jueves, 13 de diciembre de 2012

Capítulo 9, Hugo


El bar estaba bien cuidado, buena compañía, buena música y buena bebida, lo que un hombre buscaba al salir de su casa. La barra estaba repleta de gente que fumaba y bebía, casi todos de genero masculino. La camarera vestía un top ajustado y una falda corta de cuadros. Una uniforme echo para provocar, cosa que estaba consiguiendo, aunque Anya sospechaba que cualquiera que intentara sobrepasarse con esa chica acabaría en mal estado, no parecía una gacela asustada entre tantos borrachos. Las mesas no estaban todas completas pero se respiraba buen ambiente. El escenario situado en el centro del bar, estaba vacío. Al parecer hoy no había espectáculo, al menos por el momento.
La zona V.I.P se veía desde su posición,sentada en una de las mesas del fondo sola. Ninguna de las tras podía estar segura, pero no parecía muy difícil saber quien era Lázaro Deveroux. Traje de chaqueta gris, la mano repleta de anillos de oro, sonrisa afilada como la de un demonio y que sus acompañantes revolotearan alrededor ,como las abejas tras su reina, ayudaba un poco a identificarlo. El mapa debía de estar en la habitación. El hombre al que habían interrogado, el mismo que aún seguía encerrado en la habitación del hotel, no tubo reparos en soltar todo lo que sabía tras sus primeras palabras. Y admitió haber visto el mapa en las anteriores visitas de Lázaro.

¿El plan? Uno que no agradaba a Anya en lo más mínimo. Pero tenía que admitir que era sencillo y no había apenas riesgo, conseguirían el mapa sin llamar la atención. Las primeras notas de una canción comenzaron a sonar, era un de esas cantantes de modo que ahora se llevaban tanto de moda, Christina Aguilera o algo por el estilo. Su señal, pensó con desgana. Se levantó de la mesa y caminó hasta el escenario escuchando la canción. No prestó atención a las miradas curiosas que le dirigían los presentes. Acercó la silla que había en la esquina del escenario hasta el centro y se sentó con las piernas abiertas mirando a su público, o más bien a Lázaro Deveroux, al fin y al cabo este baile era para él. Un foco se encendió y ella bailó. Movió la cabeza lentamente dejando que el pelo cayera en cascada, se desabrochó un botón más de la camisa blanca y sonrió “E-X-P-R-E-S-S, love, sex
Ladies no regrets
Sonaba mientras ella se agachaba y se volvía a levantar, haciendo que el pelo se echará hacía atrás y su escote se viera más. Había captado la atención de los presentes. Abrió y cerró las piernas, mientras movía la parte superior del cuerpo, luego la cintura, movimientos lentos, tenía que engañarlos, que la desearan. Echó hacía atrás la silla apoyándose tan solo en las dos patas de atrás sin que la silla cayera. En ese momento vio a dos chicas pasar por delante de la barra y subir por las escaleras a las habitaciones. Nadie parecía haberlas visto. Volvió a posar la silla sobre sus cuatro patas y se levantó. Apoyó uno de sus pies enfundados en tacones blancos sobre la silla y se movió. Y así siguió, entreteniendo a esos borrachos que se les caía la baba, en especial a Lázaro, que se había erguido en el asiento sin apartar sus ojos de ella.
Cuando la canción termino, Anya suspiró aliviada, deseaba bajar de allí y no volver a ver jamás a ninguno de los allí presentes. Por supuesto, eso no era lo que mostraba por fuera. Cualquiera la observara en ese momento, mientras se bajaba del escenario, veía a una chica joven, con la cabeza erguida y una sonrisa triunfante.
El aire frío de la noche la ayudó a despejar el calor del foco y la vergüenza, todo era por conseguir ese mapa. Odiaba ser el centro de atención, ya se había sentido como un mono de feria durante mucho tiempo, no necesitaba más. Escuchó las risas de un par de borrachos en la puerta, se giró hacia ellos solo para ver como la miraban con lujuria. Se alejó de ellos escondiéndose en un callejón cerca del bar, cuando Shana y Victoria salieran las escucharía.
Estaba allí, apoyada contra la pared cuando apareció. Pegó un salto al verlo. Su pelo era moreno, algo más largo de lo común. Alto, le sacaba una cabeza, y ella no se consideraba pequeña ,pero claro, él no era un hombre cualquiera. No tardó en reconocer que era un demonio, y un antiguo.
Él sonrió cuando ella retrocedió un paso, una sonrisa perfecta. Que cualquier otra persona o criatura envidiaría. Pero claro, sabía que tanto los demonios como los ángeles nacían con una belleza difícil de resistir. Los demonios, al menos la raza más poderosa, eran atractivos e irresistibles, tenían un lado peligroso que ningún truco podía ocultar. El fruto prohibido siempre era más tentador. Todo para divertirse acosta de las demás razas. En cambio, los ángeles poseían una belleza celestial, cuando los veías parecían seres divinos, tan perfectos que temías tocarlos; otro engaño. De diferente manera, pero un engaño al fin y al cabo. Siempre para obtener lo que deseaban de los humanos.


-¿Qué eres?- le preguntó él
Anya se sobresaltó al escuchar la pregunta. Sabía que un demonio podía sentir su aura de ángel a distancia, así que la pregunta no tenía sentido. Él dio otro paso y ella retrocedió. ¿qué estaba haciendo? No era de las que perdían la compostura a la primera de cambio. Levantó la barbilla inconscientemente en un acto de rebeldía.

-a ti que te importa- le contestó con acritud. Miró de reojo la salida del callejón y se maldijo por haberse metido allí. El aura de ese demonio casi la inundaba, y eso solo podía significar que era antiguo. Antiguo, equivalía a poder, más antiguo, más poder. Que se hubiera fijado en ella no podía ser bueno- tengo cosas que hacer, búscate a otra con la que divertirte
Se dio la vuelta para salir de allí, pero se encontró con él delante de sus narices, aún más cerca.
-cuando te he visto entrar en el bar creí que eras un ángel, eso es lo que quieres hacer creer, pero cuando has subido al escenario has perdido la concentración, y he visto algo que no entiendo ¿por qué no me lo explicas?- dijo él ,con los ojos brillando de tal manera que solo podías considerarlo paranormal
-no se a que te refieres- mintió Anya
-así que es verdad lo que dicen por ahí- continuó él, acorralándola cada vez más contra la pared- existe una persona que concentra ambas razas, demonio y ángel- y sonrió
Para consternación de Anya, esa sonrisa no le pareció cruel. Sus rasgos eran hermosos, los ojos verdes le fascinaban. Sintió el impulso de tocar el mechón de pelo negro que caía sobre su frente, y esos labios...
Cuando la espalda de Anya chocó contra la pared, la realidad cobró forma. Ese cabrón había intentado usar el hechizo de los ojos para seducirla. Y por si fuera poco, casi lo había conseguido. Se enfado. Mucho. Colocó una de sus manos en el pecho de él y creó un rayo blanco, de ángel, para alejarlo de ella. Cuando chocó contra la pared de enfrente ,ella no huyó, no supo por qué. Llámalo temeridad, estupidez o como quieras. El demonio se levantó despacio observando su camisa azul marino, quemada por el fuego alado. Tenía restos de sangre, pero en su pecho ya no había herida alguna. No la miraba enfadado, sino con curiosidad. A una velocidad que Anya no se esperaba, la agarró por las muñecas y se las levantó, acorralándola de nuevo contra la pared. Él sonreía.

-no suelo permitir esto, pero contigo haré una excepción- ella le propinó una patada en la espinilla, él ni se inmutó- bien, me has mostrado tu lado bueno, ahora quiero ver como sacas tu parte demoniaca
Ella dejó de forcejear al escuchar sus palabras. Sus cuerpos estaban pegados, no veía formar de escapar. Él la sostenía con fuerza pero sin llegar a lastimarla¿ por qué no la mataba? Cualquier otro demonio lo habría echo ya.
-¿Qué es lo que quieres?- inquirió, apretando los dientes.
-dime qué y quién eres- la miró a los ojos mientras lo decía
Ella sintió algo moverse en su interior y sabía que esta vez no se trataba del truco de los ojos ni de ningún otro.
-el ángel que acabará contigo-repuso, con violencia
-no vas hacer las cosas fáciles ¿eh?- se lamentó el demonio- será a tu modo
La soltó y creó a su alrededor una celda de rayos negros con destellos rojos. Anya no perdió tiempo, tenía que escapar antes de que ese demonio usara toda su fuerza contra ella. Se concentró, usando tan solo la magia heredada por su madre, no podía correr riesgos. Respiró hondo y cuando soltó el aire guardado, lanzó una onda de magia celestial hacía los barrotes. Eliminándolos por completo. No podía usar sus alas, él la descubriría. Así que echó a correr. No llegó muy lejos. El demonio lanzó un ralló de baja intensidad a sus pies, tirándola al suelo. Rodó por la calzada hincándose un cristal roto en el costado. Haciendo caso omiso a la herida, se levantó a toda prisa, pero ya tenía de nuevo al demonio encima. La agarró del brazo y se lo retorció hacía atrás, luego la giró para que lo mirara. Ella se debatió con todas sus fuerzas, sin conseguir nada. Logró pegarle una patada en el estómago y después intentó desequilibrarlo pegándole en la rodilla. Para su consternación lo consiguió. Pero él no la soltó y ambos cayeron. ¿es que nada me sale hoy bien? Pensó Anya, con incredulidad al sentir el cuerpo del demonio sobre el suyo. Él no se movió, y cuando se digno a mirarlo. Vio que seguía sonriendo. No había borrado esa maldita sonrisa en ningún momento. Solo había estado jugando con ella. Maldito fuera él y todos sus ancestros. No le gustaba sentirse tan vulnerable como en ese momento.

