lunes, 20 de agosto de 2012

Capítulo 2 (mi familia)


-¿ ha visto a esta chica por aquí?- le preguntó el copiloto enseñándole uno de los carteles con la foto de la chica. Tubo que reprimir un silbido al ver la suma ¿ Qué habría echo para que pagaran ese dinero por ella?
-no- negó Anya
El otro policía miraba peligrosamente hacía los contenedores donde había escondido a la chica. Aguantó la respiración nerviosa¿ Dónde iba a encontrar a otra persona  de los bajos fondos que pudiera ayudarla? Si conseguía salvarla se sentiría en deuda con ella , lo suficiente para ayudarla.  Eso ,más el incentivo que pensaba darle harían que tuviera  asegurado la primera parte del plan.

-mire, será mejor que se vaya a casa, esta nos son horas para andar por estas calles- le advirtió algo bruscamente el policía que le había preguntado antes.
Anya asintió y se relajó cuando aceleraron con el coche y siguieron hacía delante sin apartar la vista de la calle buscando a la fugitiva.
La chica salió de su escondite y anduvo con paso seguro hacía Anya. Sus ojos azules aguamarina destacaban incluso a distancia. El pelo era rizado de un color castaño, apostaba que si estuviera limpio sería de un castaño claro y quizás con reflejos dorados, no estaba segura del todo. Como camiseta llevaba una negra de propaganda XXL , pero que ahora estaba cortada por la cintura para que no le quedara tan larga, las mangas también habían desaparecido y en el cuello tenía un corte para poder ponérsela de lado, con un hombro caído. Los pantalones eran vaqueros cortos,muy muy gastados. Y los zapatos... llevaba unas botas de cuero negras de estilo militar, se parecían a esas que se ponían los rock and rolleros. Junto con ese conjunto, dos espadas cruzadas a la espalda. Le extrañaba que no llevara un pistola como hacían casi todos los humanos. Esa chica o era muy lista, o una estúpida con letras mayúsculas. Basándose en lo que había visto en el bar, optaba por la primera opción, al fin y al cabo, una bala a penas hería a un demonio pero te daba la opción de distraerlo y huir, en cambio, si le rebanabas el pescuezo, bueno, eso era otro cantar. Y esa sicario parecía de las que se quedaban a luchar y no corrían hacía la dirección opuesta. Tenía que admitir que incluso con esas pintas, la chica era guapísima. Si la vestían correctamente y se daba un buen baño no tendría comparación con ninguna otra. Era extraño, le recordaba a las personas que su madre le describía en los cuentos, de una elegancia y belleza clásica.

-¿Por qué me has ayudado?- preguntó Shana plantándose enfrente de ella, nadie te echaba una mano por nada, no en estos barrios.
-quiero hacer un trato contigo-dijo Anya levantándose y rebuscando en uno de los bolsillos traseros de pantalón
-¿qué clase de trato?- preguntó Shana cautelosa, después de lo ocurrido la última vez que la contrataron extrañaba que alguien quisiera tenerla a su servicio, y esa chica que la miraba con ojos negros tenía que tener dinero para contratar a quien quisiera. Su piel suave sin ninguna imperfección, su ropa extremadamente limpia y las uñas largas y cuidadas parecían un cartel fluorescente indicando DINERO, y eso le gustaba a Shana. No iba a poner pegas al trabajo para el cual la quería contratar.
-necesito encontrar a los dragones negros, quiero que me lleves hasta ellos
Shana abrió los ojos mostrando su sorpresa olvidándose por un momento del dinero. Solo eras capaz de encontrar a los dragones negros si ellos querían ser encontrados. Eran conocidos como una selecta secta creada a finales del siglo XVII compuestas por los mejores espías, lo sabían todo de todos y vendían su información al mejor postor. Pero para hacerlo, primero, tenías que encontrarlos, segundo, caerles en gracia, si te veían y no les gustabas no había nada más que hacer, y tercero, encontrar algo que les interese lo suficiente para cambiarlo por su información. Anya le pasó un fajo de billetes de quinientos .Shana lo agarró al vuelo mirándolo especulativamente. Sopesaba interiormente las opciones de lo que esta chica le pedía. En el fajo había fácilmente el triple de que lo había robado en el bar. Los chicos tendrían comida para medio año, fue lo primero que pensó al ver tanto dinero junto.

