sábado, 29 de septiembre de 2012

Capítulo 5 (disparos)


-Bueno ¿me vas a decir ya lo que quiero saber?- inquirió Anya dejando de andar y clavando sus ojos negros en la otra chica
-sí, supongo que este es un sitio tan bueno como otro- le contestó mirando la calle en que se encontraban, no había nadie más- verás tenemos que encontrar a Lázaro Deveroux, el tiene un mapa de uno de las guaridas de los dragones
Anya cambio el peso de un pie a otro intentando disimular su nerviosismo.
-se que vive en una ciudad de Francia llamada Metz
- no está nada mal- comentó Anya, debía concederle un elogio, había conseguido en una noche mucho más que ella en varios meses
-por cierto me llamo Shana, si vamos a trabajar juntas necesitaré saber tu nombre
-Anya
- bien- dijo Shana con un movimiento de cabeza, uno de sus rizos se interpuso delante de sus ojos y lo colocó tras su oreja- entonces  es hora de coger un avión, pagas tú
-¿avión?- exclamó la del cabello rubio-yo no me monto en esos trastos, no los necesito
Shana le lanzó una mirada especulativa de arriba abajo. La forma en que dijo la última frase había captado su interés.
-¿tienes alas?
-yo no he dicho eso- replicó Anya
-tampoco lo has negado- y sonrió socarronamente-el aeropuerto está a varias horas y conseguir un avión hacía Francia va a ser difícil
Anya puso los ojos en blanco.
-yo puedo encargarme de eso
-no tengo pasaporte- añadió ,se sentía avergonzada de retrasar el trabajo pero lo ocultó bajo su  desafiante mirada
-yo tampoco
-¿entonces cómo...?
-he dicho que yo me encargo ¿cuanto tardaremos en llegar al aeropuerto?- preguntó cambiando de tema y centrándose en lo que de verdad le interesaba
-andando, varios horas, muchas –le explicó Shana frunciendo el ceño ante la perspectiva de andar hasta allí, no sería la primera vez
-cogeremos un taxi, ahora vamos- ordenó la otra
Se adelantó y comenzó andar. Anya tubo que detenerse cuando no supo porque camino seguir. Miró hacía Shana que sonreía con suficiencia alzando una ceja y pasó pos su lado manteniendo esa sonrisa. Luego giró a la derecha.
Siguieron el camino en silencio. Solo los ruidos de la ciudad se filtraba por esas calles. Coches, peleas de bares, mujeres ofreciendo su cuerpo y ruegos de mendigos. Ninguna de las dos hizo el menor caso a lo que sucedió a su alrededor. Shana concentrada en el camino y Anya pendiente de su compañera. Así hasta que Anya sintió una extraña sensación detrás suya. Agudizó el oído intentando captar algo a sus espaldas y las pisadas de otra persona no le  pasaron inadvertidas. Giró la cabeza pero ya no había nadie. Genial, estaban siendo seguidas.

-hummm, Shana- la llamó en un murmullo- nos están siguiendo
La otra chica ni siquiera se giró.
-ya lo se-contestó entre dientes-cuando giremos en la próxima curva, escóndete, y hazlo rápido
Anya odiaba que le dieran ordenes, más ese no era el momento de ponerse  a discutirlo. Y en ese territorio la experta era Shana, tendría que seguir sus consejos. Llegaron a la esquina. Nada más desaparecer de la vista de su perseguidor Anya dio un saltó y se agarró a una de las ventanas viejas de ese edifico. Shana se quedó abajo esperando a su adversario. Se toparía con él en cuento pasara por la curva. Desenvainó una de las espadas sosteniéndola por encima de la cabeza. Luego miró hacía la ventana a más de cuatro metros del suelo donde se encontraba Anya. Sus ojos formulaban una pregunta no dicha ¿cómo diablos había subido hasta allí?
Anya se encogió de hombros indiferente. La aparición de su perseguidor hizo que se librara de contestar. Shana lo atacó acorralándolo contra la pared y con la espada en su cuello. Anya identificó al momento quien era. La misma altura, complexión y ropa que tenía hacía unas horas, incluso el mismo olor a sangre. Era la chica que había visto entrar en el bar.Saltó al suelo en el momento que Shana le quitaba la capucha mostrando el rostro de esa chica. Pelo largo moreno, ojos dorados y facciones finas. Era delgada, y a pesar de llevar varios centimetros de tacón Shana le sacaba un palmo. Sus labios esbozaban una sonrisa mordaz enseñando los colmillos.