-estate quieta- le ordenó el demonio. Al ver que no obedecía acercó sus labios al oído para susurrarle- si no me obedeces te obligaré
Y para demostrárselo sus ojos despidieron destellos rojos, permitiéndole ver su lado oscuro. Por mucho que Anya intentará ocultarlo y mantenerse serena, tenía miedo. Lo peor de todo es que no sabía como actuar, la naturaleza de ese demonio no era nada parecida a lo que conocía. Los demonios no actuaban así, ellos se divertían torturando, matando lentamente, no jugando al gato y el ratón. La imagen de su padre vino a su mente. Pero su padre no era como el resto de demonios, lo había demostrado huyendo con un ángel. Y en ese momento tuvo una idea.

-solo tenía curiosidad por ti- le dijo él, al ver que ella dejaba de forcejar-creo que voy a modificar mis planes…te quiero para mí- y acercó sus labios a los de Anya.

Ella tardo solo un segundo en reaccionar, apartando la cara para esquivar el beso. La indignación la quemó por dentro dándole fuerzas. ¿Cómo se atrevía? Un demonio había intentado besarla, un maldito demonio. Por muy guapo que fuera, por muy tentadores que parecieran sus labios antes prefería que le cortaran las extremidades una por una. No sucumbiría a un demonio. Nunca. Cuando él intentó volver a besarla, ella le mordió en el cuello, con tanta fuerza que le hizo sangrar. El demonio se separó y Anya aprovechó su sorpresa para escapar de entre sus brazos. Antes de levantarse llevó una de sus manos al hombro derecho del demonio, tocó su tatuaje e introdujo los dedos dentro. Sacó un arma muy especial, al menos para ese demonio, que resultó ser una espada. Miró al demonio que ya se había erguido con una sonrisa, tenía en sus manos el arma personal que todo demonio poseía. Por primera vez en el transcurso de su “pelea” él dejó de mostrar esa sonrisa socarrona, incluso sus ojos se mostraron inquietos en cierto momento. Anya se regocijó por dentro. Habían cambiado las tornas. Él se recompuso tan rápido y volvió a tener esa apariencia de demonio antiguo que tenía la situación bajo control , que Anya se preguntó si se había imaginado ese pequeño nerviosismo por parta de él.

-un ángel no puede tocar el arma de un demonio, su cuerpo ardería hasta no quedar nada- argumentó él sin apartar la mirada de su espada, que en ese momento apuntaba hacía su cuello
-cierto- admitió la mestiza- pero tu ya sabías que no era un simple ángel
Ambos se miraron, intentando descifrar los pensamientos del otro.
-¿qué vas hacer?-preguntó él
-matarte, ya sabes demasiado sobre mi, y no puedo permitirme el lujo de que un demonio se vaya de la lengua – y antes de darle tiempo a que sus palabras lo pusieran alerta, le atacó.
Él esquivó el filo de su espada con facilidad, y el siguiente ataque, y el próximo, así hasta que notó el escozor en el hombro. Miró y se encontró con su espada clavada en él. El rayo negro que lanzó fue por instinto, y se arrepintió al momento. Si ella no se hubiera lanzado al suelo habría muerto. Y por el momento, eso no era lo que quería. Anya se levantó con lentitud, mechones de pelo rubio se cruzaban en su cara, y entre ellos, sus ojos negros refugiaban odio. Él sonrió ante esa imagen y ella embistió con la espada por delante. El demonio desapareció de su trayectoria en una abrir y cerrar de ojos para situarse tras ella, con una mano en su cuello. Anya le pegó un codazo en el abdomen , alejándose lo suficiente para apuntar la espada hacía él. La posición era incomoda, ella de espaldas sujetando la espada con ambas manos y sin poder girarse a mirarlo porque la sostenía por la nuca con fuerza.
Estaban en un punto muerto.
El demonio aflojo levemente el agarré, permitiéndole girarse. Los dos se miraban cuando el sonido de voces en la boca del callejón trajo su atención. Eran Shana y Victoria .

-mi nombre es Hugo, quiero que lo recuerdes- le murmuró él acariciándole el cuello. Ya no ejercía presión alguna.
Anya soltó una risa áspera.
-lo habré olvidado antes de salir del callejón
-lo dudo- terció él, sonriendo de nuevo- y cuida de mi arma, volveré a por ella. Mientras tanto…- al igual que había echo ella antes. Hugo tocó su tatuaje del hombro y sacó su arma. Anya protestó indignada, pero su mano todavía estaba agarrando su cuello-un látigo, interesante
- no un látigo, mi látigo- enfatizó
Los pasos de las dos chicas se escucharon cada vez más cerca .Y justo antes de que aparecieran ante su vista, él desapareció. Anya se quedó aturdida durante varios segundos. Aún no se creía lo que había ocurrido, estaba viva, aunque recapitulando, había perdido su arma personal o más bien intercambiado, un demonio sabía su secreto y temía el próximo encuentro con él. Una noche perfecta, desde luego. Las dos chicas aparecieron ante ella, una seguida de la otra, y Shana con un pergamino en la mano. Le dio tiempo a esconder la gran espada en su tatuaje antes de que la vieran. Se sintió extraña ante esa acción, eso no era lo habitual.

-¿ Qué haces aquí?- preguntó Shana
-esperaros, ¿eso es el mapa?
Shana asintió a la vez que se lo lanzaba. Anya lo cogió al vuelo y lo desenrollo. Frunció el ceño ante la antigüedad del mapa.

-¿hubo algún percance?
-ninguno- contestó Victoria
- va a ser complicado encontrar la localización, es muy antiguo y las cosas han cambiado bastante-comentó Shana cuando Anya levantó la vista del mapa
-difícil pero no imposible –alegó la mestiza- volvamos al hotel hay que hacer planes, además, mejor no estar aquí cuando Lázaro descubra qua ha desaparecido su mapa
Ambas asintieron de acuerdo con Anya. Esta enrolló el mapa y lo guardó dentro de la chaqueta. Mientras andaba detrás de sus “compañeras” , sintió un cosquilleo en la nuca. Era como si alguien las estuviera vigilando. Con la guardia alta, miró por encima del hombro y se le cortó la respiración. Unos ojos verdes con destellos rojos la observaban. No podía asegurarlo, ya que no se veía nada más, pero juraría que estaba sonriendo. Le costó darle la espalda y seguir caminando como si nada. Había presumido de que no le recordaría al salir del callejón; pero ya estaba fuera e indudablemente faltaba mucho para que se olvidara de él.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Capítulo 8, ya estamos en Francia




Anya notó las turbulencias del aterrizaje haciendo que saliera de los recuerdos. Sumergirse en el pasado aún le era muy doloroso ,y cuando empezaba no podía salir. Se miró las palmas de las manos, pero como ya sabía, las heridas se habían curado casi al instante de hacérselas. Los ángeles estaban hechos para curar y aunque ella no podía ayudar a los demás, ya que esa característica se había anulado con la mezcla de sangre demoniaca, sí tenía la rápida regeneración y curación de ambas criaturas. No tenía todas las capacidades de un demonio, ni tampoco las de un ángel, pero algunas estaban mucho más evolucionadas que las de ambos, una compensación para equilibrar la balanza.
 Bajaron del avión las tres juntas, Shana después de haber tenido un tiempo para aclarar las ideas estaba totalmente recuperada del shock anterior, aunque aún seguía sin entender sus propias reacciones. Victoria, que iba la última, respiró hondo al pisar suelo francés. No era de sus ciudades preferidas, dos clanes de Shellam vivían allí y tenían rivalidades desde hacía siglos. Pero claro, ella nunca había estado sola por la ciudad y menos con el tiempo suficiente para visitar cuanto quisiera, no solo los monumentos típicos turísticos o las casas de sus súbditos. Esa era su vida, siempre se debían a los clanes y a su gente, rara vez tenían tiempo libre.
Cuando se encontró con ellas nunca se habría imaginado que tendría aun menos tiempo libre del que habitualmente estaba acostumbrada. No acababan de bajar del avión cuando ya se dirigían hacía la estación de tren para viajar lo antes posible hacia Metz. Tuvieron que hacer el largo viaje en un autobús que las dejaría a un par de kilómetros de la ciudad ,ya que esa no era la dirección donde se dirigía ,y no habría ningún otro medio de llegar, al menos no hasta la mañana siguiente  por la tarde.

Llegaron a las puertas de la ciudad cuando amanecía. Después de agradecer al conductor por desviarse solo para acercarlas hasta la ciudad, caminaron no más de una hora cuando dieron con la entrada a Metz.

-¿qué hacemos primero?- preguntó Shana, echándose el flequillo hacia atrás mientras observaba el lugar. Nunca había salido de España.
-buscar un sitio donde pasar la noche- contestó Anya-un buen hotel, con comida decente y una amplia bañera

Shana casi sonrió al escucharla. Mataría por una ducha. Literalmente.

-conozco un buen sitio- añadió Victoria recordando su última estancia en ese país- está en el centro y es discreto, nadie nos molestará. –informó
Era la primera vez que abría la boca en todo el trayecto, aunque sus otras dos acompañantes tampoco habían dicho más de un par de palabras, todavía recordaba el incidente con Anya en el aeropuerto de Barajas y el resentimiento no se había esfumado.