-no se donde se encuentran los dragones negros- dijo Shana pasado un buen rato- pero conozco a alguien que sí,
Anya sonrió, por fin iba rumbo de una buena pista.

-esto-siguió diciendo Shana enseñándole el dinero- es el adelanto
Anya la miró arqueando un ceja “aparte de sicario y ladrona, ambiciosa” pero le daba igual, podía permitírselo, y estaba ansiosa por conseguir esa maldita información.

- de acuerdo, pero si te atreves a engañarme lo lamentaras el resto de tus días
Lejos de intimidarla  Shana la miró escéptica con una sonrisa socarrona.

-menos mal que no eres tan inocente como pareces con esa cara angelical- comentó Shana dándose la vuelta e introduciéndose en una de los callejones- supongo que si te pido que me esperes aquí, no lo harás
-supones bien
Shana resopló.
Encabezó la marcha a paso rápido, pasó por callejones, saltaron vallas, se agacharon para entrar en agujeros y se colaron por varios jardines de algunas de las casas para llegar a su destino. El cuerpo de Shana estaba en tensión, sabiendo que no solo había aceptado el trabajo por el dinero, tenía una excusa para volver a la casa aunque solo fuera cinco minutos. Y ahí estaba

. Una pequeña casa de madera, era muy vieja pero se sostenía con seguridad, incluso tenía un jardín, solo que sin hierva bonita como la que salía  en las películas. Un chico de ojos marrones abrió la puerta de la casa, tenía una media melenilla morena  por las orejas y el flequillo le caía sobre los ojos cuando corrió hacía ella. Shana se dejó caer al suelo de rodillas abriendo los brazos y abrazando con todas sus fuerzas a ese pequeño que pronto cumpliría ocho años . Tras él, su hermana gemela, corría agarrándose el vestido andrajoso y sucio por encima de la rodillas.Se unió al abrazo con un impactó que casi hizo caer a Shana al suelo.Eran  Samuel y Paloma.

