sábado, 29 de septiembre de 2012

Capítulo 5 (disparos)


-Bueno ¿me vas a decir ya lo que quiero saber?- inquirió Anya dejando de andar y clavando sus ojos negros en la otra chica
-sí, supongo que este es un sitio tan bueno como otro- le contestó mirando la calle en que se encontraban, no había nadie más- verás tenemos que encontrar a Lázaro Deveroux, el tiene un mapa de uno de las guaridas de los dragones
Anya cambio el peso de un pie a otro intentando disimular su nerviosismo.
-se que vive en una ciudad de Francia llamada Metz
- no está nada mal- comentó Anya, debía concederle un elogio, había conseguido en una noche mucho más que ella en varios meses
-por cierto me llamo Shana, si vamos a trabajar juntas necesitaré saber tu nombre
-Anya
- bien- dijo Shana con un movimiento de cabeza, uno de sus rizos se interpuso delante de sus ojos y lo colocó tras su oreja- entonces  es hora de coger un avión, pagas tú
-¿avión?- exclamó la del cabello rubio-yo no me monto en esos trastos, no los necesito
Shana le lanzó una mirada especulativa de arriba abajo. La forma en que dijo la última frase había captado su interés.
-¿tienes alas?
-yo no he dicho eso- replicó Anya
-tampoco lo has negado- y sonrió socarronamente-el aeropuerto está a varias horas y conseguir un avión hacía Francia va a ser difícil
Anya puso los ojos en blanco.
-yo puedo encargarme de eso
-no tengo pasaporte- añadió ,se sentía avergonzada de retrasar el trabajo pero lo ocultó bajo su  desafiante mirada
-yo tampoco
-¿entonces cómo...?
-he dicho que yo me encargo ¿cuanto tardaremos en llegar al aeropuerto?- preguntó cambiando de tema y centrándose en lo que de verdad le interesaba
-andando, varios horas, muchas –le explicó Shana frunciendo el ceño ante la perspectiva de andar hasta allí, no sería la primera vez
-cogeremos un taxi, ahora vamos- ordenó la otra
Se adelantó y comenzó andar. Anya tubo que detenerse cuando no supo porque camino seguir. Miró hacía Shana que sonreía con suficiencia alzando una ceja y pasó pos su lado manteniendo esa sonrisa. Luego giró a la derecha.
Siguieron el camino en silencio. Solo los ruidos de la ciudad se filtraba por esas calles. Coches, peleas de bares, mujeres ofreciendo su cuerpo y ruegos de mendigos. Ninguna de las dos hizo el menor caso a lo que sucedió a su alrededor. Shana concentrada en el camino y Anya pendiente de su compañera. Así hasta que Anya sintió una extraña sensación detrás suya. Agudizó el oído intentando captar algo a sus espaldas y las pisadas de otra persona no le  pasaron inadvertidas. Giró la cabeza pero ya no había nadie. Genial, estaban siendo seguidas.

-hummm, Shana- la llamó en un murmullo- nos están siguiendo
La otra chica ni siquiera se giró.
-ya lo se-contestó entre dientes-cuando giremos en la próxima curva, escóndete, y hazlo rápido
Anya odiaba que le dieran ordenes, más ese no era el momento de ponerse  a discutirlo. Y en ese territorio la experta era Shana, tendría que seguir sus consejos. Llegaron a la esquina. Nada más desaparecer de la vista de su perseguidor Anya dio un saltó y se agarró a una de las ventanas viejas de ese edifico. Shana se quedó abajo esperando a su adversario. Se toparía con él en cuento pasara por la curva. Desenvainó una de las espadas sosteniéndola por encima de la cabeza. Luego miró hacía la ventana a más de cuatro metros del suelo donde se encontraba Anya. Sus ojos formulaban una pregunta no dicha ¿cómo diablos había subido hasta allí?
Anya se encogió de hombros indiferente. La aparición de su perseguidor hizo que se librara de contestar. Shana lo atacó acorralándolo contra la pared y con la espada en su cuello. Anya identificó al momento quien era. La misma altura, complexión y ropa que tenía hacía unas horas, incluso el mismo olor a sangre. Era la chica que había visto entrar en el bar.Saltó al suelo en el momento que Shana le quitaba la capucha mostrando el rostro de esa chica. Pelo largo moreno, ojos dorados y facciones finas. Era delgada, y a pesar de llevar varios centimetros de tacón Shana le sacaba un palmo. Sus labios esbozaban una sonrisa mordaz enseñando los colmillos.



