Hugo se frotó donde antes había tenido la herida. Ya no quedaba ni
rastro de ella, tan solo el agujero en su camisa junto al desgarró del pecho.
Prácticamente iba a medio vestir ¿quién sería esa chica? Todavía sonriendo se
teletransportó en la habitación de Lázaro Deveroux, allí el demonio rebuscaba
en cajones, mesas y sofás, destrozando todo a su paso. Sus manos se habían
convertido en garras y sus ojos eran de color rojo carmesí . Al verlo se detuvo
en seco.
-a..amo
-¿Qué está pasando?-inquirió Hugo mientras caminaba alrededor de la
habitación, esquivó la pata rota de una silla y lo miró haciendo desparecer el
color verde de sus ojos para sustituirlo por el mismo rojo carmesí que su
súbdito.
-ha ocurrido algo
-eso ya lo veo, pero quiero saber qué
Las garras de Lázaro volvieron a convertirse en manos humanos. Respiró
varias veces antes de atreverse a mirar a su amo y explicarle lo sucedido. Si
se sorprendió por su vestimenta no lo demostró.
-el mapa a desaparecido-dijo sin más- hice todo lo que usted me dijo,
amo, pero ya no está- lo miraba implorante, temeroso del castigo que
recibiría-he venido a este sitio una vez al mes durante años y siempre con el
mapa, lo guardé donde usted me dijo y lo han robado -hincó un rodilla en el
suelo e inclinó la cabeza- nunca entendí mi misión pero se que he fallado, le
prometo que lo recuperaré
Hugo le tocó el hombro y este alzó la cabeza.
-tu misión ha llegado a su fin
-¿qué quiere decir?- ¿iba a matarlo? Pensó desesperado el demonio
inferior
-lo único que debe importarte es que eres libre
Lázaro no pudo articular palabra tras oír eso.
-he fallado en mi misión, no me merezco la libertad
Hugo volvió a pasear por la habitación y se detuvo en la ventana
mirando la noche oscura. Pasaron los segundos y no dijo nada. Notaba la tensión y el miedo de Lázaro, pero no hizo
nada por remediarlo, un demonio no debía ser tan transparente ,y si lo dejaba
libre debería aprender mucho en muy poco tiempo. Pensó si le beneficiaria mejor
seguir teniéndolo entre su guardia. Más hacía ya mucho tiempo había echo una
promesa, y la cumpliría. Se apartó de la ventana y lo miró con una sonrisa
torcida.
-¿quién ha dicho que has fallado en tu misión?- dijo al fin
-pero, el mapa…
- el mapa está donde debe estar, ahora desaparece antes de que cambie
de opinión
Lázaro se erguió con rapidez sin creerse su buena suerte. No comprendía
cual había sido su misión en realidad, pero si su amo no pensaba darle más
información y encima concederle la libertad, algo del todo inusual, no pensaba
cuestionar nada.
-gracias, amo-dijo como despedida
Para sorpresa de Lázaro, Hugo rió.
-no me las des a mí, dáselas mejor….al destino
Después de esas palabras el demonio inferior desapareció. Dudaba de que
volviera a verlo, y tampoco le importaba demasiado, tenía cosas que hacer.
Llevó el dorso de la mano hacía su boca y se mordió usando los colmillos. Luego
dejó caer la sangre sobre un trozo de espejo roto a la vez que decía:
-con la sangre reclamó un pago, una promesa echa, una promesa
cumplida. Que el tiempo se pare y el cielo se abra , yo te invoco antigua
Guardiana, el Destino nos llama.
La última gota de sangre roja calló y él desapareció. La oscuridad lo
envolvió por poco tiempo, pequeñas luces fueron iluminándolo todo, eran
estrellas. Una espesa niebla azulada y morada lo rodeó ,y sin saber como, le
empujó. Calló sobre un asiento hecho de la misma niebla. Se relajó esperando.
No podía decir ni hacer nada, esto era terreno de ella.
-veo que has venido-afirmó una voz femenina desde su espalda. El sonido
de su voz era suave y controlado. Sin mostrar ningún sentimiento. ¿pero acaso
esa criatura tenía sentimientos?
-por supuesto ¿lo dudabais?
Se giró y allí estaba. La guardiana del destino. Una mujer hermosa, de
piel perfecta, cabello lacio negro, un cuerpo delgado y equilibrado, sin
ninguna imperfección. Pero era tan
hermosa como peligrosa. Una mujer traicionada, confinada al espacio, donde solo
podía observar el mundo por esa bola de cristal que portaba en la mano.