-¿una vampira?- exclamó Shana asqueada, la última vez que se enfrentó a un vampiro casi la mata. Eran jodidamente difíciles de acabar con ellos. Al final el vampiro se había cansado de ella y se fue, eso sí, con un cuchillo incrustado en su corazón. Shana sabía que no moriría por eso, pero le dolería curarse, y mucho.

La mujer morena la miró escandalizada.
-¿un vampiro?¿ tengo pinta de ser una vampira?-gritó ofendida- soy una Shellam
Anya llegó a su lado a tiempo para escuchar las últimas palabras. Bufó sin comentar nada.

-¿qué se supone que es una Shellam?- preguntó Shana sin apartar la espada ni un centímetro de su cuello
-No puedo creer que me compares con un vampiro, con esas ratas chupa sangres- parecía estar totalmente ajena al peligro que corría y a la afilada arma que rozaba su cuello- para empezar, los vampiros son adictos, y repito adictos a la sangre, ya sabes como si fuera una droga, nosotros no, podemos vivir sin sangre aunque no lo hacemos, nos proporciona energía y más poder, a diferencia de los vampiros- la última palabra la dijo haciendo una mueca-  podemos controlarlo perfectamente, no vamos por ahí abriendo gargantas, los humanos se ofrecen a nosotros y bebemos si causarle un problema, luego pueden seguir con su vida perfectamente, además, los vampiros son muy fáciles de matar, un poquito de fuego  y puuff

Anya que ya conocía de sobra la diferencias entre una raza y otra la cortó antes de que siguiera hablando.

-¿por qué nos seguías?-su voz sonó fría y mortífera hundiendo su mirada oscura en los ojos de esa Shellam , esos ojos dorados que brillaban con luz propia en medio de la noche
-podéis quitarme esta espada, es molesta- se quejó poniendo la mano sobre el metal e intentando apartarla.
Eso era lo  último que tenía en mente hacer Shana pero la mirada de Anya le dijo que lo hiciera. Tal vez fue por la forma tan intimidatoria en la que habló antes, o que ya no parecía una simple humana .Sino un ser que irradiaba poder y respeto por todos sus poros, el caso es que hizo lo que le pidió en contra de todo lo que le decían sus instintos y reglas de supervivencia.

-gracias- agradeció la Shellam dando varios pasos para separarse de la pared-no era por nada en especial, es que vi a esta humana peleando en la bar- y señaló a Shana, luego sonrió con alegría, era una extraña sensación ver a esa chica riendo como una niña y que tuviera  esos ojos brillando en dorado como si fuera una serpiente- fue divertido, y veréis me e escapado de mi casa en busca de emociones, parecía que tú podías dármelas

Shana la miró incrédula.¿ de verdad pensaba que se iba a tragar ese cuento? Y aunque fuera verdad. ¡¡ella no era ningún mono de feria para entretener al personal!! 
A Anya sin embargo, no le resultaba tan extraño lo que decía la Shellam. Sabía que esa raza vivía mucho tiempo, se les consideraba inmortales y el aburrimiento se hacía muy pesado para algunas personas.

-¿pretendías seguirnos toda la noche solo para ver que pasaba?- preguntó Anya
La Shellam asintió.
-no me lo puedo creer-comentó Shana sin entender ese comportamiento-¿y así por cuanto tiempo?
- la verdad es que no lo había pensado- frunció el ceño contrariada a la vez que se enganchaba uno de sus mechones negros en su dedo índice -supongo que cuando me cansara de vosotras- y se encogió de hombros- bueno ahora podemos ir juntas, mi nombre es Victoria
-NO- negaron ambas a la vez
Shana no quería tener a una rara vampira o lo que fuera durmiendo a su lado, y Anya no  necesitaba más peso en su equipaje, ya era suficiente con una , dos ya era de más.
El aire cambió de dirección y un olor nuevo captó la atención de Victoria. Allí había alguien más al acecho. Frunció el ceño prestando atención a los sonidos de su alrededor. El goteo de un tubería rota, pasos de ratas, el claxon de un coche y ahí estaba. Luego tan solo oyó un clic, suave, a lo lejos, apretando el gatillo de un arma. La bala cortó el aire y recorrió la distancia hasta las tres chicas, iba directa a la cabeza de Shana. Victoria actuó atrapando la bala en su mano derecha cuando estaba a tan solo cinco centímetros de la cara de Shana. Las otras dos la miraban sin dar crédito a lo que había pasado, no entendían que había sucedido, pero sí se dieron cuenta de que acababa de salvar la vida de Shana. Otro clic.