-has vuelto, has vuelto- gritó Paloma aferrada a su cuello
Shana no tenía la fuerza en ese momento para negarselo. Alzó la mirada hacía el pequeño porche de la casa donde había mas niños reunidos. Un rubia de seis años la miraba sonriendo, arrastraba un peluche de un oso sin ojo. Sandra. Otro ,un año más pequeño, de piel oscura y pelo castaño agarraba la mano de la pequeña. Israel. Sonrió sin soltar a los gemelos agradecida por poder pasar algo de tiempo con ellos. Sisi salió en ese momento de la casa bastante alterada. Tenía una melena rizada anaranjada y pecas por todo el puente de la nariz, sus ojos eran de un verde claro. Sostenía un niño pequeño de un año. Cámeron. Sisi andó hacía ella aguantando las lágrimas. Se paró justo en frente y Shana se levantó sosteniendo en su cintura a Paloma y a Samuel de la mano. Ninguna dijo nada, se miraban mutuamente reconociéndose. Aliviadas de que ambas estuvieran bien. Sisi tenía la misma edad que Shana pero tan solo llevaba viviendo en esa casa cuatro años. Cuando sus padres murieron en un accidente de coche, la tutela de Sisi pasó a su tío, todo habría salido bien si el hombre que tenía que cuidarla no se hubiera vuelto loco y le pegara palizas de tal magnitud que llegaba a partirle los huesos, sino la tratara como una criada, sino la violara mientras ella luchaba y rogaba que la dejara, pero hizo todo eso y más. Shana la encontró un noche acurrucada en la calle, estaba tan malherida que pensó que estaba muerta. Ni siquiera se habría fijado en el bulto que había tras el contenedor sino hubiera sido por la melena anaranjada que atrajo su atención. La llevó al hospital con dificultad pero no se rindió, estaba decidida a salvar a esa chica que seguramente había tenido que sufrir tantas penas como Shana.Cuando estuvo lo suficientemente recuperada para poder caminar le hizo un sitio en esa vieja casa. Pero no todo acabó ahí. Sisi ayudaba a cuidar de los niños más pequeños, ya que al no haberse criado en las calles no tenía idea de robar y era muy mala para mentir, sin embargo, fue una ayuda inestimable para la casa y la protección de los demás. Hasta que un día apareció su tío en la puerta. Gritaba exigiendo que Sisi volvería con él, que legalmente le pertenecía. La agarró del pelo tirándola al suelo y cuando él intentó bajarse los pantalones, Shana le disparó entre ceja y ceja. Cayó inerte al suelo. Shana tan solo tenía quince años cuando apretó el gatillo. Sisi entre lágrimas corrió hacia ella impactada por lo sucedido, sin querer admitir en voz alta lo agradecida que estaba. No podía sentir pena por su tío, solo una terrible liberación al verlo muerto y no se sentía culpable por ello. Entre las dos se deshicieron del cuerpo y nadie volvió a saber nada de ese hombre. No contaron nada, nunca, a nadie, pero la mirada de Sisi jamás dejó de tener ese brillo de gratitud, desde entonces no solo eran dos muchachas que cuidaban de niños más pequeños, eran amigas.

-volviste- tan solo fue un susurro pero en el silencio que se había creado se escuchó a la perfección.
Shana cerró los ojos con fuerza y negó con la cabeza lentamente. Dejó a Paloma en el suelo y se descolgó la mochila del hombro para dársela a Sisi, dentro estaba lo recaudado en el bar y todo lo que le había dado la rubia. Se la pasó.

-es para vosotros, tendréis suficiente dinero para bastante tiempo ,incluso podréis arreglar la hornilla o la ventana de arriba
Sisi asintió sin decir nada, sabía que le dolía tener que volver abandonarlos y no quería que fuera más difícil de lo que ya era. Entonces el ruido de la puerta chocar contra la pared llamó la atención de todos. En el marco de la puerta estaba Aaron. Shana sintió de repente que le faltaba el aire y las rodillas perdían la fuerza para sujetarla. Ahí estaba él. Después de seis meses no había cambiado nada. Pelo moreno, ojos marrones, metro ochenta y dos, fuertes brazos, espaldas anchas. Ahí tenía la razón por la que no quería volver, no era capaz de despedirse de él. Se había acordado de su sonrisa, del hoyuelo que se le formaba cuando reía despreocupadamente, de como se le formaban pequeñas arrugas en la frente cuando se enfadaba y de todos lo recuerdos que tenía con él, lo conocía desde que tenía uso de razón.

-Shana
-Aron- no era capaz de decir nada más

Caminó hasta quedar mirándose a los ojos.

-¿viniste para quedarte?
Las palabras se le atascaron en la garganta.

-no- logró decir no sin esfuerzo
Él asintió estoicamente y miró por encima de su hombro. La chica rubia estaba parada mirándolos. Los brazos cruzados en el pecho sin abrir la boca. Incluso después de pasar por todos lo sitios que habían recorrido antes de llegar a la casa ,ella seguía estando impecable.

-me ha contratado- explicó Shana antes de que él preguntara, su mirada estaba de vuelta en ella- necesito tu ayuda

Aaron cerró los ojos aspirando fuertemente, sus dedos temblaron por el deseo de acercarla pero no lo hizo.

