de repente. No solía beber, ella siempre estaba atenta a todo lo que sucedía a su alrededor y cuando bebía sus sentidos se resentían y bajaba la guardia, pero quería calmar los nervios. ¿qué nervios?¿nervios de qué? Se preguntó. Quizás fuera porque estaba apunto de verse con una de las sectas más peligrosas y antiguas que existían. La Shellam podía defenderse, huir si hacía falta y Anya, ella era la que estaba dispuesta a arriesgarlo todo por Dios sabe que, pero ella solo estaba allí por dinero, ¿valía la pena arriesgarse? La respuesta vino tan inmediatamente como la pregunta, por supuesto que sí. Ella no tenía nada, Maria, la mujer que la cuidó y la salvó de morir en la calle ,había muerto hacía unos años. Tan solo estaban los niños, Sisi y Aarón, y si quería protegerles no podía volver a estar con ellos. No, no perdía nada si se arriesgaba por dinero, a ella no le hacía falta pero a los chicos sí. Haría algo bueno con su desastrosa vida, que no todo fuera muerte y delito.
La azafata sirvió la copa y le preguntó a sus dos compañeras, ambas negaron con la cabeza despidiendo a la chica.
-no sabía que bebías-comentó Victoria
-no lo suelo hacer-y bebió un largo trago. Notó el sabor ácido en la boca y luego el calor recorrerle la garganta.-¿no queréis?
-no me sienta bien-replicaron las dos a la misma vez
Shana las miró con extrañeza antes de volver a beber.
-¿qué vamos a hacer cuando lleguemos?
Antes de que Anya pudiera contestar se oyó por todo el avión la voz de la azafata a través de megafonía.
-por favor, estamos apunto de aterrizar pónganse los cinturones y no se muevan de sus asientos, notaran una leves turbulencias que terminaran en seguida, perdonen las molestias .
-trabajar-contestó después de abrocharse el cinturón
-¿qué?
-¿trabajar?
Tanto Victoria como Shana la miraban estupefactas. Esta última se bebió lo que quedaba del vodka antes de que comenzaran las turbulencias.
-¿por qué tenemos que trabajar?-preguntó especulando veinte mil  respuestas diferentes. No había tenido un trabajo honrado en toda su vida y no tenía pensado empezar ahora.
-eso ¿para qué?-replicó Victoria nada dispuesta a mover un dedo.
-creo que no os molestará hacer una parada antes de encontrarnos con los Dragones Negros, tú quieres dinero y tú aventuras, tendréis de las dos
El aterrizaje empezó y las palabras quedaron para después.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Capítulo 9, Hugo


El bar estaba bien cuidado, buena compañía, buena música y buena bebida, lo que un hombre buscaba al salir de su casa. La barra estaba repleta de gente que fumaba y bebía, casi todos de genero masculino. La camarera vestía un top ajustado y una falda corta de cuadros. Una uniforme echo para provocar, cosa que estaba consiguiendo, aunque Anya sospechaba que cualquiera que intentara sobrepasarse con esa chica acabaría en mal estado, no parecía una gacela asustada entre tantos borrachos. Las mesas no estaban todas completas pero se respiraba buen ambiente. El escenario situado en el centro del bar, estaba vacío. Al parecer hoy no había espectáculo, al menos por el momento.
La zona V.I.P se veía desde su posición,sentada en una de las mesas del fondo sola. Ninguna de las tras podía estar segura, pero no parecía muy difícil saber quien era Lázaro Deveroux. Traje de chaqueta gris, la mano repleta de anillos de oro, sonrisa afilada como la de un demonio y que sus acompañantes revolotearan alrededor ,como las abejas tras su reina, ayudaba un poco a identificarlo. El mapa debía de estar en la habitación. El hombre al que habían interrogado, el mismo que aún seguía encerrado en la habitación del hotel, no tubo reparos en soltar todo lo que sabía tras sus primeras palabras. Y admitió haber visto el mapa en las anteriores visitas de Lázaro.