-al suelo- gritó Victoria y los disparos resonaron por todo doquier

viernes, 14 de septiembre de 2012

Capítulo 4 (un adiós)


Llegó hasta la puerta pero él no le permitió abrirla. La sujetó por una mano y le dio la vuelta. Él estaba muy cerca.

-esa no es manera de despedirse, no para nosotros- le puso la otra mano en la cintura,- hace seis meses te fuiste sin ni siquiera avisarnos-su tono de voz revelaba que aún no la había perdonado por eso- y esta vez no será un simple adiós- pegó su cuerpo con el de ella y la besó.
Ningún beso dulce, no, fue de anhelo de sentimientos reprimidos. Shana sorprendida al principio no supo que hacer. Pero Aarón profundizo el beso más y más haciendo que ella se perdiera con su tacto, con su sabor. Y dejó de pensar. Se entregó al beso porque sabía que eso era lo único que iba a tener. Las manos subieron al cuello de él mientras que una de las de Aarón estaba en su cuello y la otra en su espalda, impidiendo que se apartara. Era imposible salir de la prisión de sus brazos, y no quería hacerlo. No lo volvería a ver, podía dejarse llevar por los sentimientos aunque solo fuera esa vez. Sería un bonito recuerdo. 



Entre jadeos se separaron. Se miraron sin saber que decirse. Pero tampoco había nada que añadir. Esta vez Shana sí abrió la puerta. Lanzó una última mirada por encima del hombro y salió.

Mientras tanto Anya esperaba en el jardín, mirando a toda la panda de críos que correteaban a su alrededor observándola como si de un extraterrestre se tratase. La más estresante de todos  era esa de pelo naranja que no le quitaba los ojos de encima. Era la mayor,  y miraba a todos los niños con aire protector. Se quedó sorprendida cuando la ladrona a la que le había pagado le dio todo el dinero a esa chica. Todo. No sabía que pensar. Pero le daba igual mientras la llevara hasta los dragones negros. Ese era su único objetivo, o al menos el primer paso para conseguir su verdadero objetivo. Vengarse de aquellos que mataron a sus padres. Miró la casa con más detenimiento, total, no tenía nada que hacer mientras esperaba. Y estaba realmente mal. ¿de verdad vivían ahí? Era de madera pero incluso a esa distancia podía ver que algunos lugares tenían termitas. Si eran ladrones cómo no podían conseguir algo de dinero y vivir en un sitio mejor. Uno que no se cayera en mitad de la noche, por ejemplo. Lanzó la mirada a los niños y obtuvo su respuesta. Alimentar y cuidar de tantas personas tenía que ser costoso. Siguió mirando la estructura de dos pisos, con el porche, un pequeño balcón en una de las ventanas del segundo piso y una azotea en una de los laterales. El otro lateral acababa en pico. Tenía pinta de casa monster, rollo película de miedo.
Un ruido rompió el silencio. ¿eso había sido un rugido? Miró hacía abajo y se encontró con la cría de un guepardo a dos metros suyo. Claro eso explicaba el ruido. ¡¡¿pero que coño hacía un guepardo en medio de la ciudad?!! Entrecerró los ojos cuando él lanzó otro rugido. No se asustó, más bien se estaba cabreando. Las risitas de los niños llamó más su atención que el mismo guepardo¿ no se asustaban?.
Observó  uno a uno a los presentes .“venga ya” pensó sarcástica cuando vio que faltaba la chica rubia del porche. La del pelo zanahoria confirmó sus pensamientos con la siguiente frase.

