-¿ ha visto a
esta chica por aquí?- le preguntó el copiloto enseñándole uno de los carteles
con la foto de la chica. Tubo que reprimir un silbido al ver la suma ¿ Qué
habría echo para que pagaran ese dinero por ella?
-no- negó Anya
El otro policía
miraba peligrosamente hacía los contenedores donde había escondido a la chica.
Aguantó la respiración nerviosa¿ Dónde iba a encontrar a otra persona de los bajos fondos que pudiera ayudarla? Si
conseguía salvarla se sentiría en deuda con ella , lo suficiente para
ayudarla. Eso ,más el incentivo que
pensaba darle harían que tuviera
asegurado la primera parte del plan.
-mire, será
mejor que se vaya a casa, esta nos son horas para andar por estas calles- le
advirtió algo bruscamente el policía que le había preguntado antes.
Anya asintió y
se relajó cuando aceleraron con el coche y siguieron hacía delante sin apartar
la vista de la calle buscando a la fugitiva.
La chica salió
de su escondite y anduvo con paso seguro hacía Anya. Sus ojos azules aguamarina
destacaban incluso a distancia. El pelo era rizado de un color castaño,
apostaba que si estuviera limpio sería de un castaño claro y quizás con
reflejos dorados, no estaba segura del todo. Como camiseta llevaba una negra de
propaganda XXL , pero que ahora estaba cortada por la cintura para que no le
quedara tan larga, las mangas también habían desaparecido y en el cuello tenía
un corte para poder ponérsela de lado, con un hombro caído. Los pantalones eran
vaqueros cortos,muy muy gastados. Y los zapatos... llevaba unas botas de cuero
negras de estilo militar, se parecían a esas que se ponían los rock and rolleros.
Junto con ese conjunto, dos espadas cruzadas a la espalda. Le extrañaba que no
llevara un pistola como hacían casi todos los humanos. Esa chica o era muy
lista, o una estúpida con letras mayúsculas. Basándose en lo que había visto en
el bar, optaba por la primera opción, al fin y al cabo, una bala a penas hería
a un demonio pero te daba la opción de distraerlo y huir, en cambio, si le
rebanabas el pescuezo, bueno, eso era otro cantar. Y esa sicario parecía de las
que se quedaban a luchar y no corrían hacía la dirección opuesta. Tenía que
admitir que incluso con esas pintas, la chica era guapísima. Si la vestían
correctamente y se daba un buen baño no tendría comparación con ninguna otra.
Era extraño, le recordaba a las personas que su madre le describía en los
cuentos, de una elegancia y belleza clásica.
-¿Por qué me has
ayudado?- preguntó Shana plantándose enfrente de ella, nadie te echaba una mano
por nada, no en estos barrios.
-quiero hacer un
trato contigo-dijo Anya levantándose y rebuscando en uno de los bolsillos
traseros de pantalón
-¿qué clase de
trato?- preguntó Shana cautelosa, después de lo ocurrido la última vez que la
contrataron extrañaba que alguien quisiera tenerla a su servicio, y esa chica
que la miraba con ojos negros tenía que tener dinero para contratar a quien
quisiera. Su piel suave sin ninguna imperfección, su ropa extremadamente limpia
y las uñas largas y cuidadas parecían un cartel fluorescente indicando DINERO,
y eso le gustaba a Shana. No iba a poner pegas al trabajo para el cual la
quería contratar.
-necesito
encontrar a los dragones negros, quiero que me lleves hasta ellos
Shana abrió los
ojos mostrando su sorpresa olvidándose por un momento del dinero. Solo eras
capaz de encontrar a los dragones negros si ellos querían ser encontrados. Eran
conocidos como una selecta secta creada a finales del siglo XVII compuestas por
los mejores espías, lo sabían todo de todos y vendían su información al mejor
postor. Pero para hacerlo, primero, tenías que encontrarlos, segundo, caerles
en gracia, si te veían y no les gustabas no había nada más que hacer, y
tercero, encontrar algo que les interese lo suficiente para cambiarlo por su
información. Anya le pasó un fajo de billetes de quinientos .Shana lo agarró al
vuelo mirándolo especulativamente. Sopesaba interiormente las opciones de lo
que esta chica le pedía. En el fajo había fácilmente el triple de que lo había
robado en el bar. Los chicos tendrían comida para medio año, fue lo primero que
pensó al ver tanto dinero junto.