¿El plan? Uno que no agradaba a Anya en lo más mínimo. Pero tenía que admitir que era sencillo y no había apenas riesgo, conseguirían el mapa sin llamar la atención. Las primeras notas de una canción comenzaron a sonar, era un de esas cantantes de modo que ahora se llevaban tanto de moda, Christina Aguilera o algo por el estilo. Su señal, pensó con desgana. Se levantó de la mesa y caminó hasta el escenario escuchando la canción. No prestó atención a las miradas curiosas que le dirigían los presentes. Acercó la silla que había en la esquina del escenario hasta el centro y se sentó con las piernas abiertas mirando a su público, o más bien a Lázaro Deveroux, al fin y al cabo este baile era para él. Un foco se encendió y ella bailó. Movió la cabeza lentamente dejando que el pelo cayera en cascada, se desabrochó un botón más de la camisa blanca y sonrió “E-X-P-R-E-S-S, love, sex
Ladies no regrets
Sonaba mientras ella se agachaba y se volvía a levantar, haciendo que el pelo se echará hacía atrás y su escote se viera más. Había captado la atención de los presentes. Abrió y cerró las piernas, mientras movía la parte superior del cuerpo, luego la cintura, movimientos lentos, tenía que engañarlos, que la desearan. Echó hacía atrás la silla apoyándose tan solo en las dos patas de atrás sin que la silla cayera. En ese momento vio a dos chicas pasar por delante de la barra y subir por las escaleras a las habitaciones. Nadie parecía haberlas visto. Volvió a posar la silla sobre sus cuatro patas y se levantó. Apoyó uno de sus pies enfundados en tacones blancos sobre la silla y se movió. Y así siguió, entreteniendo a esos borrachos que se les caía la baba, en especial a Lázaro, que se había erguido en el asiento sin apartar sus ojos de ella.
Cuando la canción termino, Anya suspiró aliviada, deseaba bajar de allí y no volver a ver jamás a ninguno de los allí presentes. Por supuesto, eso no era lo que mostraba por fuera. Cualquiera la observara en ese momento, mientras se bajaba del escenario, veía a una chica joven, con la cabeza erguida y una sonrisa triunfante.
El aire frío de la noche la ayudó a despejar el calor del foco y la vergüenza, todo era por conseguir ese mapa. Odiaba ser el centro de atención, ya se había sentido como un mono de feria durante mucho tiempo, no necesitaba más. Escuchó las risas de un par de borrachos en la puerta, se giró hacia ellos solo para ver como la miraban con lujuria. Se alejó de ellos escondiéndose en un callejón cerca del bar, cuando Shana y Victoria salieran las escucharía.
Estaba allí, apoyada contra la pared cuando apareció. Pegó un salto al verlo. Su pelo era moreno, algo más largo de lo común. Alto, le sacaba una cabeza, y ella no se consideraba pequeña ,pero claro, él no era un hombre cualquiera. No tardó en reconocer que era un demonio, y un antiguo.
Él sonrió cuando ella retrocedió un paso, una sonrisa perfecta. Que cualquier otra persona o criatura envidiaría. Pero claro, sabía que tanto los demonios como los ángeles nacían con una belleza difícil de resistir. Los demonios, al menos la raza más poderosa, eran atractivos e irresistibles, tenían un lado peligroso que ningún truco podía ocultar. El fruto prohibido siempre era más tentador. Todo para divertirse acosta de las demás razas. En cambio, los ángeles poseían una belleza celestial, cuando los veías parecían seres divinos, tan perfectos que temías tocarlos; otro engaño. De diferente manera, pero un engaño al fin y al cabo. Siempre para obtener lo que deseaban de los humanos.


-¿Qué eres?- le preguntó él
Anya se sobresaltó al escuchar la pregunta. Sabía que un demonio podía sentir su aura de ángel a distancia, así que la pregunta no tenía sentido. Él dio otro paso y ella retrocedió. ¿qué estaba haciendo? No era de las que perdían la compostura a la primera de cambio. Levantó la barbilla inconscientemente en un acto de rebeldía.

-a ti que te importa- le contestó con acritud. Miró de reojo la salida del callejón y se maldijo por haberse metido allí. El aura de ese demonio casi la inundaba, y eso solo podía significar que era antiguo. Antiguo, equivalía a poder, más antiguo, más poder. Que se hubiera fijado en ella no podía ser bueno- tengo cosas que hacer, búscate a otra con la que divertirte
Se dio la vuelta para salir de allí, pero se encontró con él delante de sus narices, aún más cerca.
-cuando te he visto entrar en el bar creí que eras un ángel, eso es lo que quieres hacer creer, pero cuando has subido al escenario has perdido la concentración, y he visto algo que no entiendo ¿por qué no me lo explicas?- dijo él ,con los ojos brillando de tal manera que solo podías considerarlo paranormal
-no se a que te refieres- mintió Anya
-así que es verdad lo que dicen por ahí- continuó él, acorralándola cada vez más contra la pared- existe una persona que concentra ambas razas, demonio y ángel- y sonrió
Para consternación de Anya, esa sonrisa no le pareció cruel. Sus rasgos eran hermosos, los ojos verdes le fascinaban. Sintió el impulso de tocar el mechón de pelo negro que caía sobre su frente, y esos labios...
Cuando la espalda de Anya chocó contra la pared, la realidad cobró forma. Ese cabrón había intentado usar el hechizo de los ojos para seducirla. Y por si fuera poco, casi lo había conseguido. Se enfado. Mucho. Colocó una de sus manos en el pecho de él y creó un rayo blanco, de ángel, para alejarlo de ella. Cuando chocó contra la pared de enfrente ,ella no huyó, no supo por qué. Llámalo temeridad, estupidez o como quieras. El demonio se levantó despacio observando su camisa azul marino, quemada por el fuego alado. Tenía restos de sangre, pero en su pecho ya no había herida alguna. No la miraba enfadado, sino con curiosidad. A una velocidad que Anya no se esperaba, la agarró por las muñecas y se las levantó, acorralándola de nuevo contra la pared. Él sonreía.