-Sandra, compórtate- le regañó al guepardo
Este, más bien, ésta, agachó las orejas y se situó detrás de la chica. No rugió pero le enseñó los colmillos señalando su disconformidad a que ella estuviera ahí.

-¿Cambiantes?- preguntó Anya curiosa, prestando más atención a los demás niños
-sí, la mayoría- le respondió “zanahoria”. Sí, la llamaría así, hacía juego con su pelo. Ocultó una sonrisa antes sus pensamientos

Los qué no eran Cambiantes ¿Qué eran? Se preguntó devolviendo la atención hacía el patio. Conocía bien a la raza de los Cambiantes, eran humanos que sin saber por qué habían mutado hasta poder convertirse en una animal a su antojo, el animal en el que se convertían siempre dependía del carácter y la personalidad del humano, y siempre sería el mismo animal para el resto de su vida. Que una cría de cabellos rubios que no medía más de un palmo se convirtiera en una guepardo le parecía de lo más gracioso. Su curiosidad no paraba de aumentar con los habitantes de esa casa. Empezando por la ladrona que había encontrado en el bar, hasta el niño más pequeño que sostenía la del pelo estridente en brazos.

-mi nombre es Sisi
Anya la miró sin contestar. No había preguntado. Suspiró exasperada cuando “zanahoria” no apartó la vista esperando a que se presentara.

-Anya

Por fin. La ladrona salió de la casa  y no tardó en estar a su lado.

-todo listo- afirmó sin mostrar ninguna emoción en el rostro
-bien, ¿sabes dónde encontrarlos?-preguntó Anya
-mas o menos, luego te explico
Esa respuesta no le gustó en absoluto pero no se quejó. Vio como Shana se despedía de los demás intentando sacar más información sobre ellos. ¿los niños cambiantes podían ir a una escuela pública? No lo creía. Desde el descubrimiento de la magia se habían creado diferentes instituciones para todas las razas que iban a  apareciendo, ahora había escuelas de magos, humanos, duende, etc, etc ¿pero Cambiantes? Eran demasiado inestables. Creía recordar haber leído algún artículo sobre los pros y los contras de juntar a muchos Cambiantes en un mismo recinto, como en un colegio, y que los contras habían sido superiores. Sintió lastima. ¿a qué venía ese pensamiento? Le daba igual que hicieran esos niños medio animales.

-no dejéis de estudiar¿ de acuerdo? Y lavaros los dientes antes de acostaros, no os peleéis y hacer caso a todo lo que os digan Sisi y Aarón,
Todos los niños asintieron y les dio un abrazo por turnos. La última fue Sisi.

-cuídate, por favor -le rogó
-siempre lo hago, espero que tengas suerte con ese trabajo de camarera
Ambas se sonrieron.
-yo también,-hubo un silencio-no quiero decirte adiós-susurró Sisi
-no lo hagas,
-¿volverás?
Shana pasó la mirada por cada uno de los niños, no sabía si podría estar apartada de ellos para siempre.

-quien sabe- le contestó encogiéndose de hombros
Se reunió de nuevo con Anya y se fueron por donde habían venido, escuchando de fondo el llanto de los niños.
 Poco a poco todos fueron entrando en la casa, hacía varias horas que había anochecido  y empezaba hacer frío. Sisi acostó a Cámeron en la cama con Candela, la pobre había tenido un fuerte dolor de estómago y se había acostado pronto. Luego bajó al salón. Ahí estaba Aarón ,con la vista clavada en la ventana perdido en sus pensamientos.