- me parece bien-dijo Shana sin importarle demasiado- ¿caminamos u otro taxi?
-caminar- contestó rápidamente la Shellam- no hacer ejercicio me pone de mala leche y ya hemos pasado muchas horas sentadas en el autobús-acto seguido comenzó andar

Shana se encogió de hombros y la siguió, no sin antes mirar a Anya que se quedó la última. Caminaba a paso lento y observaba la ciudad con cierto asombro. Era temprano pero la ciudad ya estaba despierta, los coches pasaban con velocidad por la carretera y las calles estaban inundadas de gente.

-¿pasa algo?-le preguntó

Anya la miró como si acabara de recordar que estaba allí. Sacudió levemente la cabeza y echó andar adelantándola y siguiendo a Victoria por las calles. Shana la miró extrañada, esa chica parecía ocultar demasiadas cosas. Sus ojos, oscuros como el carbón, escondían demasiados secretos, y eso no era algo  que le agradase
Una hora después Anya estaba harta de andar ¿Cuándo infiernos iban a llegar? Con la fácil que habría sido volar por encima de la ciudad y descansar en cualquier hotel. Suspiró con nostalgia ante ese pensamiento. Si hubiera sido otra ciudad, al menos iría entretenida viendo lo que tenía que ofrecer ese sitio, pero cuando entraron por las puertas un vago recuerdo le vino a la memoria. Ya había estado en ese lugar con su madre. En es viaje no estaba su padre, algo muy extraño ya que nunca se separaban, pero apenas era una cría cuando había visitado ese sitio, así que no podía recordar bien lo sucedido. Victoria se paró en las puertas de un hotel  blanco con los adornos en dorado. Se veía grande y las cuatro estrellas que adornaban el cartel de entrada indicaban que estarían bien atendidas.

-necesitamos tres habitaciones, Selena-dijo Victoria nada más entrar, sus palabras iban dirigidas a la recepcionista que había sentada tras un mostrador
-prin…prin…princesa-tartamudeó la chica en francés a la vez que saltaba de la silla- no la esperábamos-bajó la cabeza y buscó desesperada por todos los papeles-no hay ninguna reserva
-no-se disculpó Victoria con una sonrisa-no estaba planeado
-pero no estamos preparados, no hay habitaciones disponibles, y la suite está ocupada- la voz de Selena sonaba casi desesperada, como si temiera echarse a llorar

Victoria fue abrir la boca para responder pero la cerró al ver como Anya se adelantaba hasta el mostrador, apoyaba las dos manos en la tabla y pegaba su nariz a la de la chica. La pobre recepcionista estaba totalmente intimidada.

-una…habitación…ya-le dijo remarcando cada palabra con un perfecto acento francés. Luego un brillo dorado pasó por sus ojos y la recepcionista no tuvo más remedio que obedecer, aunque con ello tuviera que desalojar  alguna habitación ocupada y ya pagada.
-sí-fue su única contestación antes de desaparecer
El silencio que quedó en la sala fue increíblemente tenso e incomodo.

-¿qué ha sucedido?-le recriminó Victoria
-a la hora de trabajar es mucho más eficaz la intimidación  que la amabilidad
-en eso tiene razón-corroboró Shana, aunque aún seguía algo sorprendida por la rapidez con que la chica había accedido.
-¿así funcionáis vosotras?¿con amenazas?-exclamó indignada

Anya  la ignoró mientras observaba por el pasillo donde se había ido la recepcionista. Shana , en cambió, la miró recostada en la pared donde se encontraba y se encogió de hombros. No tenía ganas de empezar una charla sobre la moral y la ética de las personas, y muchos menos sobre la suya, dudaba de que tuviera de eso. Se incorporó poniéndose recta cuando Selena llegó andando a paso rápido con la llave de una habitación en las manos.

-última planta, la primera puerta a la derecha- les informó mientras le pasaba la llave a Anya

Las tres chicas se dirigieron al ascensor sin decir palabra. Fue Anya quien apretó el botón del ascensor y fue ella quien abrió la puerta de la habitación cuando llegaron. Shana se acomodó en el sofá poniendo los pies sobre la mesa, había una caja de bombones para dar la bienvenida, la abrió y empezó a comérselos lentamente, disfrutando del sabor.

-esta noche saldré a buscar información-aclaró Anya
Shana la miró arqueando una ceja.
-¿tú sola?-preguntó- no conseguiste nada sin mí, ¿lo conseguirás ahora?

Victoria soltó una risita por lo bajo al escuchar las palabras de Shana, la carcajada vino después al ver la mueca crispada de Anya.

-eso ya lo veremos-replicó con acritud Anya
-como tú quieras-respondió Shana ladeando la cabeza levemente- ¿Quién va primera a la ducha?
-yo- se adelantó a responder Victoria. En un momento estaba frente a ellas y al siguiente había desaparecido. Lo único que las advirtió de que estaba en el baño fue el portazo que dio.
-oye-comentó de repente Shana levantándose del sofá-¿habrá servicio de habitaciones?- no esperó la contestación de Anya, fue hacía el teléfono que había sobre una mesita y llamó a recepción.
Minutos más tarde no paraban de subir platos a la habitación. Cuando anocheció las tres ya se habían duchado y comido hasta estar llenas. Shana sentada en el sofá en la misma posición que ese mañana afilaba las espadas con una piedra un tanto extraña. Estaba inmersa en esa acción. Anya llevaba más de una hora sentada en el balcón mirando la ciudad , que ahora brillaba por las luces de los diferentes edificios y las farolas. Victoria se limaba las uñas hasta dejarlas en perfectas condiciones. Así pasaron las horas muertas, sin decirse nada, y sin querer escuchar los asuntos de las demás. Todas tenían problemas propios de los que preocuparse.

-me voy a comer- indicó Victoria lanzando la lima hacía un rincón de la habitación- estoy cansada de estar encerrada y necesito algo de acción
-¿comer?¿o más bien beber?- añadió Shana sin levantar la vista, aparentaba indiferencia pero por dentro le repugnaba esa idea
-sí, -afirmó-beber y sangre, yo no juzgo tus acciones tú no lo hagas conmigo
-no lo he hecho
Victoria soltó una risa nerviosa muy poco natural.
-se te nota- le dio la espalda y abrió la puerta- y aunque no es de tu incumbencia, no mato a gente inocente-luego salió

Shana miró la puerta ,ahora cerrada, frunciendo el ceño. ¿una vampira que no mataba a gente inocente? La idea le parecía ridícula, aunque tampoco conocía a la raza Shellam para saber porque normas se regían. Y como bien había dicho Victoria, ella no era quien para juzgar, había matada a gente inocente sin importarle. Lo único que le retorcía las entrañas era pensar que podía herir algún niño. No soportaba las injusticias que se cometían con los más pequeños, ellos no eran capaces de defenderse.
Dejó la espada sobre la mesa, al lado de la otra y echó la cabeza hacía atrás. Volvía a echar de menos a los niños, a Sisi y a Aarón. Como abrían disfrutado con tanta comida. Odiaba ese sentimiento de añoranza, la hacía tan débil, tan parecida a aquellos que despreciaba, pero era algo que no podía cambiar. El sonido del tráfico llegó a sus oídos cuando Anya abrió la cristalera del balcón y entró.