-no suelo permitir esto, pero contigo haré una excepción- ella le propinó una patada en la espinilla, él ni se inmutó- bien, me has mostrado tu lado bueno, ahora quiero ver como sacas tu parte demoniaca
Ella dejó de forcejear al escuchar sus palabras. Sus cuerpos estaban pegados, no veía formar de escapar. Él la sostenía con fuerza pero sin llegar a lastimarla¿ por qué no la mataba? Cualquier otro demonio lo habría echo ya.
-¿Qué es lo que quieres?- inquirió, apretando los dientes.
-dime qué y quién eres- la miró a los ojos mientras lo decía
Ella sintió algo moverse en su interior y sabía que esta vez no se trataba del truco de los ojos ni de ningún otro.
-el ángel que acabará contigo-repuso, con violencia
-no vas hacer las cosas fáciles ¿eh?- se lamentó el demonio- será a tu modo
La soltó y creó a su alrededor una celda de rayos negros con destellos rojos. Anya no perdió tiempo, tenía que escapar antes de que ese demonio usara toda su fuerza contra ella. Se concentró, usando tan solo la magia heredada por su madre, no podía correr riesgos. Respiró hondo y cuando soltó el aire guardado, lanzó una onda de magia celestial hacía los barrotes. Eliminándolos por completo. No podía usar sus alas, él la descubriría. Así que echó a correr. No llegó muy lejos. El demonio lanzó un ralló de baja intensidad a sus pies, tirándola al suelo. Rodó por la calzada hincándose un cristal roto en el costado. Haciendo caso omiso a la herida, se levantó a toda prisa, pero ya tenía de nuevo al demonio encima. La agarró del brazo y se lo retorció hacía atrás, luego la giró para que lo mirara. Ella se debatió con todas sus fuerzas, sin conseguir nada. Logró pegarle una patada en el estómago y después intentó desequilibrarlo pegándole en la rodilla. Para su consternación lo consiguió. Pero él no la soltó y ambos cayeron. ¿es que nada me sale hoy bien? Pensó Anya, con incredulidad al sentir el cuerpo del demonio sobre el suyo. Él no se movió, y cuando se digno a mirarlo. Vio que seguía sonriendo. No había borrado esa maldita sonrisa en ningún momento. Solo había estado jugando con ella. Maldito fuera él y todos sus ancestros. No le gustaba sentirse tan vulnerable como en ese momento.

-estate quieta- le ordenó el demonio. Al ver que no obedecía acercó sus labios al oído para susurrarle- si no me obedeces te obligaré
Y para demostrárselo sus ojos despidieron destellos rojos, permitiéndole ver su lado oscuro. Por mucho que Anya intentará ocultarlo y mantenerse serena, tenía miedo. Lo peor de todo es que no sabía como actuar, la naturaleza de ese demonio no era nada parecida a lo que conocía. Los demonios no actuaban así, ellos se divertían torturando, matando lentamente, no jugando al gato y el ratón. La imagen de su padre vino a su mente. Pero su padre no era como el resto de demonios, lo había demostrado huyendo con un ángel. Y en ese momento tuvo una idea.

-solo tenía curiosidad por ti- le dijo él, al ver que ella dejaba de forcejar-creo que voy a modificar mis planes…te quiero para mí- y acercó sus labios a los de Anya.

Ella tardo solo un segundo en reaccionar, apartando la cara para esquivar el beso. La indignación la quemó por dentro dándole fuerzas. ¿Cómo se atrevía? Un demonio había intentado besarla, un maldito demonio. Por muy guapo que fuera, por muy tentadores que parecieran sus labios antes prefería que le cortaran las extremidades una por una. No sucumbiría a un demonio. Nunca. Cuando él intentó volver a besarla, ella le mordió en el cuello, con tanta fuerza que le hizo sangrar. El demonio se separó y Anya aprovechó su sorpresa para escapar de entre sus brazos. Antes de levantarse llevó una de sus manos al hombro derecho del demonio, tocó su tatuaje e introdujo los dedos dentro. Sacó un arma muy especial, al menos para ese demonio, que resultó ser una espada. Miró al demonio que ya se había erguido con una sonrisa, tenía en sus manos el arma personal que todo demonio poseía. Por primera vez en el transcurso de su “pelea” él dejó de mostrar esa sonrisa socarrona, incluso sus ojos se mostraron inquietos en cierto momento. Anya se regocijó por dentro. Habían cambiado las tornas. Él se recompuso tan rápido y volvió a tener esa apariencia de demonio antiguo que tenía la situación bajo control , que Anya se preguntó si se había imaginado ese pequeño nerviosismo por parta de él.