-Sisi ¿cuándo empiezas el trabajo?
- dentro de un mes- contestó sin saber por qué le preguntaba sobre el trabajo  en ese momento
-me voy-aunque lo dijo con voz firme se notaba que no estaba seguro de esa decisión
La declaración la pilló totalmente por sorpresa. Pero cuando recapacitó sonrió de oreja a oreja.
-estaremos bien, -dijo ella intentando solventar las dudas que sabía que tenía Aarón-Shana ha dejado suficiente dinero para mantenernos muchos meses ¿vas tras ella?
Él asintió.
-¿por qué ha venido?¿se ha metido en algún problema?
-no, pero lo hará
-entonces no lo pienses más y ve- le apoyó
Aarón se dio la vuelta sin decir nada.
-¿estás segura?¿tú y lo niños estaréis bien?
-por supuesto- le sonrió tranquilizándolo ,se acercó a él y le dio un fuerte abrazó- no es por nada pero sino te vas ya ,vas a perder su rastro
Aarón esbozó una de sus sonrisas encantadoras. Sisi había pensado más de una vez que si guardaban esas sonrisas en tarros y las vendían serían ricos. Una vez que se separaron, él salió por la puerta. No iba a permitir que Shana se le escapara de nuevo. Si ella creía que estaba mejor sola le haría cambiar de opinión.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Capítulo 3 (recuerdos de Shana)


Shana lo siguió no sin antes pararse para dar un beso a Sandra y rozar su nariz con la de ella, luego le pasó la mano por el pelo a Israel alborotándoselo. El pequeño se abrazó a su pierna. Shana tubo que aguantar las lágrimas cuando lo separó con cuidado. Entrar en esa casa fue difícil. Lo primero que se veía al entrar era el pasillo, a su derecha el salón.

-vamos chicos que es navidad- gritó Sisi- Samuel deja de saltar sobre el sofá
El chico obedeció pero no se quedó quieto, echó a correr por el salón, dio un vuelta alrededor de Sisi con los brazos abiertos simulando ser un avión ,para acabar sentado frente al arbusto que habían utilizado como árbol. No era grande, y tenía muy pocas hojas verdes. Solo tenía como decorado algunas figuras de cartón creadas entre todos y algunas bolas de colores. Pero eso era suficiente para ellos. Todos los demás pequeños se reunieron en el salón junto a Samuel mirando los regalos bajo las ramas del árbol. Shana estaba sentada en el suelo cruzada de piernas cogiendo a Cámeron. Aarón entró en ese momento en la habitación.

-¿pero qué hacen aquí tantos niños?-exclamó fingiendo estar horrorizado
Todos rieron con él.
-vamos abrir los regalos- dijo Paloma con una sonrisa tan grande que casi le cruzaba la cara- te estábamos esperando
-pues ya estoy aquí, manos a la obra


Los niños se tiraron en pelotón a por los regalos mientras Aarón se sentaba junto a Shana. Cruzaron un mirada contentos de haber podido ahorrar para comprar algunas regalos esa navidad. Sisi peleaba y reía intentando poner orden entre los niños para que no se equivocaran de regalo. Un libro para Paloma. Un balón  para Samuel. Un osito de peluche para Sandra. Un coche para Israel y un sonajero para Cameron.

-¿Qué pasa Sandra?- le preguntó Shana cuando vio que no iba a jugar con los demás-¿no te gustó el regalo?
-sí, pero si no hay dinero, ¿cómo tenemos regalos?
Sisi miró hacía otro lado para que  la pequeña no viera sus lágrimas  ¿cómo podía tener seis años y darse cuenta de tantas cosas?
Shana pasó a Cámeron a los brazos de Aarón y abrazó a Sandra.

-Papa Noel se acuerda de todos los niños, incluso los que no tienen dinero y viven en feas casas
Sandra soltó un risita.
-a mí me gusta la casa, somos una gran familia
-tienes razón pequeñaja-añadió Aarón- y ahora vete a jugar con los demás

Shana desechó el recuerdo y comenzó andar de nuevo por el pasillo, se había petrificado en la puerta del salón. Unas escaleras daban al segundo piso, a las habitaciones, pero sabia que Aarón no había ido por allí. Siguió por el pasillo hasta el final que daba a la cocina. Paró en el umbral observando la hornilla de gas en la que tan solo iba uno de los fuegos, los armarios donde el último tenía una de las bisagras sueltas y sin quererlo otro recuerdo se infiltró en sus pensamientos.