-vamos dentro-se giró y entró

viernes, 10 de agosto de 2012

Capítulo 1, Encuentro en un antro de mala muerte


Anya  se percataba de todo lo que sucedía en ese bar, cada movimiento, palabra y suspiro llegaba a sus oídos. No sabía que hacía en ese tugurio de mala muerte, desde luego no había pensado acabar andando por esas calles de los bajos fondos de la ciudad, al menos no esa noche .Pero no se levantaba del asiento para irse. La sensación de que algo iba a ocurrir  no desaparecía, y cada vez era más molesta. Decidió aprovechar el echo de estar en ese lugar para sus beneficios. Llevaba tres meses de búsqueda sin resultado,y  estaba harta, a partir de ahora seguiría el consejo de ese viejo que había encontrado hacía unas semanas.

-no conoces los tugurios de la ciudad ¿cómo pretendes encontrarlos?- le había preguntado el viejo
Anya había pensado con esa lógica varias veces. Llevaba preguntando y buscando información sobre los dragones negros desde la muerte de sus padres y todo había sido en balde.
-si quieres mi consejo-empezó a decir de nuevo el hombre – bueno, te lo diré de todos modos ,aunque sé que vas hacer oídos sordos,-suspiró- busca a alguien que se maneje por esos sitios,alguien que conozca lo que se trama por los bajos fondos.

Como bien sabía el viejo, había ignorado de pleno el consejo .No obstante, varias semanas después ,y seguir sin una buena pista, le hizo recapacitar. Era indignante que ella, hija de dos de las criaturas más antiguas, un ángel y un demonio, tuviera que acabar mendigando por información.
La puerta del bar se abrió y una chica con unos pantalones ajustados negros y botines de tacón entró dentro, no podía verle la cara, ocultaba el rostro tras una capucha. Nadie le prestó atención, andaba sigilosamente como si quisiera pasar desapercibida, solo ella que estaba pendiente de todo, la siguió con la vista. Pasó por su lado y detectó un leve olor, ¿sangre? Podía ser, ya no se extrañaba de lo que podía encontrarse por la calle. La chica se sentó en una de las mesas del fondo a su espalda por lo que dejó de verla, pero sí podía oír sus movimientos. No bajaría la guardia en un antro como ese.
Los gritos que surgieron al otro lado del bar hizo que se olvidara de la joven que había entrado.

-maldita cría, suelta lo que es mío
Era el dueño del bar, tenía agarrada a una chica por el brazo y se lo retorcía hacía atrás. Shana se irguió como pudo fulminando al hombre con la mirada.
-suéltame- siseó con voz venenosa
Había sido un estúpida al dejarse pillar tan fácilmente, hacía años que no robaba . Ahora le hacían encargos y ella cumplía. Era conocida como la sicario de ojos de cristal. Cada vez ganaba más por hacer menos, sus trabajos siempre eficientes, rápidos y limpios le habían dado un fama muy beneficiosa. Era conocida como la mejor entre todos los mercenarios,  pero cometió un error .Y ahora le quedaba eso .Volver a robar.  Debía admitir que había perdido su toque si la habían cazado con las manos en la masa, de niña era capaz de quitar el reloj a un policía mientras  hablaba con él. Suspiró intentando salir de la situación sin crear mucho alboroto.

-mira, lo digo por tu bien, sueltame y dejemos las cosas como están
El hombre soltó un carcajada apretándole el brazo con más fuerza.
-ni lo sueñes, la policía estará encantada de meterte entre rejas, sucia rata
En ese momento la paciencia y el lado conciliador de Shana se esfumó. Se soltó del brazo con un movimiento brusco, y  en vez de salir corriendo le plantó cara al hombre. Era igual de alto que ella. Sus ojos azules se volvieron fríos mientras lo miraba haciendo que él retrocediera un paso y tragara compulsivamente.
-tú...tú eres la asesina que todos buscan, la chica de los bajos fondos,

“A la mierda”, pensó Shana, es que ya no podía pensar con claridad. Era lo que tenía no comer con regularidad y dormir donde podía. No le extrañaba que la calificara de asesina, esa era la mirada que utilizaba para intimidar .Y esa misma mirada era la que estaba dibujada por todos los lugares de la ciudad, justo debajo ponía una enorme recompensa por su cabeza. Era buen momento para huir antes de que el sentido codicioso de los demás presentes se despertara e intentaran capturarla.

