Anya notó las
turbulencias del aterrizaje haciendo que saliera de los recuerdos. Sumergirse
en el pasado aún le era muy doloroso ,y cuando empezaba no podía salir. Se miró
las palmas de las manos, pero como ya sabía, las heridas se habían curado casi
al instante de hacérselas. Los ángeles estaban hechos para curar y aunque ella
no podía ayudar a los demás, ya que esa característica se había anulado con la
mezcla de sangre demoniaca, sí tenía la rápida regeneración y curación de ambas
criaturas. No tenía todas las capacidades de un demonio, ni tampoco las de un
ángel, pero algunas estaban mucho más evolucionadas que las de ambos, una
compensación para equilibrar la balanza.
Bajaron del avión las tres juntas, Shana
después de haber tenido un tiempo para aclarar las ideas estaba totalmente
recuperada del shock anterior, aunque aún seguía sin entender sus propias
reacciones. Victoria, que iba la última, respiró hondo al pisar suelo francés.
No era de sus ciudades preferidas, dos clanes de Shellam vivían allí y tenían
rivalidades desde hacía siglos. Pero claro, ella nunca había estado sola por la
ciudad y menos con el tiempo suficiente para visitar cuanto quisiera, no solo
los monumentos típicos turísticos o las casas de sus súbditos. Esa era su vida,
siempre se debían a los clanes y a su gente, rara vez tenían tiempo libre.
Cuando se
encontró con ellas nunca se habría imaginado que tendría aun menos tiempo libre
del que habitualmente estaba acostumbrada. No acababan de bajar del avión
cuando ya se dirigían hacía la estación de tren para viajar lo antes posible
hacia Metz. Tuvieron que hacer el largo viaje en un autobús que las dejaría a
un par de kilómetros de la ciudad ,ya que esa no era la dirección donde se
dirigía ,y no habría ningún otro medio de llegar, al menos no hasta la mañana
siguiente por la tarde.
Llegaron a las
puertas de la ciudad cuando amanecía. Después de agradecer al conductor por
desviarse solo para acercarlas hasta la ciudad, caminaron no más de una hora
cuando dieron con la entrada a Metz.
-¿qué hacemos
primero?- preguntó Shana, echándose el flequillo hacia atrás mientras observaba
el lugar. Nunca había salido de España.
-buscar un sitio
donde pasar la noche- contestó Anya-un buen hotel, con comida decente y una
amplia bañera
Shana casi
sonrió al escucharla. Mataría por una ducha. Literalmente.
-conozco un buen
sitio- añadió Victoria recordando su última estancia en ese país- está en el
centro y es discreto, nadie nos molestará. –informó
Era la primera
vez que abría la boca en todo el trayecto, aunque sus otras dos acompañantes
tampoco habían dicho más de un par de palabras, todavía recordaba el incidente
con Anya en el aeropuerto de Barajas y el resentimiento no se había esfumado.
- me parece
bien-dijo Shana sin importarle demasiado- ¿caminamos u otro taxi?
-caminar-
contestó rápidamente la Shellam- no hacer ejercicio me pone de mala leche y ya
hemos pasado muchas horas sentadas en el autobús-acto seguido comenzó andar
Shana se encogió
de hombros y la siguió, no sin antes mirar a Anya que se quedó la última.
Caminaba a paso lento y observaba la ciudad con cierto asombro. Era temprano
pero la ciudad ya estaba despierta, los coches pasaban con velocidad por la
carretera y las calles estaban inundadas de gente.
-¿pasa algo?-le
preguntó
Anya la miró
como si acabara de recordar que estaba allí. Sacudió levemente la cabeza y echó
andar adelantándola y siguiendo a Victoria por las calles. Shana la miró extrañada,
esa chica parecía ocultar demasiadas cosas. Sus ojos, oscuros como el carbón,
escondían demasiados secretos, y eso no era algo que le agradase
Una hora después
Anya estaba harta de andar ¿Cuándo infiernos iban a llegar? Con la fácil que
habría sido volar por encima de la ciudad y descansar en cualquier hotel.
Suspiró con nostalgia ante ese pensamiento. Si hubiera sido otra ciudad, al
menos iría entretenida viendo lo que tenía que ofrecer ese sitio, pero cuando
entraron por las puertas un vago recuerdo le vino a la memoria. Ya había estado
en ese lugar con su madre. En es viaje no estaba su padre, algo muy extraño ya
que nunca se separaban, pero apenas era una cría cuando había visitado ese
sitio, así que no podía recordar bien lo sucedido. Victoria se paró en las
puertas de un hotel blanco con los
adornos en dorado. Se veía grande y las cuatro estrellas que adornaban el
cartel de entrada indicaban que estarían bien atendidas.