-creo que ya es hora-dijo mirándola directamente
Shana asintió. Y al igual que había pasado con Victoria ,vio salir a Anya mientras ella seguía sentada en el mismo sitio. Se levantó exasperada del sofá, no sabía que hacer, pero estaba cansada de esa inactividad.  Recogió todo el estropicio que habían liado.  Al ver que no había nada más que hacer y sintiéndose encerrada, se puso hacer abdominales y flexiones en medio del salón. Tenía que entretenerse de alguna manera. No conocía esa ciudad, y dudaba de que si salía podría volver a encontrar el hotel, para colmo no tenía ni pajolera idea de francés. No, no era un buen plan salir a ver la ciudad. Pero en contra de todo eso, se colgó las espadas a la espalda y se fue.
Una vez en el ascensor, se arrepintió de no bajar por las escaleras, maldita sea, no había tantas plantas para que fuera tan lento. Tamborileaba los dedos una y otra vez sobre la pared. La musiquilla de fondo era realmente exasperante.
La puerta se abrió y cuando dio un paso para salir vio que aún no había llegado a la planta baja. Con un suspiró de impaciencia que hizo que su flequillo volara hacía atrás ,se cruzó de brazos y esperó a que un hombre entrara. Era un anciano que rondaría los sesenta. Al pobre hombre casi le dio un infarto al ver la cara de pocos amigos de Shana, por no hablar de sus ropas y las espadas en la espalda. Shana vio como la observaba y le dirigió una sonrisa fría a la vez que levantaba las cejas a modo de pregunta. Cuando el ascensor volvió a parar, el anciano se bajó sin importarle la planta. Tartamudeó una despedida que Shana no se molestó en escuchar. El siguiente hombre que entró ,no era un anciano ni mucho menos, estaría en la treintena y sus músculos eran casi tan grandes como su cabeza. Un adicto al gimnasio. Ambos se ignoraron mutuamente y lo único que ensombrecía el silencio era la dichosa musiquilla de fondo. La siguiente vez que el ascensor paró fue para dar lugar al recibidor. Él hombre salió primero, Shana sin saber por qué lo siguió con la vista. Vio como desaparecía tras una puerta, arriba de ésta ponía “Gymnase”  no había que ser muy inteligente para saber que había dentro. Bueno, eso era lo que le hacía falta para entretenerse.
 El gimnasio era amplio y estaba muy bien cuidado, todas las maquinas que conocía, y muchas que no, estaban allí dentro. Dejó caer las espadas al suelo, complacida con el ruido que hicieron al caer. Todas las miradas se centraron en ella, todas eran de hombres, ni una mujer, y todas reflejaban humor al verla allí dentro. ¿pero qué se creían? Por muy grandes que fueran podía matarlos sin agotarse apenas. Maldito machismo. Haciendo caso omiso a todos los presentes, miró las maquinas disponibles, quería practicar fuerza y lo único que podía servirla era las pesas. Colocó 20 kilos a cada lado de la barra. Se tumbó en el banquillo y empezó hacer repeticiones sin parar. No era débil, al contrario, muchas veces se sorprendía ella misma de la fuerza que tenía, no era normal que una niña que pesaba 56 kilos pudiera levantar tanto, pero ella lo hacía. Dos hombres fuertes se colocaron a cada lado, la miraban sorprendidos de que ella siguiera y siguiera sin parar, pero Shana detectó algo más. Maldito machismo, volvió a pensar, querían algo de ella. Antes de que le diera tiempo a reaccionar ,cada uno de ellos le colocó otra pesa de 10 kilos más a en la barra. Casi deja caer las pesas sobre ella, pero estaba tan furiosa que las levantó, con esfuerzo y los brazos  temblando, pero las levantó. Cuando dejó la barra y se levantó los hombres estaban atónitos y cabreados, habían querido jugársela y no lo habían conseguido.  Ahora Shana estaba enfadada. Le dio un puñetazo al que tenía más cerca rompiéndola la nariz a la vez que saltaba para salir de la trayectoria del otro. Cogió una de las pesas y le dio con ella en el estómago. Se encogió hacía dentro poniéndose una mano en las costillas y otra en la nariz sangrienta. Estaba perfecto para que Shana le diera un codazo en la nuca y lo dejara K.O. Eso fue lo que hizo, aunque tuvo que emplear todas sus fuerzas para que hiciera efecto en ese pedazo de tío. Mientras todo eso ocurría ,el resto de los hombres se dejaron de entrenar para ir a por ella. Sus espadas estaban algo lejos, así que se las apañó cogiendo una de las varas que se usaban para las pesas. Estaba apuntó de asestarle al segundo hombre que le había echo la broma cuando la puerta del gimnasio de abrió de repente dando un fuerte portazo contra la pared. Todos miraron hacía allí olvidando por un momento la pelea. En el marco estaba Anya, en sus pies había un hombre mayor, flacucho y que agachaba la cabeza. Anya lo tenía agarrado por el cuello para impedir que escapara.

-¿es que no puedo dejarte sola un momento?-exclamó frustrada con la vista clavada en Shana

El flacucho que tenía agarrado se revolvió de repente y Anya le estampo la rodilla en el estómago. Gimió audiblemente y volvió a quedarse quieto. Ella ni se inmutó.

-¿vienes o qué?-preguntó

Shana se encogió de hombros y se quitó un mechón de pelo de la cara. Se giró hacía Anya ante las miradas perplejas de los demás. Unos protestaron y gritaron que como se atrevía marcharse después de lo que había echo. Shana los ignoró. Pero uno le cortó el paso.

-de aquí no te vas muchacha, nos queda una cuenta pendiente-dijo con voz de suficiencia
Ella lo observo lentamente, calmada y sin prisas, luego le ordenó:
-quítate
-¿y si no quiero?

La barra que aún sostenía en la mano derecha fue directa al costado izquierdo de la cara del hombre. El golpe fue seco ,y brutalmente fuerte. Tanto que el hombre calló al suelo aullando de dolor. Ella se giró despacio.

-¿algún voluntario más? – el frío que trasmitía su mirada hizo que todos  se quedaran en silencio-eso creía

De nuevo en el ascensor, a Shana ya no le molestaba la canción. Al contrarió ,silbaba al mismo ritmo sin importarle la mirada elocuente de Anya. Como había necesitado esa pelea, soltar todo es energía que acumulaba por el encierro, no soportaba estar encerrada entre cuatro paredes, era como luchar contra si misma.
Cuando entraron en el apartamento, se encontraron a Victoria tumbada a lo largo del sofá, bebiendo de un vaso de plateado con una pajita. Bebiendo sangre. Shana se llevó una mano al estómago pero no dijo nada, eso era repugnante. Victoria al verlas se limpió la comisura del labio y tiró el baso por la ventana, luego se incorporó y miró al hombre que agarraba Anya.

-¿quién es?- preguntó, levantándose y acercándose. Ladeó la cabeza hacía la derecha observando como temblaba.- creo que lo asustaste
-ese era el plan- replicó, áspera Anya. Luego lo empujó contra una silla con tanta fuerza que el hombre estuvo apunto de caer de espaldas- aun así no abre la boca
-¿le ofreciste dinero?-preguntó Shana
-sí, pero no sirvió- rezongó exasperada. Había intentado hacer el truco de los ojos  pero de nada servía. Ese hombre seguramente había dado su palabra de no decir nada bajo juramento, eso era algo que anulaba el pequeño truco. Una verdadera lata, los humanos no tenían honor daba igual sus promesas o juramentos, siempre las acaban quebrantando.- te lo preguntaré una última vez  ¿dónde puedo encontrar a Lázaro Deveroux?
El hombre agachó la mirada sin abrir la boca.
Shana suspiró aburrida. Tenía ganas de irse a dormir después del ejercicio y la caminata de esa mañana, y ese hombre se lo impedía. ¿es que era tonto? Se ahorraría muchos problemas si hablaba.
Anya perdiendo la paciencia lo agarró del cuello, presionando con el dedo gordo la nuez de la garganta. El hombre luchó contra ella intentando quitarle la mano sin obtener ningún resultado. Cuando sus brazos empezaron aflojarse y la expresión de miedo fue total, Anya lo soltó. Él, se tiró al suelo tosiendo con fuerza y llevándose las dos manos al cuello. Tardó un buen rato en recuperarse y dejar de toser.

-estáis locas-murmuró en francés
-¿qué dijo?- le preguntó Shana a Victoria. Ambas estaban sentadas en el sofá observándolo todo, entretenidas con el interrogatorio.
- que estamos locas -respondió
-peores cosas me han llamado
-puedo asegurarte, que a mi también

Ajena a la charla de Victoria y Shana, Anya cada vez estaba más frustrada. Estaba a punto de perder la poca paciencia que le quedaba, y si eso ocurría, acabaría por matarlo sin darse cuenta. Le pegó un puñetazo en la mandíbula mandándolo hacía atrás, luego se fue hacía la cocina en busca de algo con lo que rellenar su estómago. Lo iba a matar si no hablaba ya.
Shana se levantó del sofá y se inclinó lentamente delante del hombre.

-Victoria- la llamó-¿puedes traducirme?
La aludida asintió.
-¿tienes hijos?- le preguntó y Victoria lo repitió en francés.
Él negó con la cabeza. Shana se llevó una mano a la barbilla pensativa.
-¿por qué te niegas hablar?
Él hombre la miró a los ojos y se estremeció, cuando contestó fue tan solo con un murmullo.
-él me matará-le tradujo Victoria
-si no hablas, lo haremos nosotras- intervino la vampira antes de que Shana contestara
Y para corroborarlo Shana le rompió el dedo índice de la mano derecha. El hombre gritó. Una vez se hizo el silencio, Shana siguió con su muñeca. El crujido del hueso sonó en sus oídos. Anya ya había vuelto y miraba sin intervenir. Cuando se levantó y cogió el codo para repetir la acción él hombre habló.

-por favor, no puedo, me matará
Shana estaba mirando a Victoria que traducía, no se giró cuando le rompió el codo.
-respuesta incorrecta
Al igual que la vez anterior, el hombre gritó y gritó, las lágrimas de dolor caían por su rostro como un torrente y el odio y el miedo se entremezclaban en su mirada.

-vampira- dijo Shana, ésta le mostró los colmillos al escuchar el apelativo por el que la había llamado- dile que si habla ahora, le prometo que lo mantendré a salvo- la sorpresa en las otras dos chicas fue evidente, no se esperaban eso. Victoria se lo dijo. El hombre no la creyó. Suspirando, Shana agarró el hombro.

-esta noche, esta noche tenía una cita en mi bar, una vez al mes va allí para reunirse con hombres y mujeres de negocios, siempre se queda en la mejor habitación y desaparece hasta el mes que viene
-tenemos trabajo que hacer- afirmó Anya-¿qué vas hacer con él?- le preguntó a la sicario
-por ahora dejarlo aquí, ya pensaré en algo para mantenerlo con vida si Lázaro Deveroux resulta ser una verdadera amenaza.
-yo todavía no sé que buscáis en ese hombre-intervino la Shellam cruzándose de brazos
-¿tú no decías que solo querías aventuras?- le recordó Shana
-sí, pero también me gusta saber
Shana miró a Anya a modo de pregunta, era ella la que tenía que decidir si decírselo a Victoria o no. Se encogió de hombros y desapareció hacía la terraza. Shana lo tomó como una aceptación.
-Anya busca a los Dragones Negros- le explicó- no sé para qué, y ella no parece muy interesada en decírmelo, tampoco me interesa mucho- y se encogió de hombros
-¿ y tú qué haces con ella? No parecéis viejas amigas
-es que no lo somos, ella me ha contratado, me manejo bastante mejor con la escoria que vive al margen de la ley que ella

viernes, 26 de octubre de 2012

Capítulo 7 (malos recuerdos)


Llevaba un rato sentada en una de las sillas de plástico tan incómodas de la sala de espera cuando un hombre que rondaba los cuarenta se sentó a su lado. Se sorprendió bastante. Sabía que intimidaba a la gente con esas pintas y las espadas .Era lo que pretendía. El hombre le sonrió enseñándole sus dientes algo amarillentos de haber fumado durante muchos años.