-muchachos, ofrecen cincuenta mil euros por esta niña-gritó el dueño del bar a todos los hombres
Todas las miradas se dirigieron hacía ella. Tardaron algo en reaccionar pero segundos después ya se habían levantado varios de los presentes y se dirigían hacia ella. Shana se dio la vuelta clavando la mirada más envenenada que tenía en el dueño. Este quiso correr hacia la cocina al percatarse de que acaba de de enfadar a una famosa asesina. Pero Shana lo detuvo agarrándolo del hombro y pegándole un puñetazo en la nariz, sin dejarle tomar aliento, le propinó otro en la mandíbula haciendo que recorriera el camino hacía la cocina con el doble de velocidad. El dueño acabó quemándose el delantal con el fuego de gas. No tubo tiempo de mirar que más le sucedía porque ya tenía a un hombre que la atacaba por la espalda. Se dio la vuelta con velocidad y le pegó una patada en el pecho. Calló sobre un viejo tocadiscos “por los dioses ¿quién tenía un tocadiscos en pleno siglo XXI?” Mientras se libraba del agarre de otro hombre una canción del susodicho tocadiscos empezó a sonar  Elvis preseley, Estaba sonando Jailhouse rock de Elvis Preseley. No daba crédito a lo que estaba oyendo. Sonrió subiéndose en una de las mesas y pegándole otra patada a uno al ritmo de la música. Llevaba mucho tiempo sin acción, al final no iba a estar tan mal.  Cambió de idea cuando uno de los hombres, no ,eso no era un humano, los enormes dientes tan afilados como cuchillos lo desmentían. Desenfundó una de las espadas que tenía sujeta a la espalda y le cortó el cuello. No se equivocaba, la sangre negra que manchó sus piernas lo confirmó .Y encima llevaba pantalones cortos. Le iba a costar sacar esa cosa pringosa de su piel. Los sonidos de las sirenas que indicaban la llegada de la policía hizo que dejara de importarle la sangre, la música y los demás hombres. Era hora de marcharse. Saltó de la mesa  y agarró la mochila donde había metido el dinero. Se la colgó dando un codazo en el abdomen a la mujer machorra que intentaba cortarle el paso y salió por una de las ventanas que daban a la calle trasera. Corrió por un par de calles y se escondió en uno de los muchos callejones sin luz que había en esos barrios. Se agazapó cada vez más en la oscuridad escuchando el alboroto que hacían los demás buscándola. Pronto harían batidas en su busca, valía mucho dinero. Recuperó el aliento varios minutos después de la enorme carrera. Sabía donde estaba y lo que tardaría en llegar al motel donde se había colado la noche anterior. Esperaba que no hubieran alquilado la habitación, era la única ventana a la que podía acceder desde la calle. Ahora solo le quedaba esperar a que  pasará la policía. Eso parecía algo sencillo sino hubiera escuchado un ruido a su espalda. El reflejo de la navaja fue lo primero que vio y saltó fuera de su trayectoria para escapar del corte. Rodó por el suelo y se levantó con una de las espadas ya en su mano. Era un vagabundo, apenas podía verlo por la oscuridad, pero se notaba que era un ladrón de tres al cuarto

-dame todo lo que tengas- exigió él acercándose a Shana con la navaja por delante
Shana sonrió en la oscuridad. No sabía que iba bien armada. Todo estaba oscuro y tenía que entrecerrar los ojos para captar cualquier movimiento por parte del ladrón. Estaba acorralada contra la pared y eso le daba ventaja.