-necesitamos
tres habitaciones, Selena-dijo Victoria nada más entrar, sus palabras iban
dirigidas a la recepcionista que había sentada tras un mostrador
-prin…prin…princesa-tartamudeó
la chica en francés a la vez que saltaba de la silla- no la esperábamos-bajó la
cabeza y buscó desesperada por todos los papeles-no hay ninguna reserva
-no-se disculpó
Victoria con una sonrisa-no estaba planeado
-pero no estamos
preparados, no hay habitaciones disponibles, y la suite está ocupada- la voz de
Selena sonaba casi desesperada, como si temiera echarse a llorar
Victoria fue
abrir la boca para responder pero la cerró al ver como Anya se adelantaba hasta
el mostrador, apoyaba las dos manos en la tabla y pegaba su nariz a la de la
chica. La pobre recepcionista estaba totalmente intimidada.
-una…habitación…ya-le dijo remarcando cada palabra con un perfecto
acento francés. Luego un brillo dorado pasó por sus ojos y la recepcionista no
tuvo más remedio que obedecer, aunque con ello tuviera que desalojar alguna habitación ocupada y ya pagada.
-sí-fue su única contestación antes de desaparecer
El silencio que quedó en la sala fue increíblemente tenso e incomodo.
-¿qué ha sucedido?-le recriminó Victoria
-a la hora de trabajar es mucho más eficaz la intimidación que la amabilidad
-en eso tiene razón-corroboró Shana, aunque aún seguía algo sorprendida
por la rapidez con que la chica había accedido.
-¿así funcionáis vosotras?¿con amenazas?-exclamó indignada
Anya la ignoró mientras
observaba por el pasillo donde se había ido la recepcionista. Shana , en cambió,
la miró recostada en la pared donde se encontraba y se encogió de hombros. No
tenía ganas de empezar una charla sobre la moral y la ética de las personas, y
muchos menos sobre la suya, dudaba de que tuviera de eso. Se incorporó
poniéndose recta cuando Selena llegó andando a paso rápido con la llave de una
habitación en las manos.
-última planta, la primera puerta a la derecha- les informó mientras le
pasaba la llave a Anya
Las tres chicas se dirigieron al ascensor sin decir palabra. Fue Anya
quien apretó el botón del ascensor y fue ella quien abrió la puerta de la
habitación cuando llegaron. Shana se acomodó en el sofá poniendo los pies sobre
la mesa, había una caja de bombones para dar la bienvenida, la abrió y empezó a
comérselos lentamente, disfrutando del sabor.
-esta noche saldré a buscar información-aclaró Anya
Shana la miró arqueando una ceja.
-¿tú sola?-preguntó- no conseguiste nada sin mí, ¿lo conseguirás ahora?
Victoria soltó una risita por lo bajo al escuchar las palabras de
Shana, la carcajada vino después al ver la mueca crispada de Anya.
-eso ya lo veremos-replicó con acritud Anya
-como tú quieras-respondió Shana ladeando la cabeza levemente- ¿Quién
va primera a la ducha?
-yo- se adelantó a responder Victoria. En un momento estaba frente a
ellas y al siguiente había desaparecido. Lo único que las advirtió de que
estaba en el baño fue el portazo que dio.
-oye-comentó de repente Shana levantándose del sofá-¿habrá servicio de
habitaciones?- no esperó la contestación de Anya, fue hacía el teléfono que
había sobre una mesita y llamó a recepción.
Minutos más tarde no paraban de subir platos a la habitación. Cuando
anocheció las tres ya se habían duchado y comido hasta estar llenas. Shana
sentada en el sofá en la misma posición que ese mañana afilaba las espadas con
una piedra un tanto extraña. Estaba inmersa en esa acción. Anya llevaba más de
una hora sentada en el balcón mirando la ciudad , que ahora brillaba por las
luces de los diferentes edificios y las farolas. Victoria se limaba las uñas
hasta dejarlas en perfectas condiciones. Así pasaron las horas muertas, sin
decirse nada, y sin querer escuchar los asuntos de las demás. Todas tenían
problemas propios de los que preocuparse.
-me voy a comer- indicó Victoria lanzando la lima hacía un rincón de la
habitación- estoy cansada de estar encerrada y necesito algo de acción
-¿comer?¿o más bien beber?- añadió Shana sin levantar la vista,
aparentaba indiferencia pero por dentro le repugnaba esa idea
-sí, -afirmó-beber y sangre, yo no juzgo tus acciones tú no lo hagas
conmigo
-no lo he hecho
Victoria soltó una risa nerviosa muy poco natural.