-¿eres uno de esos caza vampiros?-le preguntó él, sus ojos reflejaban curiosidad e interés, no parecía uno de esos locos fanáticos.
Shana puso los ojos en blanco al escuchar la pregunta. Cuando salieron a la luz todo el rollo de la magia y las criaturas mágicas (había infinidad de ellas) no solo descubrieron que vivían rodeados de gente con dones especiales, sino que muchos de los asesinatos en serie eran por vampiros, y que los mejores robos hechos hasta el momento habían recibido ayuda de los duendes. Condenados bichos, como odiaba a los duendes, eran realmente molestos. El caso es que ahora rondaban por las ciudades de todo el mundo ,caza vampiros, caza demonios, caza brujas, caza, caza, caza…. Bah, la mayoría de ellos no vivían para contar su primera misión. Que los malhechores fueran más rápidos que las balas y a veces más resistentes, había echo que surgiera el pánico entre los policías. De ahí que volviera a estar de moda poner recompensas por los criminales más peligrosos. Debía de estar orgullosa, había entrado en ese rango.

-no, no lo soy- le respondió al hombre con voz monótona, no quería tener una charla frívola hablando sobre nada con un desconocido
El hombre ladeó la cabeza mirándola más fijamente.
-¿entonces por qué llevas las espadas?
Shana pensó en levantarse y largarse ,pero la entrada para embarca al avión estaba justo enfrente. No tardarían en subir.
-protección-le sonrió con maldad-nunca se sabe que te puedes encontrar por la calle
El hombre carraspeó nervioso bajo el escrutinio de su mirada. Conocía a muy pocas personas que pudieran mantener sus ojos fijos en los de ella por más de tres segundo. El hombre farfulló una despedida y se fue rápidamente.
Shana volvió a recostarse en el asiento escuchando por el altavoz como avisaban a los pasajeros hacía Paris que el vuelo saldría de inmediato. La verdad es que llevaba oyendo el aviso varios minutos pero estaba esperando ver a Victoria y  Anya aparecer. Si no lo hacían, se iría y se olvidaría de este extraño trabajo. No fue así. Ellas aparecieron en ese momento corriendo por el pasillo donde estaba la cafetería, al parecer habían seguido discutiendo y no se habían enterado del vuelo. Fue a levantarse para ir tras ella cuando un muchacho captó su atención. Era el encargado del equipaje. Estaba a escasos metros de ella por lo que pudo oír su fuerte tos. El chico, sería un par de años mayor que ella, se agarró al carrito de montacargas llevándose la mano al pecho y tosiendo cada vez más fuerte. En decimas de segundos, su cuerpo comenzó a convulsionarse. Cada tos era más fuerte y Shana pudo ver como la mano que acababa de usar para taparse la boca se llenaba de sangre. Estaba paralizada ¿qué le pasa al chico? Poco a poco comenzó andar hacía él mientras veía como seguía temblando.

-¿qué te pasa?¿necesitas ayuda?-le preguntó cuando estuvo a su lado
Él pareció no escucharla. Dejó caer la mano que aún tenía agarrada al carrito y aferró la muñeca de Shana. Levantó la mirada y ella pudo ver como sus ojos se daban la vuelta hacía atrás, poniéndose totalmente blancos. Liberó su mano de un tirón asustada y retrocedió un par de pasos.  Aún así no se marchó ,preocupada y a la vez intrigada por lo que le sucedía al chico. Nunca había escuchado una enfermedad con esos síntomas. Entonces empezó a vomitar sangre y un segundo después luchaba por coger aire, pero parecía que el oxigeno no llegaba a sus pulmones.  El chico luchaba desesperado por respirar , sin embargo, no lo consiguió. No tardó en derrumbarse en el charco de sangre que había dejado y convulsionares hasta que murió .
Shana estaba totalmente horrorizaba ,con lo ojos abiertos como platos y sus manos aferrando sin darse cuanta la tele vaquera del pantalón. Alguien la cogió del codo obligándola a darse la vuelta.

-¿qué has hecho?-inquirió Anya apretando cada vez más fuerte el agarré de su brazo
Shana no contestó. Giró la cabeza hacía atrás sin poder dejar de mirar el cuerpo sin vida de ese chico. Había vivido en las calles, había visto de todo, pero estaba más afectada que nunca. Esa muerte no era natural, era como si el cuerpo luchara contra si mismo.

-maldición, larguémonos-pero Shana no le hizo caso. Cerró los ojos intentando olvidar la espantosa muerte de ese chico. Tenía una extraña opresión en el pecho, como si algo se hubiera ido cuando ese chico murió. Pero eso no tenía sentido. Ella no había tenido nada que ver, ni siquiera sentía remordimientos al matar, ¿por qué ahora sí?. Sin embargo, verlo retorcerse y luchar contra su propio cuerpo ,había afectado en ella de una manera que no quería admitir.
“se acabó, no lo pienses más”
Pero no lo consiguió, y cuando se recostó en el asiento del avión, tras haber embarcado, la imágenes volvieron a su cabeza.

Anya aún estaba cabreada por lo sucedido con el chico. Intentaba pasar desapercibida y la sicario montaba ese lio, al menos eso había pensado en un principio, pero tras fijarse con más detenimiento se percató de que Shana no había tenido anda que ver. Es más, parecía estar en shock, no se esperaba esa reacción de una asesina que vivía en los bajos fondos.
Olvidándose por un momento de sus dos nuevas compañeras, repasó el plan. Ya tenía el nombre de alguien que podía conducirla hasta los Dragones Negros , ¿cómo lo localizarían? Aún no lo sabía. Pero no se preocupaba por ello, Metz no era una ciudad muy grande y preguntando en los sitios idóneos conseguiría encontrarlo. Tampoco tenía ningún problema en si los Dragones estarían dispuestos a recibirla, eso no tenía ninguna relevancia, se encontraría con ellos quisieran o no. En cuanto al intercambio de información, tenía algo que podía interesarles. Lo único que rondaba por su mente y que de verdad la preocupaba era como poder acabar con su adversario. Una vez que diera con él, por supuesto. Había pasado cuatro meses desde la muerte de sus padres y todavía era incapaz de admitir su perdida, no era capaz de entender como habían acabado con ellos. Los ángeles y demonios son guerreros, una de sus misiones en la vida es matarse mutuamente. Criaturas poderosas, guerreros experimentados ¿quién podía tener tanto poder para no matar a uno, sino a ambos? Era una estupidez pensar que ella sola podría vengar la muerte de sus padres, pero esa absurda idea era la única que conseguía darle fuerzas cada mañana. Conseguir vengarlos era la única manera de poder quitarse la culpabilidad que sentía por no haber estado con ellos en el momento del ataque y porque si sus propias sospechas eran ciertas, podría tener que enfrentarse a un demonio o un ángel de rango superior. Sus labios se convirtieron en un fina línea y sus puños se crisparon  apretándose las uñas en las palmas. Notó el suave líquido de la sangre en sus manos, pero no le dio importancia. El recuerdo de una conversación escuchada a escondidas quemaba en su mente, la injusticia y la rabia eran malas compañeras.


Era el día de su cumpleaños y estaba encerrada en su cuarto. Todo había sido maravilloso, le habían echo una tarta de cinco pisos donde ponía “Feliz noveno cumpleaños, Anya”. Su mama la había dejado comer todo el pastel que quiso por ser su día especial. Luego recibió los regalos y por primera vez la dejaron volar sola. Había sido magnífico, ya era una niña mayor. Pero entonces vino ese hombre, un ángel, y tubo que esconderse como siempre hacía. Nadie podía verla, ella no era como los demás ángeles. Tampoco tenía amigos, pero no le importaba, sus papas siempre estaban con ella. No era justo que ese hombre le arruinara su día. ¿por qué había venido? Enfada como estaba no pensó en las consecuencias y salió de su cuarto. Descendió las escaleras con mucho cuidado de no hacer ruido y se escondió tras una mesita. Ahí escuchó todo.

-¿cómo puedes ser tan estúpida, Coraima?- le gritó el ángel a su mamá
-cuidado con ese tono Fabio, estás hablando con mi mujer
Anya nunca escuchó un tono tan mortífero de parte de su padre. Tembló ligeramente pero no salió de su escondite.
-Darío no te inmiscuyas, esto no te concierne-le amenazó el ángel visitante- es mi hija y le hablaré como me plazca, me debe respeto y gratitud
-no te debe nada, y todo lo que tenga que ver con ella me incumbe, ya deberías saberlo, suegro-la última palabra la dijo como si fuera un insulto, odiaba que alguien hiciera daño a su mujer, aún más si ese alguien, era su propio padre
- basta ya-exclamó Coraima a la vez que sostenía a su esposo, orgulloso como era no aguantaría otra voz más y menos si iba dirigida a ella- ¿por qué estás aquí?

El ángel, Fabio, se calmó antes de contestar.

