viernes, 26 de octubre de 2012

Capítulo 7 (malos recuerdos)


Llevaba un rato sentada en una de las sillas de plástico tan incómodas de la sala de espera cuando un hombre que rondaba los cuarenta se sentó a su lado. Se sorprendió bastante. Sabía que intimidaba a la gente con esas pintas y las espadas .Era lo que pretendía. El hombre le sonrió enseñándole sus dientes algo amarillentos de haber fumado durante muchos años.

-¿eres uno de esos caza vampiros?-le preguntó él, sus ojos reflejaban curiosidad e interés, no parecía uno de esos locos fanáticos.
Shana puso los ojos en blanco al escuchar la pregunta. Cuando salieron a la luz todo el rollo de la magia y las criaturas mágicas (había infinidad de ellas) no solo descubrieron que vivían rodeados de gente con dones especiales, sino que muchos de los asesinatos en serie eran por vampiros, y que los mejores robos hechos hasta el momento habían recibido ayuda de los duendes. Condenados bichos, como odiaba a los duendes, eran realmente molestos. El caso es que ahora rondaban por las ciudades de todo el mundo ,caza vampiros, caza demonios, caza brujas, caza, caza, caza…. Bah, la mayoría de ellos no vivían para contar su primera misión. Que los malhechores fueran más rápidos que las balas y a veces más resistentes, había echo que surgiera el pánico entre los policías. De ahí que volviera a estar de moda poner recompensas por los criminales más peligrosos. Debía de estar orgullosa, había entrado en ese rango.

-no, no lo soy- le respondió al hombre con voz monótona, no quería tener una charla frívola hablando sobre nada con un desconocido
El hombre ladeó la cabeza mirándola más fijamente.
-¿entonces por qué llevas las espadas?
Shana pensó en levantarse y largarse ,pero la entrada para embarca al avión estaba justo enfrente. No tardarían en subir.
-protección-le sonrió con maldad-nunca se sabe que te puedes encontrar por la calle
El hombre carraspeó nervioso bajo el escrutinio de su mirada. Conocía a muy pocas personas que pudieran mantener sus ojos fijos en los de ella por más de tres segundo. El hombre farfulló una despedida y se fue rápidamente.
Shana volvió a recostarse en el asiento escuchando por el altavoz como avisaban a los pasajeros hacía Paris que el vuelo saldría de inmediato. La verdad es que llevaba oyendo el aviso varios minutos pero estaba esperando ver a Victoria y  Anya aparecer. Si no lo hacían, se iría y se olvidaría de este extraño trabajo. No fue así. Ellas aparecieron en ese momento corriendo por el pasillo donde estaba la cafetería, al parecer habían seguido discutiendo y no se habían enterado del vuelo. Fue a levantarse para ir tras ella cuando un muchacho captó su atención. Era el encargado del equipaje. Estaba a escasos metros de ella por lo que pudo oír su fuerte tos. El chico, sería un par de años mayor que ella, se agarró al carrito de montacargas llevándose la mano al pecho y tosiendo cada vez más fuerte. En decimas de segundos, su cuerpo comenzó a convulsionarse. Cada tos era más fuerte y Shana pudo ver como la mano que acababa de usar para taparse la boca se llenaba de sangre. Estaba paralizada ¿qué le pasa al chico? Poco a poco comenzó andar hacía él mientras veía como seguía temblando.

-¿qué te pasa?¿necesitas ayuda?-le preguntó cuando estuvo a su lado
Él pareció no escucharla. Dejó caer la mano que aún tenía agarrada al carrito y aferró la muñeca de Shana. Levantó la mirada y ella pudo ver como sus ojos se daban la vuelta hacía atrás, poniéndose totalmente blancos. Liberó su mano de un tirón asustada y retrocedió un par de pasos.  Aún así no se marchó ,preocupada y a la vez intrigada por lo que le sucedía al chico. Nunca había escuchado una enfermedad con esos síntomas. Entonces empezó a vomitar sangre y un segundo después luchaba por coger aire, pero parecía que el oxigeno no llegaba a sus pulmones.  El chico luchaba desesperado por respirar , sin embargo, no lo consiguió. No tardó en derrumbarse en el charco de sangre que había dejado y convulsionares hasta que murió .
Shana estaba totalmente horrorizaba ,con lo ojos abiertos como platos y sus manos aferrando sin darse cuanta la tele vaquera del pantalón. Alguien la cogió del codo obligándola a darse la vuelta.