-olvidas que lo se todo, pasado, presente y futuro- argumentó ella
-sí, pero el futuro es incierto, cambia a casa segundo ¿o me equivoco?
-no, no lo haces- admitió- ¿qué es lo que quieres saber? Tu visita a
este lugar no estaba prevista tan pronto
Hugo sopesó sus palabras antes
de hablar.
-¿por qué hacer que encuentren el mapa?¿por qué no indicarles
directamente su destino?
-aun no están preparadas, deben aprender a confiar entre ellas. Cada una
tiene algo especial, algo que las diferencia y a la vez algo en común que las
une, debemos esperar para abrir la puerta del pasado
-¿preparadas?-preguntó él-¿son varias?¿son mujeres?
La mujer entrecerró los ojos lanzándole una advertencia.
-esa parte del plan no te incumbe
Hugo no insistió, sabía que saldría mal parado si seguía por ese
camino. Cambió de táctica.
-¿entonces solo queda esperar?
-para ti, sí-la bola brilló captando la atención de la mujer-ahora
desaparece
No le dejo decir nada más. Extendió la mano y la cerró en un puño. Hugo
volvió aparecer en la habitación que antes había sido de su súbdito. Suspiró
frotándose la barbilla. ¿Qué había querido decir?. Hacer un trato con la
Guardiana del Destino había sido muy arriesgado, pero valía la pena. Ella
estaba tan deseosa de venganza como él.
Se teletransportó a su suite en el hotel más lujoso que había en París.
Le gustaba la comodidad, y a lo largo de los años se había acostumbrado a vivir
con ciertos lujos. Todo estaba apagado, ningún aparato o luz estaba encendida.
El sonido que emitían los electrodomésticos era muy molesto para su agudo oído.
Y en cuento a luz, no le era necesaria. Veía mejor en la oscuridad que con toda
esa luz artificial a su alrededor.
Unas manos finas se posaron en sus hombros y bajaron hasta su pecho.
-te estaba esperando-le murmuraron al oído.
La mujer lo soltó y se paseó por delante de él enseñándole el camisón
negro de encaje, el cual mostraba más de lo que tapaba. Suabes medias, también
negras, le llegaban hasta el muslo y se ataban con unas ligas. La imagen de esa
mujer demonio con el pelo negro rizado alborotado era irresistible, y ella lo
sabía. Pero el empezaba a aburrirse. Siempre le pasaba igual.
-me he vestido para ti -dijo ella poniendo un pie sobre la cama y bajándose
una media lentamente. Se quitó la otra media a la misma velocidad y con los
mismo movimientos seductores sin apartar sus ojos de los de él.
-no recuerdo haberte llamado, Regina- dijo Hugo sin moverse del sitio,
estaba disfrutando con las vistas .
-decidí tomar la iniciativa-bajó el pie de la cama y anduvo hacia él
moviendo las caderas-me tienes abandonada-tocó su abdomen y fue subiendo
mientras acercaba los labios a su cuello
.Le mordió con sus colmillos y luego chupó con la lengua las gotitas de
sangre que salían.-ven conmigo, quiero jugar
Hugo la cogió por la cintura y la levantó hasta sus caderas, donde ella
rodeó las piernas a su alrededor. La
besó con fuerza a la vez que ella arqueaba la espalda para acercarse más. Regina era caprichosa y demasiado susceptible
para su gusto Era verdad que no había
vuelto a ella desde hacia tiempo y si no se hubiera presentado ahí, no la
habría vuelto a ver, tampoco le importaba demasiado. Ella era un demonio
superior pero seguía comportándose como un recién convertido. Eso no le
gustaba. Pero no podía negar que Regina era una acompañante de cama de lo más
complaciente. La lanzó contra la cama con fuerza y sonrió al ver los ojos de
ella brillar por el deseo. Se desabrochó la camisa con rapidez, al menos lo que
quedaba de ella, pero mientras se la quitaba notó un liquido caliente correr
por su abdomen. Era sangre. Su sangre. La herida que había recibido por parte
de esa chica en el callejón se había vuelto abrir. No podía creerlo. Se tocó la
herida y a sus dedos se quedó pegado una capa muy suave , casi invisible, de
polvo blanco. Eso era magia de ángel.
-¿qué pasa?-preguntó Regina, por su tono de voz se notaba que estaba
irritada por la pausa-terminemos lo que hemos empezado
Él la ignoró dándole la espalda. La herida se había vuelto abrir. No
cesaba de darle vueltas y encima podía sentir el escozor de la magia blanca.