-es el cumple de mi nieta- respondió como si eso fuera suficiente
Coraima miró a su padre con ira, sabiendo que mentía. Fabio no tenía ningún sentimiento afectivo por su nieta .Esta vez fue Darío quien la sujetó a ella para calmarla. Pero no lo consiguió.

-¡¡tu nieta!! ¿cómo te atreves si quiera a decir que es tú nieta? Cuando no te opusiste el día que la desterraron de la Cúpula donde deberían estar todos los niños ángeles, aquí está sin protección
-ella es una mestiza-respondió Fabio rojo de ira- su sangre esta sucia, lleva la evidencia en sus alas
-no te permito que digas eso de mi hija-le advirtió Coraima señalándole con el dedo
-¿por qué tuviste que irte con este demonio, hija mía? , vuelve a casa,-le suplicó- deja aquí a la niña y a este demonio que dices llamar esposo, te perdonarán, puedes empezar de nuevo

Anya se acurrucó debajo de la mesita apretando las rodillas entre sus brazos. Lloraba, pero lo hacía silenciosamente. Miró sus alas entre el bañó de lágrimas y por primera vez, no quiso tener esos dibujos negros que tanto destacaban entre sus plumas blancas. No la querían, estaba sucia.

-me insultas proponiéndome eso- respondió su madre con la voz áspera- amo a Darío y amo a mi hija por encima de todas las cosas, no me importa vivir exiliada por proteger a mi familia
-maldita seas tú y tu rebeldía, te permití infringir las reglas cuando ayudaste a esa humana ,Anabel se llamaba, pero jamás te perdonaré esto
-no quiero tu perdón, padre,-le respondió, no pudo ocultar la decepción que sentía por su padre- ya no, lo único que quiero de usted es que guarde el secreto de mi hija, es la primera mestiza que jamás a nacido, los ángeles que te rodean querrán matarla, si todavía te importo algo, haz eso por mi
El silencio solo duró unos segundos pero pareció una eternidad a todos los presentes.

- si es eso lo que quieres, de acuerdo,-accedió, aunque con desgana- pero esta será la última vez que nos veamos, no quiero tener nada que ver con una hija que traiciona a su familia por un niño bonito
-no traicioné a mi familia, me enamoré- dijo ella tristemente-pero tu jamás podrás entender eso

Anya asomó la cabeza por encima de la mesita justo cuando su abuelo salía por la puerta. Las grandes alas blancas brillaban más que la misma Luna en medio de la noche. Brillaban más que las de su mamá. “Está sucia”, las palabras volvieron a repetirse en su cabeza.

-tarde o temprano te encontraran-le advirtió Fabio por encima del hombro antes de emprender el vuelo y desaparecer
Darío abrazó a su mujer cuando ésta se echó a llorar.

-él tiene razón, tarde o temprano nos encontrarán
-shh, no llores, -le dijo intentando tranquilizarla a la vez que la acariciaba con ternura- ya hemos podidos con ellos antes y lo volveremos hacer, además,-argumentó con una media sonrisa- soy un demonio, estoy echo para luchar contra los ángeles
Ella esbozó una pequeña sonrisa.

-nos conocimos peleando-dijo ella evocando el recuerdo-en Venecia
-sí y todavía no he podido derrotarte
-y nunca lo harás-replicó con energía, olvidando poco a poco la visita de su padre
-doy gracias por ello, -y le dio un beso en los labios- sino hubieras ganado tú, no habrías sentido compasión por mi y no me habrías curado las heridas, ni me habrías echo ver que luchar entre nosotros no es un instinto como nos quieren hacer creer, ni habría descubierto lo maravillosa que eres ,ni…

-ya, ya, ya- le cortó ella riendo- ya conozco tu labia, zalamero, vamos a por la niña
Pero él no la dejó separarse.
-en unos minutos


Anya echó a correr hacía su habitación. Las lágrimas caían como torrentes por sus mejillas y los ojos le escocían. Sentía un terrible dolor que no podía comprender. Rechazo. Culpabilidad. Miedo. Siempre había leído en los libros que los ángeles eran los buenos, eran los que ayudaban a los demás, pero querían matar a sus papas y a ella. Se tiró en la cama pegando con los puños en la almohada. Ese día entendió el significado de una frase. La había escuchado más de una vez en los labios de su papá y él se lo explicó cuando ella le preguntó, pero hasta ese día no había entendido todo el significado. El fin no justificaba los medios. Su padre decía que esa era la excusa que usaban los ángeles cuando hacían algo mal, todo era por un bien mayor, y su madre que era un ángel nunca lo contradijo. Se hizo una bola subiendo las rodillas al pecho y no dejó de llorar.

jueves, 18 de octubre de 2012

Capítulo 6 ( ahora somos tres)


Las tres se tiraron al suelo.
-hay que salir de aquí- dijo Anya, hacía las otras dos por encima del sonido de las balas
Gatearon por el sucio suelo, mojándose con los charcos de agua y bebidas sucias hasta salir de la calle. El corazón de Shana latía en su garganta tan fuertemente que creía que se le iba a escapar. En vez de que el miedo la paralizaba tragó con fuerza y haciendo acopió de valor se levantó nada más pasar la curva y echó a correr. Las otras dos iban a su lado corriendo incluso más que ella llevando tacones en los pies. Victoria miró hacía atrás para cerciorase de si las seguían. Estaba apunto de pararse e ir a mirar, al fin y al cabo, no corría de las balas, había parado la otra sin apenas inmutarse. Pero estaba casi segura de que sino iba al mismo paso que las otras dos humanas las perdería, y se estaba divirtiendo. Con esas chicas que no paraban de meterse en problemas , tenía alguna aventura asegurada. Quería disfrutar al máximo cada segundo que tenía fuera de su casa y de sus obligaciones como princesa Shellam. Estaba deseosa de saber que le esperaba los próximos meses. Con esos pensamientos y una sonrisa en su rostro siguió corriendo sin cansarse ni lo más mínimo, una de las características de su raza era la velocidad. Para ella eso era como dar un paseo.
Siguieron sin disminuir la velocidad hasta que no supieron donde se encontraban y los pulmones les ardían debido a la falta de aire.

-bueno ¿ qué ha sido eso?- preguntó Anya entre jadeos, no estaba acostumbrada a correr
-parece que alguien intenta matarte- respondió Victoria hacía Shana ,que se había sentado en el suelo con las manos apretándose el pecho y luchando por coger aire .No contestó pero asintió con la cabeza-¿tienes idea de  por qué?
-no, bueno, puede que sea por el dinero
-¿qué dinero?-volvió a preguntar la Shellam
-el que ofrecen por su cabeza, cincuenta mil euros- contestó Anya por la sicario
-supongo que es mucho ¿no?, he sido rica toda mi vida, nunca me fijo en el precio de las cosas,
Shana miró a Victoria con la boca abierta sin esconder su asombro.¿ Cómo de rica tiene que ser una persona para que no se interese por el dinero? Eso era algo que su mente no era capaz de imaginar.

-bueno, si ya estamos seguras ,hay un avión que coger-intervino Anya tras el silencio que se había formado y las miradas atónitas de Shana hacía Victoria
-sí, vamos
Shana y Anya se dispusieron andar. Victoria las siguió.

-creo que quedamos en que no venías -replicó Anya deteniéndose
Victoria sonrió sin amilanarse un ápice. Shana en cambio ignoró a las dos poniendo los ojos en blanco. Les recordaba a Paloma y Sandra, una rubia, otra morena, una siempre seria, la otra riendo, las dos siempre peleando. Se interesó más por el lugar donde estaban. En ese momento no lo reconocía ,pero estaba segura de que si recorría los alrededores acabaría por recordar.

-creo que acabo de salvarle la vida a ella-dijo Victoria señalando a Shana y devolvió la vista hacía la otra, era la más arisca.- me debe una
La chica rubia resopló cruzándose de brazos. Las miradas que le lanzaba a la Shellam eran de todo menos bonitas.
-que te la pague en otro momento
-no- negó Shana interviniendo y poniéndose en medio de las dos, parecía que no tardarían en pelear y cogerse de los pelos -yo siempre pago mis deudas, si quiere venir, vendrá-sentenció, aunque no era lo que en verdad le apetecía. Pero que otra cosa podía hacer ,le había salvado la vida. En su interior rogaba que Anya aceptara. No podía permitirse perder ese trabajo. Si supiera rezar lo estaría haciendo ahora mismo en  su cabeza, tenía que  devolver el favor que le debía , esa era una de sus pocas reglas personales. En concreto la tercera; siempre saldar  sus deudas o favores. No conviene dejarlos para más tarde, siempre aparecían cuando menos te lo esperabas y multiplicadas por diez.