-se te nota- le dio la espalda y abrió la puerta- y aunque no es de tu
incumbencia, no mato a gente inocente-luego salió
Shana miró la puerta ,ahora cerrada, frunciendo el ceño. ¿una vampira
que no mataba a gente inocente? La idea le parecía ridícula, aunque tampoco
conocía a la raza Shellam para saber porque normas se regían. Y como bien había
dicho Victoria, ella no era quien para juzgar, había matada a gente inocente
sin importarle. Lo único que le retorcía las entrañas era pensar que podía
herir algún niño. No soportaba las injusticias que se cometían con los más
pequeños, ellos no eran capaces de defenderse.
Dejó la espada sobre la mesa, al lado de la otra y echó la cabeza hacía
atrás. Volvía a echar de menos a los niños, a Sisi y a Aarón. Como abrían
disfrutado con tanta comida. Odiaba ese sentimiento de añoranza, la hacía tan
débil, tan parecida a aquellos que despreciaba, pero era algo que no podía
cambiar. El sonido del tráfico llegó a sus oídos cuando Anya abrió la
cristalera del balcón y entró.
-creo que ya es hora-dijo mirándola directamente
Shana asintió. Y al igual que había pasado con Victoria ,vio salir a
Anya mientras ella seguía sentada en el mismo sitio. Se levantó exasperada del
sofá, no sabía que hacer, pero estaba cansada de esa inactividad. Recogió todo el estropicio que habían
liado. Al ver que no había nada más que
hacer y sintiéndose encerrada, se puso hacer abdominales y flexiones en medio
del salón. Tenía que entretenerse de alguna manera. No conocía esa ciudad, y
dudaba de que si salía podría volver a encontrar el hotel, para colmo no tenía
ni pajolera idea de francés. No, no era un buen plan salir a ver la ciudad.
Pero en contra de todo eso, se colgó las espadas a la espalda y se fue.
Una vez en el ascensor, se arrepintió de no bajar por las escaleras,
maldita sea, no había tantas plantas para que fuera tan lento. Tamborileaba los
dedos una y otra vez sobre la pared. La musiquilla de fondo era realmente
exasperante.
La puerta se abrió y cuando dio un paso para salir vio que aún no había
llegado a la planta baja. Con un suspiró de impaciencia que hizo que su
flequillo volara hacía atrás ,se cruzó de brazos y esperó a que un hombre
entrara. Era un anciano que rondaría los sesenta. Al pobre hombre casi le dio
un infarto al ver la cara de pocos amigos de Shana, por no hablar de sus ropas
y las espadas en la espalda. Shana vio como la observaba y le dirigió una
sonrisa fría a la vez que levantaba las cejas a modo de pregunta. Cuando el
ascensor volvió a parar, el anciano se bajó sin importarle la planta.
Tartamudeó una despedida que Shana no se molestó en escuchar. El siguiente
hombre que entró ,no era un anciano ni mucho menos, estaría en la treintena y
sus músculos eran casi tan grandes como su cabeza. Un adicto al gimnasio. Ambos
se ignoraron mutuamente y lo único que ensombrecía el silencio era la dichosa
musiquilla de fondo. La siguiente vez que el ascensor paró fue para dar lugar
al recibidor. Él hombre salió primero, Shana sin saber por qué lo siguió con la
vista. Vio como desaparecía tras una puerta, arriba de ésta ponía
“Gymnase” no había que ser muy
inteligente para saber que había dentro. Bueno, eso era lo que le hacía falta
para entretenerse.
El gimnasio era amplio y estaba
muy bien cuidado, todas las maquinas que conocía, y muchas que no, estaban allí
dentro. Dejó caer las espadas al suelo, complacida con el ruido que hicieron al
caer. Todas las miradas se centraron en ella, todas eran de hombres, ni una
mujer, y todas reflejaban humor al verla allí dentro. ¿pero qué se creían? Por
muy grandes que fueran podía matarlos sin agotarse apenas. Maldito machismo.