-¿una vampira?- exclamó Shana asqueada, la última vez que se enfrentó a un vampiro casi la mata. Eran jodidamente difíciles de acabar con ellos. Al final el vampiro se había cansado de ella y se fue, eso sí, con un cuchillo incrustado en su corazón. Shana sabía que no moriría por eso, pero le dolería curarse, y mucho.

La mujer morena la miró escandalizada.
-¿un vampiro?¿ tengo pinta de ser una vampira?-gritó ofendida- soy una Shellam
Anya llegó a su lado a tiempo para escuchar las últimas palabras. Bufó sin comentar nada.

-¿qué se supone que es una Shellam?- preguntó Shana sin apartar la espada ni un centímetro de su cuello
-No puedo creer que me compares con un vampiro, con esas ratas chupa sangres- parecía estar totalmente ajena al peligro que corría y a la afilada arma que rozaba su cuello- para empezar, los vampiros son adictos, y repito adictos a la sangre, ya sabes como si fuera una droga, nosotros no, podemos vivir sin sangre aunque no lo hacemos, nos proporciona energía y más poder, a diferencia de los vampiros- la última palabra la dijo haciendo una mueca-  podemos controlarlo perfectamente, no vamos por ahí abriendo gargantas, los humanos se ofrecen a nosotros y bebemos si causarle un problema, luego pueden seguir con su vida perfectamente, además, los vampiros son muy fáciles de matar, un poquito de fuego  y puuff

Anya que ya conocía de sobra la diferencias entre una raza y otra la cortó antes de que siguiera hablando.

-¿por qué nos seguías?-su voz sonó fría y mortífera hundiendo su mirada oscura en los ojos de esa Shellam , esos ojos dorados que brillaban con luz propia en medio de la noche
-podéis quitarme esta espada, es molesta- se quejó poniendo la mano sobre el metal e intentando apartarla.
Eso era lo  último que tenía en mente hacer Shana pero la mirada de Anya le dijo que lo hiciera. Tal vez fue por la forma tan intimidatoria en la que habló antes, o que ya no parecía una simple humana .Sino un ser que irradiaba poder y respeto por todos sus poros, el caso es que hizo lo que le pidió en contra de todo lo que le decían sus instintos y reglas de supervivencia.

-gracias- agradeció la Shellam dando varios pasos para separarse de la pared-no era por nada en especial, es que vi a esta humana peleando en la bar- y señaló a Shana, luego sonrió con alegría, era una extraña sensación ver a esa chica riendo como una niña y que tuviera  esos ojos brillando en dorado como si fuera una serpiente- fue divertido, y veréis me e escapado de mi casa en busca de emociones, parecía que tú podías dármelas

Shana la miró incrédula.¿ de verdad pensaba que se iba a tragar ese cuento? Y aunque fuera verdad. ¡¡ella no era ningún mono de feria para entretener al personal!! 
A Anya sin embargo, no le resultaba tan extraño lo que decía la Shellam. Sabía que esa raza vivía mucho tiempo, se les consideraba inmortales y el aburrimiento se hacía muy pesado para algunas personas.

-¿pretendías seguirnos toda la noche solo para ver que pasaba?- preguntó Anya
La Shellam asintió.
-no me lo puedo creer-comentó Shana sin entender ese comportamiento-¿y así por cuanto tiempo?
- la verdad es que no lo había pensado- frunció el ceño contrariada a la vez que se enganchaba uno de sus mechones negros en su dedo índice -supongo que cuando me cansara de vosotras- y se encogió de hombros- bueno ahora podemos ir juntas, mi nombre es Victoria
-NO- negaron ambas a la vez
Shana no quería tener a una rara vampira o lo que fuera durmiendo a su lado, y Anya no  necesitaba más peso en su equipaje, ya era suficiente con una , dos ya era de más.
El aire cambió de dirección y un olor nuevo captó la atención de Victoria. Allí había alguien más al acecho. Frunció el ceño prestando atención a los sonidos de su alrededor. El goteo de un tubería rota, pasos de ratas, el claxon de un coche y ahí estaba. Luego tan solo oyó un clic, suave, a lo lejos, apretando el gatillo de un arma. La bala cortó el aire y recorrió la distancia hasta las tres chicas, iba directa a la cabeza de Shana. Victoria actuó atrapando la bala en su mano derecha cuando estaba a tan solo cinco centímetros de la cara de Shana. Las otras dos la miraban sin dar crédito a lo que había pasado, no entendían que había sucedido, pero sí se dieron cuenta de que acababa de salvar la vida de Shana. Otro clic.

-al suelo- gritó Victoria y los disparos resonaron por todo doquier

1 comentarios:

adol dijo...

Un nuevo personaje en escena, me gusta Victoria, espero que les haga entretenido el viaje.

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