-maldita sea- masculló Anya pegando una patada a la pared más cercana -de acuerdo, pero solo hasta que encontremos a los Dragones Negros  , luego nos separaremos las tres
-bien-exclamó Victoria contenta como un niño en navidad-¿he oído decir que ibais  a Francia?
-sí-contestó Shana y se presentó, luego hizo lo mismo con Anya que no hacía nada por disimular su enfado.-¿podréis estar aquí dos minutos mientras voy averiguar donde nos encontramos?
-por supuesto-aceptó Anya con rapidez
-¿sin que alguna acabe muerta?-especificó la ladrona
Ninguna contestó
-bah, hacer lo que queráis, no tardaré-bufó ella molesta

Las dejó atrás sin preocuparse lo más mínimo. Esa Shellam parecía capacitada de sobre para cargarse a Anya en cinco segundos, si esta no era capaz de mantener la boca cerrada no era su problema. Resopló quitándose uno de sus mechones rizados de la cara. Tenía que hacer algo con este condenado pelo, le estorbaba de sobremanera. Se mordió el labio inconscientemente mientras paseaba la vista por las casas, si eso se podían denominar así. ¿Dónde coño estaba? Desde esa perspectiva no podía ver más allá del final de la calle. Se agarró a la rejas de una ventana y se subió. Luego pasó el pie hacía el
balcón de arriba, para llegar al segundo piso. Dio un salto para sujetarse a la antena de televisión y balanceándose con los pies se lanzó hacía el tejado. Rodó un par de veces pero paró antes de volver a caer. Se levantó echándose el pelo hacía atrás y sonriendo. La casa tenía tres plantas, no era muy alta, lo suficiente para poder ver a su alrededor. Entrecerró los ojos observando las casas hasta que alguna le resultara familiar. Sonrió al ver el cartel de luces de un bar. El Baso Roto, lo conocía. Ya sabía donde se encontraban. Saltó de un tejado a otro hasta llegar al sitio donde se encontraban las otras dos. Para su sorpresa estaban calladas, sentadas en la acera, bien separadas eso si y sin mirarse. Algo era algo. Pasó al tejado de al lado que era bastante más bajo y de ahí al suelo. Anya y Victoria levantaron la mirada a la vez.

-¿ya?-preguntó Anya levantándose y sacudiéndose los vaqueros
-sí, un par de calles a la derecha y daremos a una principal,-movió la cabeza hacía la dirección- vamos

Salir de los callejones y conseguir un taxi no fue difícil. El tenso silencio que hubo durante todo el camino fue algo más molesto para las tres. Aunque ninguna hizo nada por cambiarlo. Llegaron al aeropuerto antes de lo esperado. Shana seguía pensando como iba a hacer Anya para conseguir una plaza de avión a estas horas y sin pasaporte, pero si había dicho que ella se encargaba, lo dejaba todo en sus manos. Shana no había volado nunca, poco o nada sabía sobre esas cosas. Victoria, en cambio, sí había viajado en avión innumerables de veces, sin embargo, esta vez no era para resolver un conflicto entre los de su raza o participar en alguna reunión  de los clanes. Los Shellam vivían a lo largo de todo el mundo y se repartían en clanes, había un jefe de cada clan al que todos debían obedecer, pero sobre todo  debían respeto y lealtad al rey, su padre, él era la máxima autoridad. No apartó la mirada de la ventanilla absorbiendo todo lo que veía, no era la primera vez que estaba entre humanos, para nada, pero sí era la primera oportunidad que tenía de experimentar lo mismo que ellos.

Se bajaron del taxi y Anya pagó. Una vez dentro del aeropuerto la chica rubia hizo detenerse a Victoria advirtiéndola antes de nada.

-voy a ver cuando sale el próximo avión hacia Metz y conseguiré el billete para mi y para Shana, si quieres venir ,tú te encargaras de lo tuyo
Victoria estuvo apunto de soltar una mueca despectiva pero se contuvo  ¿Por qué le molestaba tanto que fuese con ellas? No iba a dar problemas, no era una niña pequeña. Sonrió con superioridad, al igual que hacía para tratar con los jefes de otro clanes que cuestionaban su liderazgo.

-no te preocupes, sabré apañármelas- y desapareció hacía los mostradores
-va a estar todo el viaje con nosotras, deberías asumirlo ya y dejar esa rabieta, pareces uno de los niños a los que cuido de cinco años-intervino Shana 
Anya la miró con una ceja alzada bastante molesta. Shana tenía razón ,pero odiaba no tener el control sobre la situación. Que esa Shellam se hubiera introducido en el viaje sin consentimiento alguno ,la cabreaba muchísimo.

-espérame en la cafetería y tómate algo, no tardaré-dijo sin contestar nada al anterior comentario de Shana 
Encogiéndose de hombros la ladrona hizo lo que le ordenó. Su estómago estaba de acuerdo con esa decisión, se moría de hambre. Hacía días que no comía un plato decente. Deseó poder darse una ducha en algún sitio, también le hacía falta.

Anya no había montado nunca en avión, ¡tenía alas! Odiaba la idea de montar en uno de esos cacharros. Pero era lo que tocaba, tenía que permanecer oculta hasta encontrar a los asesinos de sus padres, y volar por medio del cielo con sus alas, que eran muy, pero que muy fáciles de reconocer, no facilitaría ese propósito. Un chico que trabajaba allí pasó por su lado. Llevaba un uniforme de seguridad. Anya lo paró agarrándolo del brazo. El hombre la miró con hosquedad frunciendo el ceño. Ella usó su sonrisa más angelical. Era hora de usar su lado negro. Los demonios sabían engañar para conseguir lo que querían y el lado que siempre intentaba ocultar salía en estas situaciones. Lo miró a los ojos transmitiéndole lo que quería. No era control mental ,pero cuando los demonios usaban sus ojos , los humanos simplemente no podían evitar complacerlos en su petición. Y aunque no solía relacionarse con demonios sabía que la treta de los ojos no se usaba usualmente, era demasiado sencillo. Los demonios al vivir tantos años, al igual que los ángeles, buscaban retos para divertirse. Además de que usar el truco de los ojos no era muy fiable, ya que cuando se cumplía la misión ,los humanos lo recordaban todo.

-necesito embarcar en el primer avión hacía Metz,
-no hay aviones hacía esa ciudad, tendrá que parar en París y luego coger otra avión-contestó el guardia con voz monótona
Anya sonrió.
-bien, consígueme todo lo necesario,-le ordenó con voz dulce,-dos billetes-suspiró pesadamente al acordarse de la Shellam-que sean tres, y rápido
Soltó el brazo del hombre  y este fue directo a realizar su pedido.

Victoria se sentó en una silla al lado de Shana. La cafetería estaba casi vacía a esas horas de la noche. La sicario levantó la vista del bocadillo que estaba comiendo pero al ver que Victoria no decía nada, volvió a prestar toda su atención al plato. Victoria estaba molesta. No había podido conseguir un billete. Cuando preguntó en taquilla no se pudo creer la enorme suerte, había un avión que salía hacia París dentro de un par de horas. La mala suerte llegó cuando vio que estaba completo. Aquí se acababa el viaje. Ella no había conseguido un sitio en el avión, y la chica rubia malhumorada tampoco lo conseguiría.
Al menos eso había creído hasta que Anya apareció en la cafetería y tiró sobre la mesa tres billetes de avión hacía Metz.

-ahí tenéis los billetes-dijo Anya sentándose también en la mesa-saldremos dentro de una hora

Victoria miró los billetes y de nuevo a Anya. Billetes. Anya. Billetes. Anya ¿cómo lo había conseguido? No quedaban más. Shana cogió uno pero apenas lo miró. Se lo guardó en el bolsillo trasero y siguió comiendo. Victoria no quiso seguir pensando en cómo los había conseguido, ahora estaba más concentrada en saber por qué había traído tres billetes. ¿uno era para ella? Lo dudaba. Y antes la desangraban gota a gota que preguntárselo. Se levantó de la mesa ocultando su fastidio. Anya la vio ,y sonrió para si. La orgullosa princesa Shellam no iba agachar la cabeza y pedirle un billete.

-Victoria- la llamó antes de que se fuera y se giró hacía ella con los billetes en la mano- ¿quieres uno?-preguntó sonriendo-les quedaba un sitio libre y pensé que no te vendría mal un ayudita
Victoria le enseñó los colmillos y los iris de sus ojos de alargaron hasta obtener la forma de un diamante. Iguales a los de una serpiente con ese color dorado.
 Esa estúpida humana se creía que podía jugar con ella, no era de las que mataban por diversión ,pero podía hacer una excepción.
Shana ,que ya se había acabado el enorme bocadillo completo ,se dio cuenta de la situación justo a tiempo. Victoria estaba a punto de lanzarse sobre Anya, todo su cuerpo estaba preparado para el ataque, y la otra seguía sonriendo. SONRIENDO. Por todos los infiernos, si podía matarla antes de que le diera tiempo a decir “basta” o “púdrete en el infierno” . Sí, esas últimas palabras parecían ir más con el carácter de Anya, pero esa no era la cuestión. Anya era la que pagaba ,y a la princesa le debía la vida. No era la niñera de nadie pero parecía que esta vez le había tocado ser la intermediara entre ellas. La mensajera de la paz. Bufó mentalmente ante esa idea. Quien la había visto y quien la veía.
Se levantó de la silla y anduvo hacía Victoria , interponiéndose  propósito entra las dos. Sacó el billete y se lo dio. Victoria tardó bastante en desviar la mirada de la chica rubia que seguía relajadamente sentada.

-te lo debo- le dijo Shana con voz tranquila pero implacable
Luego se giró y fue hasta Anya. Extendió la mano para que le diera otro billete apretando los dientes con fuerza. No podía ocultar su enfado, eran dos crías.