-un ángel no puede tocar el arma de un demonio, su cuerpo ardería hasta no quedar nada- argumentó él sin apartar la mirada de su espada, que en ese momento apuntaba hacía su cuello
-cierto- admitió la mestiza- pero tu ya sabías que no era un simple ángel
Ambos se miraron, intentando descifrar los pensamientos del otro.
-¿qué vas hacer?-preguntó él
-matarte, ya sabes demasiado sobre mi, y no puedo permitirme el lujo de que un demonio se vaya de la lengua – y antes de darle tiempo a que sus palabras lo pusieran alerta, le atacó.
Él esquivó el filo de su espada con facilidad, y el siguiente ataque, y el próximo, así hasta que notó el escozor en el hombro. Miró y se encontró con su espada clavada en él. El rayo negro que lanzó fue por instinto, y se arrepintió al momento. Si ella no se hubiera lanzado al suelo habría muerto. Y por el momento, eso no era lo que quería. Anya se levantó con lentitud, mechones de pelo rubio se cruzaban en su cara, y entre ellos, sus ojos negros refugiaban odio. Él sonrió ante esa imagen y ella embistió con la espada por delante. El demonio desapareció de su trayectoria en una abrir y cerrar de ojos para situarse tras ella, con una mano en su cuello. Anya le pegó un codazo en el abdomen , alejándose lo suficiente para apuntar la espada hacía él. La posición era incomoda, ella de espaldas sujetando la espada con ambas manos y sin poder girarse a mirarlo porque la sostenía por la nuca con fuerza.
Estaban en un punto muerto.
El demonio aflojo levemente el agarré, permitiéndole girarse. Los dos se miraban cuando el sonido de voces en la boca del callejón trajo su atención. Eran Shana y Victoria .

-mi nombre es Hugo, quiero que lo recuerdes- le murmuró él acariciándole el cuello. Ya no ejercía presión alguna.
Anya soltó una risa áspera.
-lo habré olvidado antes de salir del callejón
-lo dudo- terció él, sonriendo de nuevo- y cuida de mi arma, volveré a por ella. Mientras tanto…- al igual que había echo ella antes. Hugo tocó su tatuaje del hombro y sacó su arma. Anya protestó indignada, pero su mano todavía estaba agarrando su cuello-un látigo, interesante
- no un látigo, mi látigo- enfatizó
Los pasos de las dos chicas se escucharon cada vez más cerca .Y justo antes de que aparecieran ante su vista, él desapareció. Anya se quedó aturdida durante varios segundos. Aún no se creía lo que había ocurrido, estaba viva, aunque recapitulando, había perdido su arma personal o más bien intercambiado, un demonio sabía su secreto y temía el próximo encuentro con él. Una noche perfecta, desde luego. Las dos chicas aparecieron ante ella, una seguida de la otra, y Shana con un pergamino en la mano. Le dio tiempo a esconder la gran espada en su tatuaje antes de que la vieran. Se sintió extraña ante esa acción, eso no era lo habitual.

-¿ Qué haces aquí?- preguntó Shana
-esperaros, ¿eso es el mapa?
Shana asintió a la vez que se lo lanzaba. Anya lo cogió al vuelo y lo desenrollo. Frunció el ceño ante la antigüedad del mapa.

-¿hubo algún percance?
-ninguno- contestó Victoria
- va a ser complicado encontrar la localización, es muy antiguo y las cosas han cambiado bastante-comentó Shana cuando Anya levantó la vista del mapa
-difícil pero no imposible –alegó la mestiza- volvamos al hotel hay que hacer planes, además, mejor no estar aquí cuando Lázaro descubra qua ha desaparecido su mapa
Ambas asintieron de acuerdo con Anya. Esta enrolló el mapa y lo guardó dentro de la chaqueta. Mientras andaba detrás de sus “compañeras” , sintió un cosquilleo en la nuca. Era como si alguien las estuviera vigilando. Con la guardia alta, miró por encima del hombro y se le cortó la respiración. Unos ojos verdes con destellos rojos la observaban. No podía asegurarlo, ya que no se veía nada más, pero juraría que estaba sonriendo. Le costó darle la espalda y seguir caminando como si nada. Había presumido de que no le recordaría al salir del callejón; pero ya estaba fuera e indudablemente faltaba mucho para que se olvidara de él.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Capítulo 8, ya estamos en Francia




Anya notó las turbulencias del aterrizaje haciendo que saliera de los recuerdos. Sumergirse en el pasado aún le era muy doloroso ,y cuando empezaba no podía salir. Se miró las palmas de las manos, pero como ya sabía, las heridas se habían curado casi al instante de hacérselas. Los ángeles estaban hechos para curar y aunque ella no podía ayudar a los demás, ya que esa característica se había anulado con la mezcla de sangre demoniaca, sí tenía la rápida regeneración y curación de ambas criaturas. No tenía todas las capacidades de un demonio, ni tampoco las de un ángel, pero algunas estaban mucho más evolucionadas que las de ambos, una compensación para equilibrar la balanza.
 Bajaron del avión las tres juntas, Shana después de haber tenido un tiempo para aclarar las ideas estaba totalmente recuperada del shock anterior, aunque aún seguía sin entender sus propias reacciones. Victoria, que iba la última, respiró hondo al pisar suelo francés. No era de sus ciudades preferidas, dos clanes de Shellam vivían allí y tenían rivalidades desde hacía siglos. Pero claro, ella nunca había estado sola por la ciudad y menos con el tiempo suficiente para visitar cuanto quisiera, no solo los monumentos típicos turísticos o las casas de sus súbditos. Esa era su vida, siempre se debían a los clanes y a su gente, rara vez tenían tiempo libre.
Cuando se encontró con ellas nunca se habría imaginado que tendría aun menos tiempo libre del que habitualmente estaba acostumbrada. No acababan de bajar del avión cuando ya se dirigían hacía la estación de tren para viajar lo antes posible hacia Metz. Tuvieron que hacer el largo viaje en un autobús que las dejaría a un par de kilómetros de la ciudad ,ya que esa no era la dirección donde se dirigía ,y no habría ningún otro medio de llegar, al menos no hasta la mañana siguiente  por la tarde.