-no se donde se
encuentran los dragones negros- dijo Shana pasado un buen rato- pero conozco a
alguien que sí,
Anya sonrió, por
fin iba rumbo de una buena pista.
-esto-siguió
diciendo Shana enseñándole el dinero- es el adelanto
Anya la miró
arqueando un ceja “aparte de sicario y ladrona, ambiciosa” pero le daba igual,
podía permitírselo, y estaba ansiosa por conseguir esa maldita información.
- de acuerdo,
pero si te atreves a engañarme lo lamentaras el resto de tus días
Lejos de
intimidarla Shana la miró escéptica con
una sonrisa socarrona.
-menos mal que
no eres tan inocente como pareces con esa cara angelical- comentó Shana dándose
la vuelta e introduciéndose en una de los callejones- supongo que si te pido
que me esperes aquí, no lo harás
-supones bien
Shana resopló.
Encabezó la
marcha a paso rápido, pasó por callejones, saltaron vallas, se agacharon para
entrar en agujeros y se colaron por varios jardines de algunas de las casas
para llegar a su destino. El cuerpo de Shana estaba en tensión, sabiendo que no
solo había aceptado el trabajo por el dinero, tenía una excusa para volver a la
casa aunque solo fuera cinco minutos. Y ahí estaba
. Una pequeña casa de madera,
era muy vieja pero se sostenía con seguridad, incluso tenía un jardín, solo que
sin hierva bonita como la que salía en
las películas. Un chico de ojos marrones abrió la puerta de la casa, tenía una
media melenilla morena por las orejas y
el flequillo le caía sobre los ojos cuando corrió hacía ella. Shana se dejó
caer al suelo de rodillas abriendo los brazos y abrazando con todas sus fuerzas
a ese pequeño que pronto cumpliría ocho años . Tras él, su hermana gemela,
corría agarrándose el vestido andrajoso y sucio por encima de la rodillas.Se
unió al abrazo con un impactó que casi hizo caer a Shana al suelo.Eran Samuel y
Paloma.
-has vuelto, has
vuelto- gritó Paloma aferrada a su cuello
Shana no tenía
la fuerza en ese momento para negarselo. Alzó la mirada hacía el pequeño porche
de la casa donde había mas niños reunidos. Un rubia de seis años la miraba sonriendo,
arrastraba un peluche de un oso sin ojo. Sandra. Otro ,un año más pequeño, de
piel oscura y pelo castaño agarraba la mano de la pequeña. Israel. Sonrió sin
soltar a los gemelos agradecida por poder pasar algo de tiempo con ellos. Sisi
salió en ese momento de la casa bastante alterada. Tenía una melena rizada
anaranjada y pecas por todo el puente de la nariz, sus ojos eran de un verde
claro. Sostenía un niño pequeño de un año. Cámeron. Sisi andó hacía ella
aguantando las lágrimas. Se paró justo en frente y Shana se levantó sosteniendo
en su cintura a Paloma y a Samuel de la mano. Ninguna dijo nada, se miraban
mutuamente reconociéndose. Aliviadas de que ambas estuvieran bien. Sisi tenía
la misma edad que Shana pero tan solo llevaba viviendo en esa casa cuatro años.
Cuando sus padres murieron en un accidente de coche, la tutela de Sisi pasó a
su tío, todo habría salido bien si el hombre que tenía que cuidarla no se
hubiera vuelto loco y le pegara palizas de tal magnitud que llegaba a partirle
los huesos, sino la tratara como una criada, sino la violara mientras ella
luchaba y rogaba que la dejara, pero hizo todo eso y más. Shana la encontró un
noche acurrucada en la calle, estaba tan malherida que pensó que estaba muerta.