-¿qué has hecho?-inquirió Anya apretando cada vez más fuerte el agarré de su brazo
Shana no contestó. Giró la cabeza hacía atrás sin poder dejar de mirar el cuerpo sin vida de ese chico. Había vivido en las calles, había visto de todo, pero estaba más afectada que nunca. Esa muerte no era natural, era como si el cuerpo luchara contra si mismo.

-maldición, larguémonos-pero Shana no le hizo caso. Cerró los ojos intentando olvidar la espantosa muerte de ese chico. Tenía una extraña opresión en el pecho, como si algo se hubiera ido cuando ese chico murió. Pero eso no tenía sentido. Ella no había tenido nada que ver, ni siquiera sentía remordimientos al matar, ¿por qué ahora sí?. Sin embargo, verlo retorcerse y luchar contra su propio cuerpo ,había afectado en ella de una manera que no quería admitir.
“se acabó, no lo pienses más”
Pero no lo consiguió, y cuando se recostó en el asiento del avión, tras haber embarcado, la imágenes volvieron a su cabeza.

Anya aún estaba cabreada por lo sucedido con el chico. Intentaba pasar desapercibida y la sicario montaba ese lio, al menos eso había pensado en un principio, pero tras fijarse con más detenimiento se percató de que Shana no había tenido anda que ver. Es más, parecía estar en shock, no se esperaba esa reacción de una asesina que vivía en los bajos fondos.
Olvidándose por un momento de sus dos nuevas compañeras, repasó el plan. Ya tenía el nombre de alguien que podía conducirla hasta los Dragones Negros , ¿cómo lo localizarían? Aún no lo sabía. Pero no se preocupaba por ello, Metz no era una ciudad muy grande y preguntando en los sitios idóneos conseguiría encontrarlo. Tampoco tenía ningún problema en si los Dragones estarían dispuestos a recibirla, eso no tenía ninguna relevancia, se encontraría con ellos quisieran o no. En cuanto al intercambio de información, tenía algo que podía interesarles. Lo único que rondaba por su mente y que de verdad la preocupaba era como poder acabar con su adversario. Una vez que diera con él, por supuesto. Había pasado cuatro meses desde la muerte de sus padres y todavía era incapaz de admitir su perdida, no era capaz de entender como habían acabado con ellos. Los ángeles y demonios son guerreros, una de sus misiones en la vida es matarse mutuamente. Criaturas poderosas, guerreros experimentados ¿quién podía tener tanto poder para no matar a uno, sino a ambos? Era una estupidez pensar que ella sola podría vengar la muerte de sus padres, pero esa absurda idea era la única que conseguía darle fuerzas cada mañana. Conseguir vengarlos era la única manera de poder quitarse la culpabilidad que sentía por no haber estado con ellos en el momento del ataque y porque si sus propias sospechas eran ciertas, podría tener que enfrentarse a un demonio o un ángel de rango superior. Sus labios se convirtieron en un fina línea y sus puños se crisparon  apretándose las uñas en las palmas. Notó el suave líquido de la sangre en sus manos, pero no le dio importancia. El recuerdo de una conversación escuchada a escondidas quemaba en su mente, la injusticia y la rabia eran malas compañeras.


Era el día de su cumpleaños y estaba encerrada en su cuarto. Todo había sido maravilloso, le habían echo una tarta de cinco pisos donde ponía “Feliz noveno cumpleaños, Anya”. Su mama la había dejado comer todo el pastel que quiso por ser su día especial. Luego recibió los regalos y por primera vez la dejaron volar sola. Había sido magnífico, ya era una niña mayor. Pero entonces vino ese hombre, un ángel, y tubo que esconderse como siempre hacía. Nadie podía verla, ella no era como los demás ángeles. Tampoco tenía amigos, pero no le importaba, sus papas siempre estaban con ella. No era justo que ese hombre le arruinara su día. ¿por qué había venido? Enfada como estaba no pensó en las consecuencias y salió de su cuarto. Descendió las escaleras con mucho cuidado de no hacer ruido y se escondió tras una mesita. Ahí escuchó todo.