-has acabado con mi diversión- se quejó Anya de nuevo seria
-no, he salvado tu vida-replicó Shana arrebatándole uno de los billetes con tanta velocidad que Anya apenas vio el movimiento. Compró otro bocadillo igual que el de antes y salió por la puerta echando humo. Estaba claro que ella no servía para mantener el orden y la paz. Dio varias vueltas por el aeropuerto fijándose en la gente de su alrededor. Incluso a tan altas horas de la noche había muchas personas dispuestas a montar en un avión y salir de Madrid. Unos buscando un nuevo futuro, unos de vacaciones, otros para visitar a un familiar y algunos por trabajo, incluso habría gente que quería huir de esta ciudad , ya fuera por el motivo que fuera.  No solía fijarse en las personas que había a su alrededor, solo lo básico. Para ver si era fácil robarles la cartera. Nunca se sabía a quien podían encargarte que mataras. Y cuando tenías un recuerdo previo de ellos se hacía algo más difícil, como si ya los conocieras, cuando en realidad no era así. 

sábado, 29 de septiembre de 2012

Capítulo 5 (disparos)


-Bueno ¿me vas a decir ya lo que quiero saber?- inquirió Anya dejando de andar y clavando sus ojos negros en la otra chica
-sí, supongo que este es un sitio tan bueno como otro- le contestó mirando la calle en que se encontraban, no había nadie más- verás tenemos que encontrar a Lázaro Deveroux, el tiene un mapa de uno de las guaridas de los dragones
Anya cambio el peso de un pie a otro intentando disimular su nerviosismo.
-se que vive en una ciudad de Francia llamada Metz
- no está nada mal- comentó Anya, debía concederle un elogio, había conseguido en una noche mucho más que ella en varios meses
-por cierto me llamo Shana, si vamos a trabajar juntas necesitaré saber tu nombre
-Anya
- bien- dijo Shana con un movimiento de cabeza, uno de sus rizos se interpuso delante de sus ojos y lo colocó tras su oreja- entonces  es hora de coger un avión, pagas tú
-¿avión?- exclamó la del cabello rubio-yo no me monto en esos trastos, no los necesito
Shana le lanzó una mirada especulativa de arriba abajo. La forma en que dijo la última frase había captado su interés.
-¿tienes alas?
-yo no he dicho eso- replicó Anya
-tampoco lo has negado- y sonrió socarronamente-el aeropuerto está a varias horas y conseguir un avión hacía Francia va a ser difícil
Anya puso los ojos en blanco.
-yo puedo encargarme de eso
-no tengo pasaporte- añadió ,se sentía avergonzada de retrasar el trabajo pero lo ocultó bajo su  desafiante mirada
-yo tampoco
-¿entonces cómo...?
-he dicho que yo me encargo ¿cuanto tardaremos en llegar al aeropuerto?- preguntó cambiando de tema y centrándose en lo que de verdad le interesaba
-andando, varios horas, muchas –le explicó Shana frunciendo el ceño ante la perspectiva de andar hasta allí, no sería la primera vez
-cogeremos un taxi, ahora vamos- ordenó la otra
Se adelantó y comenzó andar. Anya tubo que detenerse cuando no supo porque camino seguir. Miró hacía Shana que sonreía con suficiencia alzando una ceja y pasó pos su lado manteniendo esa sonrisa. Luego giró a la derecha.
Siguieron el camino en silencio. Solo los ruidos de la ciudad se filtraba por esas calles. Coches, peleas de bares, mujeres ofreciendo su cuerpo y ruegos de mendigos. Ninguna de las dos hizo el menor caso a lo que sucedió a su alrededor. Shana concentrada en el camino y Anya pendiente de su compañera. Así hasta que Anya sintió una extraña sensación detrás suya. Agudizó el oído intentando captar algo a sus espaldas y las pisadas de otra persona no le  pasaron inadvertidas. Giró la cabeza pero ya no había nadie. Genial, estaban siendo seguidas.

-hummm, Shana- la llamó en un murmullo- nos están siguiendo
La otra chica ni siquiera se giró.
-ya lo se-contestó entre dientes-cuando giremos en la próxima curva, escóndete, y hazlo rápido
Anya odiaba que le dieran ordenes, más ese no era el momento de ponerse  a discutirlo. Y en ese territorio la experta era Shana, tendría que seguir sus consejos. Llegaron a la esquina. Nada más desaparecer de la vista de su perseguidor Anya dio un saltó y se agarró a una de las ventanas viejas de ese edifico. Shana se quedó abajo esperando a su adversario. Se toparía con él en cuento pasara por la curva. Desenvainó una de las espadas sosteniéndola por encima de la cabeza. Luego miró hacía la ventana a más de cuatro metros del suelo donde se encontraba Anya. Sus ojos formulaban una pregunta no dicha ¿cómo diablos había subido hasta allí?
Anya se encogió de hombros indiferente. La aparición de su perseguidor hizo que se librara de contestar. Shana lo atacó acorralándolo contra la pared y con la espada en su cuello. Anya identificó al momento quien era. La misma altura, complexión y ropa que tenía hacía unas horas, incluso el mismo olor a sangre. Era la chica que había visto entrar en el bar.Saltó al suelo en el momento que Shana le quitaba la capucha mostrando el rostro de esa chica. Pelo largo moreno, ojos dorados y facciones finas. Era delgada, y a pesar de llevar varios centimetros de tacón Shana le sacaba un palmo. Sus labios esbozaban una sonrisa mordaz enseñando los colmillos.



-¿una vampira?- exclamó Shana asqueada, la última vez que se enfrentó a un vampiro casi la mata. Eran jodidamente difíciles de acabar con ellos. Al final el vampiro se había cansado de ella y se fue, eso sí, con un cuchillo incrustado en su corazón. Shana sabía que no moriría por eso, pero le dolería curarse, y mucho.

La mujer morena la miró escandalizada.
-¿un vampiro?¿ tengo pinta de ser una vampira?-gritó ofendida- soy una Shellam
Anya llegó a su lado a tiempo para escuchar las últimas palabras. Bufó sin comentar nada.

-¿qué se supone que es una Shellam?- preguntó Shana sin apartar la espada ni un centímetro de su cuello
-No puedo creer que me compares con un vampiro, con esas ratas chupa sangres- parecía estar totalmente ajena al peligro que corría y a la afilada arma que rozaba su cuello- para empezar, los vampiros son adictos, y repito adictos a la sangre, ya sabes como si fuera una droga, nosotros no, podemos vivir sin sangre aunque no lo hacemos, nos proporciona energía y más poder, a diferencia de los vampiros- la última palabra la dijo haciendo una mueca-  podemos controlarlo perfectamente, no vamos por ahí abriendo gargantas, los humanos se ofrecen a nosotros y bebemos si causarle un problema, luego pueden seguir con su vida perfectamente, además, los vampiros son muy fáciles de matar, un poquito de fuego  y puuff

Anya que ya conocía de sobra la diferencias entre una raza y otra la cortó antes de que siguiera hablando.

-¿por qué nos seguías?-su voz sonó fría y mortífera hundiendo su mirada oscura en los ojos de esa Shellam , esos ojos dorados que brillaban con luz propia en medio de la noche
-podéis quitarme esta espada, es molesta- se quejó poniendo la mano sobre el metal e intentando apartarla.
Eso era lo  último que tenía en mente hacer Shana pero la mirada de Anya le dijo que lo hiciera. Tal vez fue por la forma tan intimidatoria en la que habló antes, o que ya no parecía una simple humana .Sino un ser que irradiaba poder y respeto por todos sus poros, el caso es que hizo lo que le pidió en contra de todo lo que le decían sus instintos y reglas de supervivencia.

-gracias- agradeció la Shellam dando varios pasos para separarse de la pared-no era por nada en especial, es que vi a esta humana peleando en la bar- y señaló a Shana, luego sonrió con alegría, era una extraña sensación ver a esa chica riendo como una niña y que tuviera  esos ojos brillando en dorado como si fuera una serpiente- fue divertido, y veréis me e escapado de mi casa en busca de emociones, parecía que tú podías dármelas

Shana la miró incrédula.¿ de verdad pensaba que se iba a tragar ese cuento? Y aunque fuera verdad. ¡¡ella no era ningún mono de feria para entretener al personal!! 
A Anya sin embargo, no le resultaba tan extraño lo que decía la Shellam. Sabía que esa raza vivía mucho tiempo, se les consideraba inmortales y el aburrimiento se hacía muy pesado para algunas personas.

-¿pretendías seguirnos toda la noche solo para ver que pasaba?- preguntó Anya
La Shellam asintió.
-no me lo puedo creer-comentó Shana sin entender ese comportamiento-¿y así por cuanto tiempo?
- la verdad es que no lo había pensado- frunció el ceño contrariada a la vez que se enganchaba uno de sus mechones negros en su dedo índice -supongo que cuando me cansara de vosotras- y se encogió de hombros- bueno ahora podemos ir juntas, mi nombre es Victoria
-NO- negaron ambas a la vez
Shana no quería tener a una rara vampira o lo que fuera durmiendo a su lado, y Anya no  necesitaba más peso en su equipaje, ya era suficiente con una , dos ya era de más.
El aire cambió de dirección y un olor nuevo captó la atención de Victoria. Allí había alguien más al acecho. Frunció el ceño prestando atención a los sonidos de su alrededor. El goteo de un tubería rota, pasos de ratas, el claxon de un coche y ahí estaba. Luego tan solo oyó un clic, suave, a lo lejos, apretando el gatillo de un arma. La bala cortó el aire y recorrió la distancia hasta las tres chicas, iba directa a la cabeza de Shana. Victoria actuó atrapando la bala en su mano derecha cuando estaba a tan solo cinco centímetros de la cara de Shana. Las otras dos la miraban sin dar crédito a lo que había pasado, no entendían que había sucedido, pero sí se dieron cuenta de que acababa de salvar la vida de Shana. Otro clic.

-al suelo- gritó Victoria y los disparos resonaron por todo doquier
 

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