Llegaron a las puertas de la ciudad cuando amanecía. Después de agradecer al conductor por desviarse solo para acercarlas hasta la ciudad, caminaron no más de una hora cuando dieron con la entrada a Metz.

-¿qué hacemos primero?- preguntó Shana, echándose el flequillo hacia atrás mientras observaba el lugar. Nunca había salido de España.
-buscar un sitio donde pasar la noche- contestó Anya-un buen hotel, con comida decente y una amplia bañera

Shana casi sonrió al escucharla. Mataría por una ducha. Literalmente.

-conozco un buen sitio- añadió Victoria recordando su última estancia en ese país- está en el centro y es discreto, nadie nos molestará. –informó
Era la primera vez que abría la boca en todo el trayecto, aunque sus otras dos acompañantes tampoco habían dicho más de un par de palabras, todavía recordaba el incidente con Anya en el aeropuerto de Barajas y el resentimiento no se había esfumado.

- me parece bien-dijo Shana sin importarle demasiado- ¿caminamos u otro taxi?
-caminar- contestó rápidamente la Shellam- no hacer ejercicio me pone de mala leche y ya hemos pasado muchas horas sentadas en el autobús-acto seguido comenzó andar

Shana se encogió de hombros y la siguió, no sin antes mirar a Anya que se quedó la última. Caminaba a paso lento y observaba la ciudad con cierto asombro. Era temprano pero la ciudad ya estaba despierta, los coches pasaban con velocidad por la carretera y las calles estaban inundadas de gente.

-¿pasa algo?-le preguntó

Anya la miró como si acabara de recordar que estaba allí. Sacudió levemente la cabeza y echó andar adelantándola y siguiendo a Victoria por las calles. Shana la miró extrañada, esa chica parecía ocultar demasiadas cosas. Sus ojos, oscuros como el carbón, escondían demasiados secretos, y eso no era algo  que le agradase
Una hora después Anya estaba harta de andar ¿Cuándo infiernos iban a llegar? Con la fácil que habría sido volar por encima de la ciudad y descansar en cualquier hotel. Suspiró con nostalgia ante ese pensamiento. Si hubiera sido otra ciudad, al menos iría entretenida viendo lo que tenía que ofrecer ese sitio, pero cuando entraron por las puertas un vago recuerdo le vino a la memoria. Ya había estado en ese lugar con su madre. En es viaje no estaba su padre, algo muy extraño ya que nunca se separaban, pero apenas era una cría cuando había visitado ese sitio, así que no podía recordar bien lo sucedido. Victoria se paró en las puertas de un hotel  blanco con los adornos en dorado. Se veía grande y las cuatro estrellas que adornaban el cartel de entrada indicaban que estarían bien atendidas.

-necesitamos tres habitaciones, Selena-dijo Victoria nada más entrar, sus palabras iban dirigidas a la recepcionista que había sentada tras un mostrador
-prin…prin…princesa-tartamudeó la chica en francés a la vez que saltaba de la silla- no la esperábamos-bajó la cabeza y buscó desesperada por todos los papeles-no hay ninguna reserva
-no-se disculpó Victoria con una sonrisa-no estaba planeado
-pero no estamos preparados, no hay habitaciones disponibles, y la suite está ocupada- la voz de Selena sonaba casi desesperada, como si temiera echarse a llorar

Victoria fue abrir la boca para responder pero la cerró al ver como Anya se adelantaba hasta el mostrador, apoyaba las dos manos en la tabla y pegaba su nariz a la de la chica. La pobre recepcionista estaba totalmente intimidada.

-una…habitación…ya-le dijo remarcando cada palabra con un perfecto acento francés. Luego un brillo dorado pasó por sus ojos y la recepcionista no tuvo más remedio que obedecer, aunque con ello tuviera que desalojar  alguna habitación ocupada y ya pagada.
-sí-fue su única contestación antes de desaparecer
El silencio que quedó en la sala fue increíblemente tenso e incomodo.

-¿qué ha sucedido?-le recriminó Victoria
-a la hora de trabajar es mucho más eficaz la intimidación  que la amabilidad
-en eso tiene razón-corroboró Shana, aunque aún seguía algo sorprendida por la rapidez con que la chica había accedido.
-¿así funcionáis vosotras?¿con amenazas?-exclamó indignada

Anya  la ignoró mientras observaba por el pasillo donde se había ido la recepcionista. Shana , en cambió, la miró recostada en la pared donde se encontraba y se encogió de hombros. No tenía ganas de empezar una charla sobre la moral y la ética de las personas, y muchos menos sobre la suya, dudaba de que tuviera de eso. Se incorporó poniéndose recta cuando Selena llegó andando a paso rápido con la llave de una habitación en las manos.