-¿cómo puedes ser tan estúpida, Coraima?- le gritó el ángel a su mamá
-cuidado con ese tono Fabio, estás hablando con mi mujer
Anya nunca escuchó un tono tan mortífero de parte de su padre. Tembló ligeramente pero no salió de su escondite.
-Darío no te inmiscuyas, esto no te concierne-le amenazó el ángel visitante- es mi hija y le hablaré como me plazca, me debe respeto y gratitud
-no te debe nada, y todo lo que tenga que ver con ella me incumbe, ya deberías saberlo, suegro-la última palabra la dijo como si fuera un insulto, odiaba que alguien hiciera daño a su mujer, aún más si ese alguien, era su propio padre
- basta ya-exclamó Coraima a la vez que sostenía a su esposo, orgulloso como era no aguantaría otra voz más y menos si iba dirigida a ella- ¿por qué estás aquí?

El ángel, Fabio, se calmó antes de contestar.

-es el cumple de mi nieta- respondió como si eso fuera suficiente
Coraima miró a su padre con ira, sabiendo que mentía. Fabio no tenía ningún sentimiento afectivo por su nieta .Esta vez fue Darío quien la sujetó a ella para calmarla. Pero no lo consiguió.

-¡¡tu nieta!! ¿cómo te atreves si quiera a decir que es tú nieta? Cuando no te opusiste el día que la desterraron de la Cúpula donde deberían estar todos los niños ángeles, aquí está sin protección
-ella es una mestiza-respondió Fabio rojo de ira- su sangre esta sucia, lleva la evidencia en sus alas
-no te permito que digas eso de mi hija-le advirtió Coraima señalándole con el dedo
-¿por qué tuviste que irte con este demonio, hija mía? , vuelve a casa,-le suplicó- deja aquí a la niña y a este demonio que dices llamar esposo, te perdonarán, puedes empezar de nuevo

Anya se acurrucó debajo de la mesita apretando las rodillas entre sus brazos. Lloraba, pero lo hacía silenciosamente. Miró sus alas entre el bañó de lágrimas y por primera vez, no quiso tener esos dibujos negros que tanto destacaban entre sus plumas blancas. No la querían, estaba sucia.

-me insultas proponiéndome eso- respondió su madre con la voz áspera- amo a Darío y amo a mi hija por encima de todas las cosas, no me importa vivir exiliada por proteger a mi familia
-maldita seas tú y tu rebeldía, te permití infringir las reglas cuando ayudaste a esa humana ,Anabel se llamaba, pero jamás te perdonaré esto
-no quiero tu perdón, padre,-le respondió, no pudo ocultar la decepción que sentía por su padre- ya no, lo único que quiero de usted es que guarde el secreto de mi hija, es la primera mestiza que jamás a nacido, los ángeles que te rodean querrán matarla, si todavía te importo algo, haz eso por mi
El silencio solo duró unos segundos pero pareció una eternidad a todos los presentes.

- si es eso lo que quieres, de acuerdo,-accedió, aunque con desgana- pero esta será la última vez que nos veamos, no quiero tener nada que ver con una hija que traiciona a su familia por un niño bonito
-no traicioné a mi familia, me enamoré- dijo ella tristemente-pero tu jamás podrás entender eso

Anya asomó la cabeza por encima de la mesita justo cuando su abuelo salía por la puerta. Las grandes alas blancas brillaban más que la misma Luna en medio de la noche. Brillaban más que las de su mamá. “Está sucia”, las palabras volvieron a repetirse en su cabeza.

-tarde o temprano te encontraran-le advirtió Fabio por encima del hombro antes de emprender el vuelo y desaparecer
Darío abrazó a su mujer cuando ésta se echó a llorar.

-él tiene razón, tarde o temprano nos encontrarán
-shh, no llores, -le dijo intentando tranquilizarla a la vez que la acariciaba con ternura- ya hemos podidos con ellos antes y lo volveremos hacer, además,-argumentó con una media sonrisa- soy un demonio, estoy echo para luchar contra los ángeles
Ella esbozó una pequeña sonrisa.