-huele a chocolate-dijo Aarón con una media sonrisa entrando en la cocina
-sí y ni lo mires,-le advirtió Shana señalándolo con la paleta- es el cumple de Israel se merece una buena tarta de cumpleaños-y untó algo más de chocolate sobre el bizcocho
Aarón frunció el ceño haciendo un mohín con la boca. Intentó meter uno de los dedos en el tazón de chocolate derretido, pero Shana lo vio venir y le dio en la mano con el cubierto
-a veces eres el más niño de todos- le regañó aunque no pudo esconder la sonrisa
-¿cuando lo compraste? Debe de haber sido esta mañana sino no habría aguantado en la nevera
-exacto, cortesía de un señor con muuucho dinero en la cartera
-¿a quién desplumaste ya?- preguntó mientras se sentaba en uno de las sillas, esta crujió peligrosamente pero no se rompió
Shana se encogió de hombros.
-un viejo muy estirado, por cierto ¿qué a pasado con la luz?
-el vecino ha descubierto que se la robamos
-¿va a llamar a la policía?-no lo miró y la pregunta fue formulada despreocupadamente, pero  Aarón notó el leve temblor de su mano
-no,- le contestó tranquilizándola-creo que nos tiene demasiado miedo, me gustaría saber que clase de bestias cree que somos
Shana se giró en busca de una bolsa para intentar hacer un dibujo sobre el pastel y Aarón aprovechó ese momento para coger el chocolate. Probó tan solo un poco, seguro que Shana había comprado lo justo. Sin embargo, sí se permitió hacerle una pequeña broma. Se colocó justo detrás de ella y mojó sus dedos con chocolate, cuando se dio la vuelta Aarón estampó el chocolate por toda su cara.

-¡¡Aarón!!
Él soltó una carcajada divertido por la cara indignada de Shana. Ella contraatacó estampándole uno de los huevos que le había sobrado sobre la cabeza. Shana esbozó una sonrisa de suficiencia. Odia perder y sino podía vengarse en el momento se obsesionaba hasta devolver la broma. Aarón la conocía muy bien, y sabía de ese rasgo.

-con que esas tenemos...
La cogió por las rodillas y la cargó en el hombro .Mientras ella, pataleaba y gritaba que la bajara ,él reía con más fuerza.

-bájame ¡ya!- y le pegó con el puño en la espalda- se me esta subiendo la sangre a la cabeza
 Como única respuesta Aarón subió sus manos hasta los muslos.
-¿qué hacen tus manos ahí arriba?- casi gritó por la sorpresa y la indignación de estar de esa manera
-sujetarte mejor
Shana sabía que estaba sonriendo aun sin verlo.
Cuando llegaron al jardín los niños jugaban al pilla pilla unos detrás de otros.

-chicos- exclamó Aarón captando la atención de todos- Shana a pedido un baño especial ¿se lo damos?
Sandra empezó aplaudir y a saltar a la vez ,haciendo que sus rizos rubios no pararan quietos mientras Samuel corría a por la manguera.

-baño especial, baño especial- gritaba Paloma dando saltos también
- no os atreváis, Aarón te voy a matar por esto- le amenazó pero ya era demasiado tarde. La manguera estaba preparada y Sandra abrió el grifo mientras Samuel la sujetaba y Aarón la ponía de forma que quedara totalmente empapada.

Borró la sonrisa que se había formado en sus labios e hizo mover sus pies hacía la derecha entrando en la habitación donde la esperaba Aarón. Él estaba apoyado en una de las tres mesas que había para los estudios de los niños. María, la mujer que los acogió a ellos en primer lugar, siempre insistió en que debían aprender, aunque solo fuera a escribir, leer y las cuatro cuentas. María no toleraba la estupidez y decía que no tener dinero no era excusa para no aprender. Tras su muerte ellos siguieron con su ejemplo, ya que esos niños no podían ir a un escuela pública como todos los demás. Shana cerró la puerta y se apoyó en ella con los brazos cruzados. Notaba el hierro de las espadas en su espalda, pero estaba acostumbrada a llevar colgando ese peso cada minuto del día.

-¿cómo van las cosas?- preguntó intentando romper el hielo
-como siempre
-¿y los niños?¿ qué tal los estudios?
Aarón esbozó una sonrisa irónica sabiendo que ella se estaba andando por las ramas. Le siguió el juego.