Ni siquiera se habría fijado en el bulto que había tras el contenedor sino
hubiera sido por la melena anaranjada que atrajo su atención. La llevó al
hospital con dificultad pero no se rindió, estaba decidida a salvar a esa chica
que seguramente había tenido que sufrir tantas penas como Shana.Cuando estuvo
lo suficientemente recuperada para poder caminar le hizo un sitio en esa vieja
casa. Pero no todo acabó ahí. Sisi ayudaba a cuidar de los niños más pequeños,
ya que al no haberse criado en las calles no tenía idea de robar y era muy mala
para mentir, sin embargo, fue una ayuda inestimable para la casa y la
protección de los demás. Hasta que un día apareció su tío en la puerta. Gritaba
exigiendo que Sisi volvería con él, que legalmente le pertenecía. La agarró del
pelo tirándola al suelo y cuando él intentó bajarse los pantalones, Shana le
disparó entre ceja y ceja. Cayó inerte al suelo. Shana tan solo tenía quince
años cuando apretó el gatillo. Sisi entre lágrimas corrió hacia ella impactada
por lo sucedido, sin querer admitir en voz alta lo agradecida que estaba. No
podía sentir pena por su tío, solo una terrible liberación al verlo muerto y no
se sentía culpable por ello. Entre las dos se deshicieron del cuerpo y nadie
volvió a saber nada de ese hombre. No contaron nada, nunca, a nadie, pero la
mirada de Sisi jamás dejó de tener ese brillo de gratitud, desde entonces no
solo eran dos muchachas que cuidaban de niños más pequeños, eran amigas.
-volviste- tan
solo fue un susurro pero en el silencio que se había creado se escuchó a la
perfección.
Shana cerró los
ojos con fuerza y negó con la cabeza lentamente. Dejó a Paloma en el suelo y se
descolgó la mochila del hombro para dársela a Sisi, dentro estaba lo recaudado
en el bar y todo lo que le había dado la rubia. Se la pasó.
-es para vosotros,
tendréis suficiente dinero para bastante tiempo ,incluso podréis arreglar la
hornilla o la ventana de arriba
Sisi asintió sin
decir nada, sabía que le dolía tener que volver abandonarlos y no quería que
fuera más difícil de lo que ya era. Entonces el ruido de la puerta chocar
contra la pared llamó la atención de todos. En el marco de la puerta estaba
Aaron. Shana sintió de repente que le faltaba el aire y las rodillas perdían la
fuerza para sujetarla. Ahí estaba él. Después de seis meses no había cambiado
nada. Pelo moreno, ojos marrones, metro ochenta y dos, fuertes brazos, espaldas
anchas. Ahí tenía la razón por la que no quería volver, no era capaz de
despedirse de él. Se había acordado de su sonrisa, del hoyuelo que se le
formaba cuando reía despreocupadamente, de como se le formaban pequeñas arrugas
en la frente cuando se enfadaba y de todos lo recuerdos que tenía con él, lo
conocía desde que tenía uso de razón.
-Shana
-Aron- no era
capaz de decir nada más
Caminó hasta
quedar mirándose a los ojos.
-¿viniste para
quedarte?
Las palabras se
le atascaron en la garganta.
-no- logró decir
no sin esfuerzo
Él asintió
estoicamente y miró por encima de su hombro. La chica rubia estaba parada
mirándolos. Los brazos cruzados en el pecho sin abrir la boca. Incluso después
de pasar por todos lo sitios que habían recorrido antes de llegar a la casa ,ella seguía estando impecable.
-me ha
contratado- explicó Shana antes de que él preguntara, su mirada estaba de
vuelta en ella- necesito tu ayuda
Aaron cerró los ojos
aspirando fuertemente, sus dedos temblaron por el deseo de acercarla pero no lo
hizo.
-vamos dentro-se
giró y entró