-nos conocimos peleando-dijo ella evocando el recuerdo-en Venecia
-sí y todavía no he podido derrotarte
-y nunca lo harás-replicó con energía, olvidando poco a poco la visita de su padre
-doy gracias por ello, -y le dio un beso en los labios- sino hubieras ganado tú, no habrías sentido compasión por mi y no me habrías curado las heridas, ni me habrías echo ver que luchar entre nosotros no es un instinto como nos quieren hacer creer, ni habría descubierto lo maravillosa que eres ,ni…

-ya, ya, ya- le cortó ella riendo- ya conozco tu labia, zalamero, vamos a por la niña
Pero él no la dejó separarse.
-en unos minutos


Anya echó a correr hacía su habitación. Las lágrimas caían como torrentes por sus mejillas y los ojos le escocían. Sentía un terrible dolor que no podía comprender. Rechazo. Culpabilidad. Miedo. Siempre había leído en los libros que los ángeles eran los buenos, eran los que ayudaban a los demás, pero querían matar a sus papas y a ella. Se tiró en la cama pegando con los puños en la almohada. Ese día entendió el significado de una frase. La había escuchado más de una vez en los labios de su papá y él se lo explicó cuando ella le preguntó, pero hasta ese día no había entendido todo el significado. El fin no justificaba los medios. Su padre decía que esa era la excusa que usaban los ángeles cuando hacían algo mal, todo era por un bien mayor, y su madre que era un ángel nunca lo contradijo. Se hizo una bola subiendo las rodillas al pecho y no dejó de llorar.

jueves, 18 de octubre de 2012

Capítulo 6 ( ahora somos tres)


Las tres se tiraron al suelo.
-hay que salir de aquí- dijo Anya, hacía las otras dos por encima del sonido de las balas
Gatearon por el sucio suelo, mojándose con los charcos de agua y bebidas sucias hasta salir de la calle. El corazón de Shana latía en su garganta tan fuertemente que creía que se le iba a escapar. En vez de que el miedo la paralizaba tragó con fuerza y haciendo acopió de valor se levantó nada más pasar la curva y echó a correr. Las otras dos iban a su lado corriendo incluso más que ella llevando tacones en los pies. Victoria miró hacía atrás para cerciorase de si las seguían. Estaba apunto de pararse e ir a mirar, al fin y al cabo, no corría de las balas, había parado la otra sin apenas inmutarse. Pero estaba casi segura de que sino iba al mismo paso que las otras dos humanas las perdería, y se estaba divirtiendo. Con esas chicas que no paraban de meterse en problemas , tenía alguna aventura asegurada. Quería disfrutar al máximo cada segundo que tenía fuera de su casa y de sus obligaciones como princesa Shellam. Estaba deseosa de saber que le esperaba los próximos meses. Con esos pensamientos y una sonrisa en su rostro siguió corriendo sin cansarse ni lo más mínimo, una de las características de su raza era la velocidad. Para ella eso era como dar un paseo.
Siguieron sin disminuir la velocidad hasta que no supieron donde se encontraban y los pulmones les ardían debido a la falta de aire.

-bueno ¿ qué ha sido eso?- preguntó Anya entre jadeos, no estaba acostumbrada a correr
-parece que alguien intenta matarte- respondió Victoria hacía Shana ,que se había sentado en el suelo con las manos apretándose el pecho y luchando por coger aire .No contestó pero asintió con la cabeza-¿tienes idea de  por qué?
-no, bueno, puede que sea por el dinero
-¿qué dinero?-volvió a preguntar la Shellam
-el que ofrecen por su cabeza, cincuenta mil euros- contestó Anya por la sicario
-supongo que es mucho ¿no?, he sido rica toda mi vida, nunca me fijo en el precio de las cosas,
Shana miró a Victoria con la boca abierta sin esconder su asombro.¿ Cómo de rica tiene que ser una persona para que no se interese por el dinero? Eso era algo que su mente no era capaz de imaginar.

-bueno, si ya estamos seguras ,hay un avión que coger-intervino Anya tras el silencio que se había formado y las miradas atónitas de Shana hacía Victoria
-sí, vamos
Shana y Anya se dispusieron andar. Victoria las siguió.