-bien ,también, Paloma dice que de mayor será como la mujer esa que escribió Harry Potter
-J.K Rowling
-sí, esa, no para de repetir que esa mujer se hizo rica por sus libros y que ella va escribir muchos libros para ser muy rica también.

Shana se permitió relajarse y sonreír. Esa actitud era muy típica de Paloma.

-Sisi ha conseguido un trabajo como camarera-siguió diciendo Aarón
-un trabajo honrado ¿eh?
Él asintió cruzando una mirada de entendimiento con Shana.
-nunca se le dio bien robar
-a nosotros sí ¿verdad?- añadió algo melancólica la chica de ojos azules- robar, matar, engañar, eso es lo que hacemos
-es lo que nos ha tocado vivir

Era la verdad y Shana lo sabía, aunque le llevó mucho tiempo aceptarlo. De pequeña había sido una niña mucho más problemática que los que ahora vivían en esa casa. Ella nunca quiso aceptar que era esa vida le que le había tocado vivir ,como bien decía Aarón, ella quería más y solo era capaz de pensar en que la vida había sido injusta. Poco tiempo después descubrió que la vida nunca era justa.

-si Sisi va a trabajar ¿quién va a cuidar de los niños?- preguntó cambiando de tema
-yo, menos cuando... bueno, ya sabes, tenga que “trabajar” , además ahora hay una niña nueva, se llama Candela y tiene doce años , echará una mano
Shana asintió. Una niña con doce años que se había criado en las calles era tan madura como  una de veinte. Efectos de ver el lado malo de la sociedad.

-te echamos de menos- dijo de repente sobresaltándola, sus ojos no apartaban la mirada  haciendo que ella sintiera esa sensación de que había perdido algo importante cuando se fue de esa casa, esos sentimientos cada vez le eran más familiares- y te necesitamos aquí
-sabes que no me puedo quedar
-podemos protegerte,
-no, no puedes- negó ella aunque le costaba más que nada- no si no quieres dejar a esos niños otra vez viviendo bajo un cartón y comiendo de la basura
Aarón cerró los puños, no poder hacer nada por protegerla lo estaba matando por dentro. Se sentía tan impotente.

-¿para qué me necesitabas?- preguntó después de haber dado varias inspiraciones
-información, la rubia de afuera está buscando a los dragones negros
-¿quieres que te diga donde puedes encontrarlos?-inquirió incrédulo alzando la voz sin darse cuenta- te has vuelto loca, solo los desesperados tratan con esa secta de espías
-pues ella lo estará- replicó Shana acercándose a él para enzarzarse en una discusión-solo tengo que llevarla a el lugar, yo no trataré con ellos
-aun así es peligroso
-oh vamos, Aarón- se quejó exasperada- esto va a ser lo menos peligroso que e echo en los últimos seis meses, o en los últimos 19 años
-yo no se donde se encuentran
-ya lo se, pero sí sabes de alguien que sí
Aarón se guardó el insultó que quería soltar, menuda memoria tenía cuando le convenía.

-sí, vive al noreste de Francia ,en una ciudad llamada Metz, pero no habléis con él, no es de fiar y os venderá al primero que encuentre,- hizo una mueca poniendo una mano sobre la frente masajeándose las sienes, intentaba recordar- tiene un mapa, siempre alardea de él cada vez que puede
-¿su nombre?
- Lázaro Deveroux
-gracias, de verdad
Aarón soltó un suspiro.

-hazme saber que estás bien, en todo este tiempo ni siquiera llamaste
-no se si...-vio la preocupación de su mejor amigo y no pudo negarse, había querido hablar con él tantas veces desde que se había ido que no podía ni contarlas, habían pasado toda la vida juntos, era raro encontrarse sola de repente- de acuerdo
Lo miró una vez más memorizando cada rasgo de su rostro, y aunque no le era necesario para recordarlo, sí quería tener esa última imagen de él. El pelo alborotado y negro, las largas pestañas, los ojos marrones oscuros, esa boca que siempre sonreía, los hombros donde había llorado de niña, los fuertes brazos que la habían protegido. Llevaba unos vaquero claros y una camiseta negra de manga corta. Le quedaba bien. Muy bien. Suspiró.

-adiós- se giró con rapidez sin querer pensar en lo que le esperaba fuera.
 

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