Haciendo caso omiso a todos los presentes, miró las maquinas disponibles,
quería practicar fuerza y lo único que podía servirla era las pesas. Colocó 20
kilos a cada lado de la barra. Se tumbó en el banquillo y empezó hacer
repeticiones sin parar. No era débil, al contrario, muchas veces se sorprendía
ella misma de la fuerza que tenía, no era normal que una niña que pesaba 56
kilos pudiera levantar tanto, pero ella lo hacía. Dos hombres fuertes se
colocaron a cada lado, la miraban sorprendidos de que ella siguiera y siguiera
sin parar, pero Shana detectó algo más. Maldito machismo, volvió a pensar,
querían algo de ella. Antes de que le diera tiempo a reaccionar ,cada uno de
ellos le colocó otra pesa de 10 kilos más a en la barra. Casi deja caer las
pesas sobre ella, pero estaba tan furiosa que las levantó, con esfuerzo y los
brazos temblando, pero las levantó.
Cuando dejó la barra y se levantó los hombres estaban atónitos y cabreados,
habían querido jugársela y no lo habían conseguido. Ahora Shana estaba enfadada. Le dio un
puñetazo al que tenía más cerca rompiéndola la nariz a la vez que saltaba para
salir de la trayectoria del otro. Cogió una de las pesas y le dio con ella en
el estómago. Se encogió hacía dentro poniéndose una mano en las costillas y
otra en la nariz sangrienta. Estaba perfecto para que Shana le diera un codazo
en la nuca y lo dejara K.O. Eso fue lo que hizo, aunque tuvo que emplear todas
sus fuerzas para que hiciera efecto en ese pedazo de tío. Mientras todo eso
ocurría ,el resto de los hombres se dejaron de entrenar para ir a por ella. Sus
espadas estaban algo lejos, así que se las apañó cogiendo una de las varas que
se usaban para las pesas. Estaba apuntó de asestarle al segundo hombre que le
había echo la broma cuando la puerta del gimnasio de abrió de repente dando un
fuerte portazo contra la pared. Todos miraron hacía allí olvidando por un momento
la pelea. En el marco estaba Anya, en sus pies había un hombre mayor, flacucho
y que agachaba la cabeza. Anya lo tenía agarrado por el cuello para impedir que
escapara.
-¿es que no puedo dejarte sola un momento?-exclamó frustrada con la
vista clavada en Shana
El flacucho que tenía agarrado se revolvió de repente y Anya le estampo
la rodilla en el estómago. Gimió audiblemente y volvió a quedarse quieto. Ella
ni se inmutó.
-¿vienes o qué?-preguntó
Shana se encogió de hombros y se quitó un mechón de pelo de la cara. Se
giró hacía Anya ante las miradas perplejas de los demás. Unos protestaron y
gritaron que como se atrevía marcharse después de lo que había echo. Shana los
ignoró. Pero uno le cortó el paso.
-de aquí no te vas muchacha, nos queda una cuenta pendiente-dijo con
voz de suficiencia
Ella lo observo lentamente, calmada y sin prisas, luego le ordenó:
-quítate
-¿y si no quiero?
La barra que aún sostenía en la mano derecha fue directa al costado
izquierdo de la cara del hombre. El golpe fue seco ,y brutalmente fuerte. Tanto
que el hombre calló al suelo aullando de dolor. Ella se giró despacio.
-¿algún voluntario más? – el frío que trasmitía su mirada hizo que
todos se quedaran en silencio-eso creía
De nuevo en el ascensor, a Shana ya no le molestaba la canción. Al
contrarió ,silbaba al mismo ritmo sin importarle la mirada elocuente de Anya.
Como había necesitado esa pelea, soltar todo es energía que acumulaba por el
encierro, no soportaba estar encerrada entre cuatro paredes, era como luchar
contra si misma.
Cuando entraron en el apartamento, se encontraron a Victoria tumbada a
lo largo del sofá, bebiendo de un vaso de plateado con una pajita. Bebiendo
sangre. Shana se llevó una mano al estómago pero no dijo nada, eso era
repugnante. Victoria al verlas se limpió la comisura del labio y tiró el baso
por la ventana, luego se incorporó y miró al hombre que agarraba Anya.
-¿quién es?- preguntó, levantándose y acercándose. Ladeó la cabeza
hacía la derecha observando como temblaba.- creo que lo asustaste
-ese era el plan- replicó, áspera Anya. Luego lo empujó contra una
silla con tanta fuerza que el hombre estuvo apunto de caer de espaldas- aun así
no abre la boca
-¿le ofreciste dinero?-preguntó Shana
-sí, pero no sirvió- rezongó exasperada. Había intentado hacer el truco
de los ojos pero de nada servía. Ese
hombre seguramente había dado su palabra de no decir nada bajo juramento, eso
era algo que anulaba el pequeño truco. Una verdadera lata, los humanos no tenían
honor daba igual sus promesas o juramentos, siempre las acaban quebrantando.-
te lo preguntaré una última vez ¿dónde
puedo encontrar a Lázaro Deveroux?