-creo que quedamos en que no venías -replicó Anya deteniéndose
Victoria sonrió sin amilanarse un ápice. Shana en cambio ignoró a las dos poniendo los ojos en blanco. Les recordaba a Paloma y Sandra, una rubia, otra morena, una siempre seria, la otra riendo, las dos siempre peleando. Se interesó más por el lugar donde estaban. En ese momento no lo reconocía ,pero estaba segura de que si recorría los alrededores acabaría por recordar.

-creo que acabo de salvarle la vida a ella-dijo Victoria señalando a Shana y devolvió la vista hacía la otra, era la más arisca.- me debe una
La chica rubia resopló cruzándose de brazos. Las miradas que le lanzaba a la Shellam eran de todo menos bonitas.
-que te la pague en otro momento
-no- negó Shana interviniendo y poniéndose en medio de las dos, parecía que no tardarían en pelear y cogerse de los pelos -yo siempre pago mis deudas, si quiere venir, vendrá-sentenció, aunque no era lo que en verdad le apetecía. Pero que otra cosa podía hacer ,le había salvado la vida. En su interior rogaba que Anya aceptara. No podía permitirse perder ese trabajo. Si supiera rezar lo estaría haciendo ahora mismo en  su cabeza, tenía que  devolver el favor que le debía , esa era una de sus pocas reglas personales. En concreto la tercera; siempre saldar  sus deudas o favores. No conviene dejarlos para más tarde, siempre aparecían cuando menos te lo esperabas y multiplicadas por diez.

-maldita sea- masculló Anya pegando una patada a la pared más cercana -de acuerdo, pero solo hasta que encontremos a los Dragones Negros  , luego nos separaremos las tres
-bien-exclamó Victoria contenta como un niño en navidad-¿he oído decir que ibais  a Francia?
-sí-contestó Shana y se presentó, luego hizo lo mismo con Anya que no hacía nada por disimular su enfado.-¿podréis estar aquí dos minutos mientras voy averiguar donde nos encontramos?
-por supuesto-aceptó Anya con rapidez
-¿sin que alguna acabe muerta?-especificó la ladrona
Ninguna contestó
-bah, hacer lo que queráis, no tardaré-bufó ella molesta

Las dejó atrás sin preocuparse lo más mínimo. Esa Shellam parecía capacitada de sobre para cargarse a Anya en cinco segundos, si esta no era capaz de mantener la boca cerrada no era su problema. Resopló quitándose uno de sus mechones rizados de la cara. Tenía que hacer algo con este condenado pelo, le estorbaba de sobremanera. Se mordió el labio inconscientemente mientras paseaba la vista por las casas, si eso se podían denominar así. ¿Dónde coño estaba? Desde esa perspectiva no podía ver más allá del final de la calle. Se agarró a la rejas de una ventana y se subió. Luego pasó el pie hacía el
balcón de arriba, para llegar al segundo piso. Dio un salto para sujetarse a la antena de televisión y balanceándose con los pies se lanzó hacía el tejado. Rodó un par de veces pero paró antes de volver a caer. Se levantó echándose el pelo hacía atrás y sonriendo. La casa tenía tres plantas, no era muy alta, lo suficiente para poder ver a su alrededor. Entrecerró los ojos observando las casas hasta que alguna le resultara familiar. Sonrió al ver el cartel de luces de un bar. El Baso Roto, lo conocía. Ya sabía donde se encontraban. Saltó de un tejado a otro hasta llegar al sitio donde se encontraban las otras dos. Para su sorpresa estaban calladas, sentadas en la acera, bien separadas eso si y sin mirarse. Algo era algo. Pasó al tejado de al lado que era bastante más bajo y de ahí al suelo. Anya y Victoria levantaron la mirada a la vez.