-última planta, la primera puerta a la derecha- les informó mientras le pasaba la llave a Anya

Las tres chicas se dirigieron al ascensor sin decir palabra. Fue Anya quien apretó el botón del ascensor y fue ella quien abrió la puerta de la habitación cuando llegaron. Shana se acomodó en el sofá poniendo los pies sobre la mesa, había una caja de bombones para dar la bienvenida, la abrió y empezó a comérselos lentamente, disfrutando del sabor.

-esta noche saldré a buscar información-aclaró Anya
Shana la miró arqueando una ceja.
-¿tú sola?-preguntó- no conseguiste nada sin mí, ¿lo conseguirás ahora?

Victoria soltó una risita por lo bajo al escuchar las palabras de Shana, la carcajada vino después al ver la mueca crispada de Anya.

-eso ya lo veremos-replicó con acritud Anya
-como tú quieras-respondió Shana ladeando la cabeza levemente- ¿Quién va primera a la ducha?
-yo- se adelantó a responder Victoria. En un momento estaba frente a ellas y al siguiente había desaparecido. Lo único que las advirtió de que estaba en el baño fue el portazo que dio.
-oye-comentó de repente Shana levantándose del sofá-¿habrá servicio de habitaciones?- no esperó la contestación de Anya, fue hacía el teléfono que había sobre una mesita y llamó a recepción.
Minutos más tarde no paraban de subir platos a la habitación. Cuando anocheció las tres ya se habían duchado y comido hasta estar llenas. Shana sentada en el sofá en la misma posición que ese mañana afilaba las espadas con una piedra un tanto extraña. Estaba inmersa en esa acción. Anya llevaba más de una hora sentada en el balcón mirando la ciudad , que ahora brillaba por las luces de los diferentes edificios y las farolas. Victoria se limaba las uñas hasta dejarlas en perfectas condiciones. Así pasaron las horas muertas, sin decirse nada, y sin querer escuchar los asuntos de las demás. Todas tenían problemas propios de los que preocuparse.

-me voy a comer- indicó Victoria lanzando la lima hacía un rincón de la habitación- estoy cansada de estar encerrada y necesito algo de acción
-¿comer?¿o más bien beber?- añadió Shana sin levantar la vista, aparentaba indiferencia pero por dentro le repugnaba esa idea
-sí, -afirmó-beber y sangre, yo no juzgo tus acciones tú no lo hagas conmigo
-no lo he hecho
Victoria soltó una risa nerviosa muy poco natural.
-se te nota- le dio la espalda y abrió la puerta- y aunque no es de tu incumbencia, no mato a gente inocente-luego salió

Shana miró la puerta ,ahora cerrada, frunciendo el ceño. ¿una vampira que no mataba a gente inocente? La idea le parecía ridícula, aunque tampoco conocía a la raza Shellam para saber porque normas se regían. Y como bien había dicho Victoria, ella no era quien para juzgar, había matada a gente inocente sin importarle. Lo único que le retorcía las entrañas era pensar que podía herir algún niño. No soportaba las injusticias que se cometían con los más pequeños, ellos no eran capaces de defenderse.
Dejó la espada sobre la mesa, al lado de la otra y echó la cabeza hacía atrás. Volvía a echar de menos a los niños, a Sisi y a Aarón. Como abrían disfrutado con tanta comida. Odiaba ese sentimiento de añoranza, la hacía tan débil, tan parecida a aquellos que despreciaba, pero era algo que no podía cambiar. El sonido del tráfico llegó a sus oídos cuando Anya abrió la cristalera del balcón y entró.