El hombre agachó la mirada sin abrir la boca.
Shana suspiró aburrida. Tenía ganas de irse a dormir después del
ejercicio y la caminata de esa mañana, y ese hombre se lo impedía. ¿es que era
tonto? Se ahorraría muchos problemas si hablaba.
Anya perdiendo la paciencia lo agarró del cuello, presionando con el
dedo gordo la nuez de la garganta. El hombre luchó contra ella intentando
quitarle la mano sin obtener ningún resultado. Cuando sus brazos empezaron
aflojarse y la expresión de miedo fue total, Anya lo soltó. Él, se tiró al
suelo tosiendo con fuerza y llevándose las dos manos al cuello. Tardó un buen
rato en recuperarse y dejar de toser.
-estáis locas-murmuró en francés
-¿qué dijo?- le preguntó Shana a Victoria. Ambas estaban sentadas en el
sofá observándolo todo, entretenidas con el interrogatorio.
- que estamos locas -respondió
-peores cosas me han llamado
-puedo asegurarte, que a mi también
Ajena a la charla de Victoria y Shana, Anya cada vez estaba más
frustrada. Estaba a punto de perder la poca paciencia que le quedaba, y si eso
ocurría, acabaría por matarlo sin darse cuenta. Le pegó un puñetazo en la
mandíbula mandándolo hacía atrás, luego se fue hacía la cocina en busca de algo
con lo que rellenar su estómago. Lo iba a matar si no hablaba ya.
Shana se levantó del sofá y se inclinó lentamente delante del hombre.
-Victoria- la llamó-¿puedes traducirme?
La aludida asintió.
-¿tienes hijos?- le preguntó y Victoria lo repitió en francés.
Él negó con la cabeza. Shana se llevó una mano a la barbilla pensativa.
-¿por qué te niegas hablar?
Él hombre la miró a los ojos y se estremeció, cuando contestó fue tan
solo con un murmullo.
-él me matará-le tradujo Victoria
-si no hablas, lo haremos nosotras- intervino la vampira antes de que
Shana contestara
Y para corroborarlo Shana le rompió el dedo índice de la mano derecha.
El hombre gritó. Una vez se hizo el silencio, Shana siguió con su muñeca. El
crujido del hueso sonó en sus oídos. Anya ya había vuelto y miraba sin
intervenir. Cuando se levantó y cogió el codo para repetir la acción él hombre
habló.
-por favor, no puedo, me matará
Shana estaba mirando a Victoria que traducía, no se giró cuando le
rompió el codo.
-respuesta incorrecta
Al igual que la vez anterior, el hombre gritó y gritó, las lágrimas de
dolor caían por su rostro como un torrente y el odio y el miedo se
entremezclaban en su mirada.
-vampira- dijo Shana, ésta le mostró los colmillos al escuchar el
apelativo por el que la había llamado- dile que si habla ahora, le prometo que
lo mantendré a salvo- la sorpresa en las otras dos chicas fue evidente, no se
esperaban eso. Victoria se lo dijo. El hombre no la creyó. Suspirando, Shana agarró
el hombro.
-esta noche, esta noche tenía una cita en mi bar, una vez al mes va
allí para reunirse con hombres y mujeres de negocios, siempre se queda en la
mejor habitación y desaparece hasta el mes que viene
-tenemos trabajo que hacer- afirmó Anya-¿qué vas hacer con él?- le
preguntó a la sicario
-por ahora dejarlo aquí, ya pensaré en algo para mantenerlo con vida si
Lázaro Deveroux resulta ser una verdadera amenaza.
-yo todavía no sé que buscáis en ese hombre-intervino la Shellam
cruzándose de brazos
-¿tú no decías que solo querías aventuras?- le recordó Shana
-sí, pero también me gusta saber
Shana miró a Anya a modo de pregunta, era ella la que tenía que decidir
si decírselo a Victoria o no. Se encogió de hombros y desapareció hacía la
terraza. Shana lo tomó como una aceptación.
-Anya busca a los Dragones Negros- le explicó- no sé para qué, y ella
no parece muy interesada en decírmelo, tampoco me interesa mucho- y se encogió
de hombros
-¿ y tú qué haces con ella? No parecéis viejas amigas
-es que no lo somos, ella me ha contratado, me manejo bastante mejor
con la escoria que vive al margen de la ley que ella