-¿ya?-preguntó Anya levantándose y sacudiéndose los vaqueros
-sí, un par de calles a la derecha y daremos a una principal,-movió la cabeza hacía la dirección- vamos

Salir de los callejones y conseguir un taxi no fue difícil. El tenso silencio que hubo durante todo el camino fue algo más molesto para las tres. Aunque ninguna hizo nada por cambiarlo. Llegaron al aeropuerto antes de lo esperado. Shana seguía pensando como iba a hacer Anya para conseguir una plaza de avión a estas horas y sin pasaporte, pero si había dicho que ella se encargaba, lo dejaba todo en sus manos. Shana no había volado nunca, poco o nada sabía sobre esas cosas. Victoria, en cambio, sí había viajado en avión innumerables de veces, sin embargo, esta vez no era para resolver un conflicto entre los de su raza o participar en alguna reunión  de los clanes. Los Shellam vivían a lo largo de todo el mundo y se repartían en clanes, había un jefe de cada clan al que todos debían obedecer, pero sobre todo  debían respeto y lealtad al rey, su padre, él era la máxima autoridad. No apartó la mirada de la ventanilla absorbiendo todo lo que veía, no era la primera vez que estaba entre humanos, para nada, pero sí era la primera oportunidad que tenía de experimentar lo mismo que ellos.

Se bajaron del taxi y Anya pagó. Una vez dentro del aeropuerto la chica rubia hizo detenerse a Victoria advirtiéndola antes de nada.

-voy a ver cuando sale el próximo avión hacia Metz y conseguiré el billete para mi y para Shana, si quieres venir ,tú te encargaras de lo tuyo
Victoria estuvo apunto de soltar una mueca despectiva pero se contuvo  ¿Por qué le molestaba tanto que fuese con ellas? No iba a dar problemas, no era una niña pequeña. Sonrió con superioridad, al igual que hacía para tratar con los jefes de otro clanes que cuestionaban su liderazgo.

-no te preocupes, sabré apañármelas- y desapareció hacía los mostradores
-va a estar todo el viaje con nosotras, deberías asumirlo ya y dejar esa rabieta, pareces uno de los niños a los que cuido de cinco años-intervino Shana 
Anya la miró con una ceja alzada bastante molesta. Shana tenía razón ,pero odiaba no tener el control sobre la situación. Que esa Shellam se hubiera introducido en el viaje sin consentimiento alguno ,la cabreaba muchísimo.

-espérame en la cafetería y tómate algo, no tardaré-dijo sin contestar nada al anterior comentario de Shana 
Encogiéndose de hombros la ladrona hizo lo que le ordenó. Su estómago estaba de acuerdo con esa decisión, se moría de hambre. Hacía días que no comía un plato decente. Deseó poder darse una ducha en algún sitio, también le hacía falta.

Anya no había montado nunca en avión, ¡tenía alas! Odiaba la idea de montar en uno de esos cacharros. Pero era lo que tocaba, tenía que permanecer oculta hasta encontrar a los asesinos de sus padres, y volar por medio del cielo con sus alas, que eran muy, pero que muy fáciles de reconocer, no facilitaría ese propósito. Un chico que trabajaba allí pasó por su lado. Llevaba un uniforme de seguridad. Anya lo paró agarrándolo del brazo. El hombre la miró con hosquedad frunciendo el ceño. Ella usó su sonrisa más angelical. Era hora de usar su lado negro. Los demonios sabían engañar para conseguir lo que querían y el lado que siempre intentaba ocultar salía en estas situaciones. Lo miró a los ojos transmitiéndole lo que quería. No era control mental ,pero cuando los demonios usaban sus ojos , los humanos simplemente no podían evitar complacerlos en su petición. Y aunque no solía relacionarse con demonios sabía que la treta de los ojos no se usaba usualmente, era demasiado sencillo. Los demonios al vivir tantos años, al igual que los ángeles, buscaban retos para divertirse. Además de que usar el truco de los ojos no era muy fiable, ya que cuando se cumplía la misión ,los humanos lo recordaban todo.

-necesito embarcar en el primer avión hacía Metz,
-no hay aviones hacía esa ciudad, tendrá que parar en París y luego coger otra avión-contestó el guardia con voz monótona
Anya sonrió.
-bien, consígueme todo lo necesario,-le ordenó con voz dulce,-dos billetes-suspiró pesadamente al acordarse de la Shellam-que sean tres, y rápido
Soltó el brazo del hombre  y este fue directo a realizar su pedido.