-creo que ya es hora-dijo mirándola directamente
Shana asintió. Y al igual que había pasado con Victoria ,vio salir a Anya mientras ella seguía sentada en el mismo sitio. Se levantó exasperada del sofá, no sabía que hacer, pero estaba cansada de esa inactividad.  Recogió todo el estropicio que habían liado.  Al ver que no había nada más que hacer y sintiéndose encerrada, se puso hacer abdominales y flexiones en medio del salón. Tenía que entretenerse de alguna manera. No conocía esa ciudad, y dudaba de que si salía podría volver a encontrar el hotel, para colmo no tenía ni pajolera idea de francés. No, no era un buen plan salir a ver la ciudad. Pero en contra de todo eso, se colgó las espadas a la espalda y se fue.
Una vez en el ascensor, se arrepintió de no bajar por las escaleras, maldita sea, no había tantas plantas para que fuera tan lento. Tamborileaba los dedos una y otra vez sobre la pared. La musiquilla de fondo era realmente exasperante.
La puerta se abrió y cuando dio un paso para salir vio que aún no había llegado a la planta baja. Con un suspiró de impaciencia que hizo que su flequillo volara hacía atrás ,se cruzó de brazos y esperó a que un hombre entrara. Era un anciano que rondaría los sesenta. Al pobre hombre casi le dio un infarto al ver la cara de pocos amigos de Shana, por no hablar de sus ropas y las espadas en la espalda. Shana vio como la observaba y le dirigió una sonrisa fría a la vez que levantaba las cejas a modo de pregunta. Cuando el ascensor volvió a parar, el anciano se bajó sin importarle la planta. Tartamudeó una despedida que Shana no se molestó en escuchar. El siguiente hombre que entró ,no era un anciano ni mucho menos, estaría en la treintena y sus músculos eran casi tan grandes como su cabeza. Un adicto al gimnasio. Ambos se ignoraron mutuamente y lo único que ensombrecía el silencio era la dichosa musiquilla de fondo. La siguiente vez que el ascensor paró fue para dar lugar al recibidor. Él hombre salió primero, Shana sin saber por qué lo siguió con la vista. Vio como desaparecía tras una puerta, arriba de ésta ponía “Gymnase”  no había que ser muy inteligente para saber que había dentro. Bueno, eso era lo que le hacía falta para entretenerse.
 El gimnasio era amplio y estaba muy bien cuidado, todas las maquinas que conocía, y muchas que no, estaban allí dentro. Dejó caer las espadas al suelo, complacida con el ruido que hicieron al caer. Todas las miradas se centraron en ella, todas eran de hombres, ni una mujer, y todas reflejaban humor al verla allí dentro. ¿pero qué se creían? Por muy grandes que fueran podía matarlos sin agotarse apenas. Maldito machismo. Haciendo caso omiso a todos los presentes, miró las maquinas disponibles, quería practicar fuerza y lo único que podía servirla era las pesas. Colocó 20 kilos a cada lado de la barra. Se tumbó en el banquillo y empezó hacer repeticiones sin parar. No era débil, al contrario, muchas veces se sorprendía ella misma de la fuerza que tenía, no era normal que una niña que pesaba 56 kilos pudiera levantar tanto, pero ella lo hacía. Dos hombres fuertes se colocaron a cada lado, la miraban sorprendidos de que ella siguiera y siguiera sin parar, pero Shana detectó algo más. Maldito machismo, volvió a pensar, querían algo de ella. Antes de que le diera tiempo a reaccionar ,cada uno de ellos le colocó otra pesa de 10 kilos más a en la barra. Casi deja caer las pesas sobre ella, pero estaba tan furiosa que las levantó, con esfuerzo y los brazos  temblando, pero las levantó. Cuando dejó la barra y se levantó los hombres estaban atónitos y cabreados, habían querido jugársela y no lo habían conseguido.  Ahora Shana estaba enfadada. Le dio un puñetazo al que tenía más cerca rompiéndola la nariz a la vez que saltaba para salir de la trayectoria del otro. Cogió una de las pesas y le dio con ella en el estómago. Se encogió hacía dentro poniéndose una mano en las costillas y otra en la nariz sangrienta. Estaba perfecto para que Shana le diera un codazo en la nuca y lo dejara K.O. Eso fue lo que hizo, aunque tuvo que emplear todas sus fuerzas para que hiciera efecto en ese pedazo de tío. Mientras todo eso ocurría ,el resto de los hombres se dejaron de entrenar para ir a por ella. Sus espadas estaban algo lejos, así que se las apañó cogiendo una de las varas que se usaban para las pesas. Estaba apuntó de asestarle al segundo hombre que le había echo la broma cuando la puerta del gimnasio de abrió de repente dando un fuerte portazo contra la pared. Todos miraron hacía allí olvidando por un momento la pelea. En el marco estaba Anya, en sus pies había un hombre mayor, flacucho y que agachaba la cabeza. Anya lo tenía agarrado por el cuello para impedir que escapara.

-¿es que no puedo dejarte sola un momento?-exclamó frustrada con la vista clavada en Shana

El flacucho que tenía agarrado se revolvió de repente y Anya le estampo la rodilla en el estómago. Gimió audiblemente y volvió a quedarse quieto. Ella ni se inmutó.

-¿vienes o qué?-preguntó

Shana se encogió de hombros y se quitó un mechón de pelo de la cara. Se giró hacía Anya ante las miradas perplejas de los demás. Unos protestaron y gritaron que como se atrevía marcharse después de lo que había echo. Shana los ignoró. Pero uno le cortó el paso.

-de aquí no te vas muchacha, nos queda una cuenta pendiente-dijo con voz de suficiencia
Ella lo observo lentamente, calmada y sin prisas, luego le ordenó:
-quítate
-¿y si no quiero?

La barra que aún sostenía en la mano derecha fue directa al costado izquierdo de la cara del hombre. El golpe fue seco ,y brutalmente fuerte. Tanto que el hombre calló al suelo aullando de dolor. Ella se giró despacio.

-¿algún voluntario más? – el frío que trasmitía su mirada hizo que todos  se quedaran en silencio-eso creía

De nuevo en el ascensor, a Shana ya no le molestaba la canción. Al contrarió ,silbaba al mismo ritmo sin importarle la mirada elocuente de Anya. Como había necesitado esa pelea, soltar todo es energía que acumulaba por el encierro, no soportaba estar encerrada entre cuatro paredes, era como luchar contra si misma.
Cuando entraron en el apartamento, se encontraron a Victoria tumbada a lo largo del sofá, bebiendo de un vaso de plateado con una pajita. Bebiendo sangre. Shana se llevó una mano al estómago pero no dijo nada, eso era repugnante. Victoria al verlas se limpió la comisura del labio y tiró el baso por la ventana, luego se incorporó y miró al hombre que agarraba Anya.