 Pero en ese momento las nubes negras que cubrían el cielo se abrieron ,dando paso a la luz de la luna que iluminó todas las calles de la ciudad. La balanza cambió y la ventaja fue para Shana, ya que él no podía verla. Ella se mantenía oculta en la oscuridad de las sombras, en cambio, el hombre quedó bajo la luz de la luna llena.
La ironía de la situación no se le escapó a pesar de lo atenta y concentrada que estaba a cada movimiento del hombre. Intentaba robarle a ella ¡¡A ella!!  Si estuviera aquí su amiga Sisi diría que la había castigado Dios. Pero ella no creía en  ningún Dios. Así que echó la culpa a la mala suerte que la perseguía últimamente. El vagabundo cansado de la falta de respuesta por parte de Shana  embistió contra ella. Shana se giró hacía la izquierda y le golpeó con el mango de la  espada en la nuca. Cayó al suelo gritando de dolor mientras un charco de sangre corría por su cuello. Shana le retorció la muñeca y lo giró hacía arriba. Luego se sentó a horcajadas sobre él agachándose hasta que sus cuerpos quedaron totalmente pegados. Ahí se dio cuanta de algo.
Él no era un vagabundo.
Tampoco un simple ladrón.
Manteniéndolo sujeto bajo ella para que dejara de retorcerse intentando escapar, apartó el abrigo y vio sus ropas. Eran relativamente nuevas y estaban bastantes limpias. Él no olía del todo mal. Desde luego se había duchado no hace mucho, cosa que uno de la calle no tendría como lujo. ¿quién era este hombre que intentaba matarla por la espalda?¿otro que quería cobrar la recompensa?
Eso no iba a poder ser.

-te equivocaste de chica-le susurró al oído con un toqué tenso en la voz, la había cabreado- yo soy la mala de los cuentos
Él, asustado ,la miró a los ojos. Esos ojos de cristal, que en esos momentos parecían no tener vida. Shana  le clavó la espada entres las costillas hasta llegar al corazón. Notó como el hombre daba su último suspiro bajo su cuerpo y  se apartó antes de mancharse de sangre. Observó al hombre y el brillo de su muñeca captó su atención. Se agachó de nuevo  y levantó la ropa que ocultaba el reloj. Un buen reloj.

-bueno, tú ya no lo vas a necesitar -dijo ella mientras se lo quitaba y lo abrochaba en su propia muñeca
Lo registró de arriba bajo pero no encontró nada más de valor. Limpió la espada en el abrigo del hombre y volvió a guardarla en su funda. Salió del callejón justo cuando pasaba el coche patrulla. “Por los infiernos, ya creía que los había despistado” Pero no,  los encontró de frente. Se dio la vuelta a toda prisa derrapando con los pies y colocando su mano derecha en el suelo para no perder el equilibro. Corrió lo más rápido que le dejaban las piernas mirando a su alrededor en busca de una vía de escape.
Anya vio como la chica que había robado en el bar se acercaba a donde estaba ella. Eres las chica de los bajos fondos había dicho el hombre. La frase captó su atención en seguida, esa chica era lo que necesitaba. Cuando pasó por su escondite la agarró del brazo y la atrajo hacía su dirección. La chica se revolvió y estuvo apunto de darle un puñetazo para liberarse. Por suerte, Anya era buena en reflejos y lo esquivó.

-te voy ayudar ,inútil
 Shana se quedó quieta al escucharla. La miró sorprendida y se encontró con unos ojos negros como la noche y un pelo rubio como el sol recogido en una coleta, que contrastes tan extraño, pero no por eso era menos hermoso. Anya al darse cuenta de que había captado la atención de la ladrona la empujó detrás de un contenedor.

-quédate ahí- le ordenó y cruzó la calle a toda prisa para sentarse en un banco de enfrente, a la espera de que pasara la policía. La espera no se le hizo larga. No acaba de sentarse cuando el coche de luces azules y rojas se paró delante de ella.
 

* Destinos Cruzados * © 2008 . Design By: SkinCorner