Victoria se sentó en una silla al lado de Shana. La cafetería estaba casi vacía a esas horas de la noche. La sicario levantó la vista del bocadillo que estaba comiendo pero al ver que Victoria no decía nada, volvió a prestar toda su atención al plato. Victoria estaba molesta. No había podido conseguir un billete. Cuando preguntó en taquilla no se pudo creer la enorme suerte, había un avión que salía hacia París dentro de un par de horas. La mala suerte llegó cuando vio que estaba completo. Aquí se acababa el viaje. Ella no había conseguido un sitio en el avión, y la chica rubia malhumorada tampoco lo conseguiría.
Al menos eso había creído hasta que Anya apareció en la cafetería y tiró sobre la mesa tres billetes de avión hacía Metz.

-ahí tenéis los billetes-dijo Anya sentándose también en la mesa-saldremos dentro de una hora

Victoria miró los billetes y de nuevo a Anya. Billetes. Anya. Billetes. Anya ¿cómo lo había conseguido? No quedaban más. Shana cogió uno pero apenas lo miró. Se lo guardó en el bolsillo trasero y siguió comiendo. Victoria no quiso seguir pensando en cómo los había conseguido, ahora estaba más concentrada en saber por qué había traído tres billetes. ¿uno era para ella? Lo dudaba. Y antes la desangraban gota a gota que preguntárselo. Se levantó de la mesa ocultando su fastidio. Anya la vio ,y sonrió para si. La orgullosa princesa Shellam no iba agachar la cabeza y pedirle un billete.

-Victoria- la llamó antes de que se fuera y se giró hacía ella con los billetes en la mano- ¿quieres uno?-preguntó sonriendo-les quedaba un sitio libre y pensé que no te vendría mal un ayudita
Victoria le enseñó los colmillos y los iris de sus ojos de alargaron hasta obtener la forma de un diamante. Iguales a los de una serpiente con ese color dorado.
 Esa estúpida humana se creía que podía jugar con ella, no era de las que mataban por diversión ,pero podía hacer una excepción.
Shana ,que ya se había acabado el enorme bocadillo completo ,se dio cuenta de la situación justo a tiempo. Victoria estaba a punto de lanzarse sobre Anya, todo su cuerpo estaba preparado para el ataque, y la otra seguía sonriendo. SONRIENDO. Por todos los infiernos, si podía matarla antes de que le diera tiempo a decir “basta” o “púdrete en el infierno” . Sí, esas últimas palabras parecían ir más con el carácter de Anya, pero esa no era la cuestión. Anya era la que pagaba ,y a la princesa le debía la vida. No era la niñera de nadie pero parecía que esta vez le había tocado ser la intermediara entre ellas. La mensajera de la paz. Bufó mentalmente ante esa idea. Quien la había visto y quien la veía.
Se levantó de la silla y anduvo hacía Victoria , interponiéndose  propósito entra las dos. Sacó el billete y se lo dio. Victoria tardó bastante en desviar la mirada de la chica rubia que seguía relajadamente sentada.

-te lo debo- le dijo Shana con voz tranquila pero implacable
Luego se giró y fue hasta Anya. Extendió la mano para que le diera otro billete apretando los dientes con fuerza. No podía ocultar su enfado, eran dos crías.

-has acabado con mi diversión- se quejó Anya de nuevo seria
-no, he salvado tu vida-replicó Shana arrebatándole uno de los billetes con tanta velocidad que Anya apenas vio el movimiento. Compró otro bocadillo igual que el de antes y salió por la puerta echando humo. Estaba claro que ella no servía para mantener el orden y la paz. Dio varias vueltas por el aeropuerto fijándose en la gente de su alrededor. Incluso a tan altas horas de la noche había muchas personas dispuestas a montar en un avión y salir de Madrid. Unos buscando un nuevo futuro, unos de vacaciones, otros para visitar a un familiar y algunos por trabajo, incluso habría gente que quería huir de esta ciudad , ya fuera por el motivo que fuera.  No solía fijarse en las personas que había a su alrededor, solo lo básico. Para ver si era fácil robarles la cartera. Nunca se sabía a quien podían encargarte que mataras. Y cuando tenías un recuerdo previo de ellos se hacía algo más difícil, como si ya los conocieras, cuando en realidad no era así. 
 

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