-¿quién es?- preguntó, levantándose y acercándose. Ladeó la cabeza hacía la derecha observando como temblaba.- creo que lo asustaste
-ese era el plan- replicó, áspera Anya. Luego lo empujó contra una silla con tanta fuerza que el hombre estuvo apunto de caer de espaldas- aun así no abre la boca
-¿le ofreciste dinero?-preguntó Shana
-sí, pero no sirvió- rezongó exasperada. Había intentado hacer el truco de los ojos  pero de nada servía. Ese hombre seguramente había dado su palabra de no decir nada bajo juramento, eso era algo que anulaba el pequeño truco. Una verdadera lata, los humanos no tenían honor daba igual sus promesas o juramentos, siempre las acaban quebrantando.- te lo preguntaré una última vez  ¿dónde puedo encontrar a Lázaro Deveroux?
El hombre agachó la mirada sin abrir la boca.
Shana suspiró aburrida. Tenía ganas de irse a dormir después del ejercicio y la caminata de esa mañana, y ese hombre se lo impedía. ¿es que era tonto? Se ahorraría muchos problemas si hablaba.
Anya perdiendo la paciencia lo agarró del cuello, presionando con el dedo gordo la nuez de la garganta. El hombre luchó contra ella intentando quitarle la mano sin obtener ningún resultado. Cuando sus brazos empezaron aflojarse y la expresión de miedo fue total, Anya lo soltó. Él, se tiró al suelo tosiendo con fuerza y llevándose las dos manos al cuello. Tardó un buen rato en recuperarse y dejar de toser.

-estáis locas-murmuró en francés
-¿qué dijo?- le preguntó Shana a Victoria. Ambas estaban sentadas en el sofá observándolo todo, entretenidas con el interrogatorio.
- que estamos locas -respondió
-peores cosas me han llamado
-puedo asegurarte, que a mi también

Ajena a la charla de Victoria y Shana, Anya cada vez estaba más frustrada. Estaba a punto de perder la poca paciencia que le quedaba, y si eso ocurría, acabaría por matarlo sin darse cuenta. Le pegó un puñetazo en la mandíbula mandándolo hacía atrás, luego se fue hacía la cocina en busca de algo con lo que rellenar su estómago. Lo iba a matar si no hablaba ya.
Shana se levantó del sofá y se inclinó lentamente delante del hombre.

-Victoria- la llamó-¿puedes traducirme?
La aludida asintió.
-¿tienes hijos?- le preguntó y Victoria lo repitió en francés.
Él negó con la cabeza. Shana se llevó una mano a la barbilla pensativa.
-¿por qué te niegas hablar?
Él hombre la miró a los ojos y se estremeció, cuando contestó fue tan solo con un murmullo.
-él me matará-le tradujo Victoria
-si no hablas, lo haremos nosotras- intervino la vampira antes de que Shana contestara
Y para corroborarlo Shana le rompió el dedo índice de la mano derecha. El hombre gritó. Una vez se hizo el silencio, Shana siguió con su muñeca. El crujido del hueso sonó en sus oídos. Anya ya había vuelto y miraba sin intervenir. Cuando se levantó y cogió el codo para repetir la acción él hombre habló.

-por favor, no puedo, me matará
Shana estaba mirando a Victoria que traducía, no se giró cuando le rompió el codo.
-respuesta incorrecta
Al igual que la vez anterior, el hombre gritó y gritó, las lágrimas de dolor caían por su rostro como un torrente y el odio y el miedo se entremezclaban en su mirada.

-vampira- dijo Shana, ésta le mostró los colmillos al escuchar el apelativo por el que la había llamado- dile que si habla ahora, le prometo que lo mantendré a salvo- la sorpresa en las otras dos chicas fue evidente, no se esperaban eso. Victoria se lo dijo. El hombre no la creyó. Suspirando, Shana agarró el hombro.

-esta noche, esta noche tenía una cita en mi bar, una vez al mes va allí para reunirse con hombres y mujeres de negocios, siempre se queda en la mejor habitación y desaparece hasta el mes que viene
-tenemos trabajo que hacer- afirmó Anya-¿qué vas hacer con él?- le preguntó a la sicario
-por ahora dejarlo aquí, ya pensaré en algo para mantenerlo con vida si Lázaro Deveroux resulta ser una verdadera amenaza.
-yo todavía no sé que buscáis en ese hombre-intervino la Shellam cruzándose de brazos
-¿tú no decías que solo querías aventuras?- le recordó Shana
-sí, pero también me gusta saber
Shana miró a Anya a modo de pregunta, era ella la que tenía que decidir si decírselo a Victoria o no. Se encogió de hombros y desapareció hacía la terraza. Shana lo tomó como una aceptación.
-Anya busca a los Dragones Negros- le explicó- no sé para qué, y ella no parece muy interesada en decírmelo, tampoco me interesa mucho- y se encogió de hombros
-¿ y tú qué haces con ella? No parecéis viejas amigas
-es que no lo somos, ella me ha contratado, me manejo bastante mejor con la escoria que vive al margen de la ley que ella
 

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