Pero él recordaba que la chica lo había atacado con magia demoniaca. ¿Qué
mierda estaba pasando? Regina saltó a su espalda hincándole las uñas en los
hombros. No soportaba que no le prestaran atención. Él se deshizo de ella
bruscamente.
-no te atrevas a rechazarme, me he pasado toda la noche esperándote- le
amenazó
-Regina será mejor que te vayas
-¡no! No puedes dejarme así
Hugo cogió otra camisa y se la puso ocultando la herida.
-podrás terminar con cualquier otro, no sería la primera vez
-maldito cretino-sus ojos cambiaron al característico rojo de los
demonios. Cuando él la siguió ignorando corrió para ponerse delante de él y
arañarlo en la cara y los brazos en una rabieta. Hugo le pegó un empujón para
apartarla e hizo que chocara contra la pared. Regina se relamió los labios
esperando que él se acercara.
-sé que me deseas
Hugo perdió la paciencia. Ya había recibido bastantes ataques de mujeres
por esa noche.
-fu-e-ra-su voz se convirtió en un murmullo amenazante que puso alerta
a la otra demonio.
Estaba enfada, furiosa porque él la estaba tirando a un lado pero sobre
todo porque quería acabar. Ese maldito demonio siempre hacía con ella lo que
quería pero ella sabía que Hugo no estaba con otra, él era suyo y mataría a
cualquiera que se acercase. Frustrada se marchó. Pero algún día él le
devolvería todos esos desplantes. Oh, sí lo haría.
Hugo se volvió a quitar la
camisa cuando ella se marchó, la herida estaba tan abierta como en el callejón.
Esto no debería estar pasando. Ahora debía ocuparse de la herida pero más tarde
iría a por esa chica. Las cosas no podían quedarse así.
Cuando Shana despertó ya era bien pasada la mañana. Uno de sus mayores
defectos era lo mucho que le costaba madrugar, pero no podía evitarlo, le
gustaba dormir. Fue directa a la cocina para hacerse un desayuno que valía por
tres. En el salón estaba Anya con dos mapas, el que consiguieron anoche y uno
actual, comparándolos y tomando notas.
-¿has sacado algo?-preguntó Shana sentándose en frente
-algunas zonas, de momento sé que el cuartel central o como lo llamen
,está en París, pero aún me queda bastante trabajo, voy a estar entretenida
durante un tiempo -apuntó algo en un folio aparte y le preguntó-¿qué has echo
con el dueño del bar?
-lo tengo atado en la terraza, estoy esperando a que Lázaro se vaya de
la ciudad para liberarlo
-¿no crees que es un poco arriesgado?, podría causarnos problemas
-ya lo he pensado pero creo que está bastante atemorizado, podemos
esperar a que nos vayamos, por si acaso
-sí, será lo mejor
Shana asintió y fue hacía la terraza. El preso estaba atado de pies y
manos y con una mordaza en la boca, la miraba con miedo y cierta rebeldía.
-tranquilo, solo vengo a traerte algo de comer-le desató la mordaza,las
manos y le ofreció un bocadillo de lomo completo. El hombre se masajeó las
muñecas, observando las cuerdas desatadas.
-¿no piensas que intentaré escaparme?-preguntó él con voz ronca.
Shana le pasó un poco de agua que el bebió con ansia.
-serías un estúpido si lo intentaras
Luego le dio el bocadillo que él miraba casi con la baba caída pero que
no se atrevía a pedir.
-¿cuál es tu nombre?-le preguntó ella mientras se sentaba en el suelo y
lo miraba críticamente.
-James
-y dime James,¿cómo es posible que puedas mover todo el brazo cuando yo
te lo rompí por articulaciones anoche?-los ojos de Shana brillaban con furia.
James en cambio se puso colorado de los pies a la cabeza intentando evitar su
mirada.
-fue..fue la otra chica, la vampira,-tragó el bocado con fuerza y vio
como descendía por la garganta-me recompuso los huesos y me dio un brebaje que
me lo curó en un par de horas,-al ver la cara de pocos amigas de su captora
añadió- dolió mucho
Shana inspiró y expiró varias veces antes de levantarse. Entró en el
salón pero antes de cerrar la puerta le advirtió a James:
-sé que te he dejado desatado, si intentas escapar mueres, tú verás que
eliges-y cerró de un portazo tan fuerte que la cristalera vibro
peligrosamente.-¡Victoria!-gritó a pleno pulmón. Anya la ignoró como si del
aire se tratara mientras entraba en el cuarto de la Shellam.
-¿qué ocurre con tanto grito?-preguntó Victoria
-¿por qué curaste al prisionero sin consultarnos?
-no ha echo nada, no se merece sufrir más de lo que ya lo hizo
anoche-se defendió la otra sin alterarse
-la próxima vez te aconsejo que avises antes de decidir por ti misma
que hacer y que no hacer-le dijo Shana dándole golpecitos con su dedo índice.
Victoria entrecerró los ojos convirtiendo sus pupilas de nuevo en alargadas
como las de una serpiente o un gato.
-no eres nadie para darme órdenes, podría matarte antes de que te de
tiempo a sacar tu espada
Shana lo sabía muy bien pero tampoco era una niña indefensa que se
echaba hacía atrás a las primeras de cambio.
-me gustaría ver como lo intentas-escupió entre dientes
Estaban con el cuerpo pegado y amenazante, Shana se erguía sobre
Victoria debido a su estatura y la última levantaba la cabeza desafiante apunto
de mostrar los colmillos, pero Anya impidió el combate cuando se levantó de un
salto eliminando las tensiones entre ambas.
-lo tengo- exclamó con alegría-se donde encontrar a los Dragones Negros
***
De nuevo en un avión hacía Francia Shana le preguntó a Anya:
-¿algún día me explicarás cómo consigues los billetes tan rápidamente y
sin documentos?
-lo dudo
-me vendría bien en un futuro
Anya negó con la cabeza medio sonriendo.
-¿qué hiciste con el dueño del bar?-preguntó cambiando de tema
-yo nada, fue Victoria
La aludida sentada al lado suya contestó:
-lo devolví a su bar, Lázaro ya se había ido dejando una habitación tan
destrozada que apenas se podía entrar
Shana asintió mientras tocaba distraídamente el posabrazos del sillón.
La azafata se acercó a ellas con una sonrisa tan grande que casi se le partía
la cara en dos.
-¿puedo ayudarlas en algo?
-un vodka lima-dijo Shana de repente. No solía beber, ella siempre
estaba atenta a todo lo que sucedía a su alrededor y cuando bebía sus
sentidos se resentían y bajaba la guardia, pero quería calmar los nervios. ¿qué
nervios?¿nervios de qué? Se preguntó. Quizás fuera porque estaba apunto de
verse con una de las sectas más peligrosas y antiguas que existían. La Shellam
podía defenderse, huir si hacía falta y Anya, ella era la que estaba dispuesta
a arriesgarlo todo por Dios sabe que, pero ella solo estaba allí por dinero,
¿valía la pena arriesgarse? La respuesta vino tan inmediatamente como la
pregunta, por supuesto que sí. Ella no tenía nada, Maria, la mujer que la cuidó
y la salvó de morir en la calle ,había muerto hacía unos años. Tan solo estaban
los niños, Sisi y Aarón, y si quería protegerles no podía volver a estar con
ellos. No, no perdía nada si se arriesgaba por dinero, a ella no le hacía falta
pero a los chicos sí. Haría algo bueno con su desastrosa vida, que no todo
fuera muerte y delito.
La azafata sirvió la copa y le preguntó a sus dos compañeras, ambas
negaron con la cabeza despidiendo a la chica.
-no sabía que bebías-comentó Victoria
-no lo suelo hacer-y bebió un largo trago. Notó el sabor ácido en la
boca y luego el calor recorrerle la garganta.-¿no queréis?
-no me sienta bien-replicaron las dos a la misma vez
Shana las miró con extrañeza antes de volver a beber.
-¿qué vamos a hacer cuando lleguemos?
Antes de que Anya pudiera contestar se oyó por todo el avión la voz de
la azafata a través de megafonía.
-por favor, estamos apunto de aterrizar pónganse los cinturones y no se
muevan de sus asientos, notaran una leves turbulencias que terminaran en
seguida, perdonen las molestias .
-trabajar-contestó después de abrocharse el cinturón
-¿qué?
-¿trabajar?
Tanto Victoria como Shana la miraban estupefactas. Esta última se bebió
lo que quedaba del vodka antes de que comenzaran las turbulencias.
-¿por qué tenemos que trabajar?-preguntó especulando veinte mil respuestas diferentes. No había tenido un
trabajo honrado en toda su vida y no tenía pensado empezar ahora.
-eso ¿para qué?-replicó Victoria nada dispuesta a mover un dedo.
-creo que no os molestará hacer una parada antes de encontrarnos con
los Dragones Negros, tú quieres dinero y tú aventuras, tendréis de las dos
El aterrizaje empezó y las palabras quedaron para después.
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