lunes, 7 de enero de 2013

Capítulo 10 (seguimos en Francia, en busca de los Dragones Negros)


Hugo se frotó donde antes había tenido la herida. Ya no quedaba ni rastro de ella, tan solo el agujero en su camisa junto al desgarró del pecho. Prácticamente iba a medio vestir ¿quién sería esa chica? Todavía sonriendo se teletransportó en la habitación de Lázaro Deveroux, allí el demonio rebuscaba en cajones, mesas y sofás, destrozando todo a su paso. Sus manos se habían convertido en garras y sus ojos eran de color rojo carmesí . Al verlo se detuvo en seco.

-a..amo
-¿Qué está pasando?-inquirió Hugo mientras caminaba alrededor de la habitación, esquivó la pata rota de una silla y lo miró haciendo desparecer el color verde de sus ojos para sustituirlo por el mismo rojo carmesí que su súbdito.
-ha ocurrido algo
-eso ya lo veo, pero quiero saber qué
Las garras de Lázaro volvieron a convertirse en manos humanos. Respiró varias veces antes de atreverse a mirar a su amo y explicarle lo sucedido. Si se sorprendió por su vestimenta no lo demostró.
-el mapa a desaparecido-dijo sin más- hice todo lo que usted me dijo, amo, pero ya no está- lo miraba implorante, temeroso del castigo que recibiría-he venido a este sitio una vez al mes durante años y siempre con el mapa, lo guardé donde usted me dijo y lo han robado -hincó un rodilla en el suelo e inclinó la cabeza- nunca entendí mi misión pero se que he fallado, le prometo que lo recuperaré
Hugo le tocó el hombro y este alzó la cabeza.

-tu misión ha llegado a su fin
-¿qué quiere decir?- ¿iba a matarlo? Pensó desesperado el demonio inferior
-lo único que debe importarte es que eres libre
Lázaro no pudo articular palabra tras oír eso.
-he fallado en mi misión, no me merezco la libertad
Hugo volvió a pasear por la habitación y se detuvo en la ventana mirando la noche oscura. Pasaron los segundos y no dijo nada. Notaba  la tensión y el miedo de Lázaro, pero no hizo nada por remediarlo, un demonio no debía ser tan transparente ,y si lo dejaba libre debería aprender mucho en muy poco tiempo. Pensó si le beneficiaria mejor seguir teniéndolo entre su guardia. Más hacía ya mucho tiempo había echo una promesa, y la cumpliría. Se apartó de la ventana y lo miró con una sonrisa torcida.

-¿quién ha dicho que has fallado en tu misión?- dijo al fin
-pero, el mapa…
- el mapa está donde debe estar, ahora desaparece antes de que cambie de opinión

Lázaro se erguió con rapidez sin creerse su buena suerte. No comprendía cual había sido su misión en realidad, pero si su amo no pensaba darle más información y encima concederle la libertad, algo del todo inusual, no pensaba cuestionar nada.


-gracias, amo-dijo como despedida
Para sorpresa de Lázaro, Hugo rió.
-no me las des a mí, dáselas mejor….al destino
Después de esas palabras el demonio inferior desapareció. Dudaba de que volviera a verlo, y tampoco le importaba demasiado, tenía cosas que hacer. Llevó el dorso de la mano hacía su boca y se mordió usando los colmillos. Luego dejó caer la sangre sobre un trozo de espejo roto a la vez que decía:

-con la sangre reclamó un pago, una promesa echa, una promesa cumplida. Que el tiempo se pare y el cielo se abra , yo te invoco antigua Guardiana, el Destino nos llama.
La última gota de sangre roja calló y él desapareció. La oscuridad lo envolvió por poco tiempo, pequeñas luces fueron iluminándolo todo, eran estrellas. Una espesa niebla azulada y morada lo rodeó ,y sin saber como, le empujó. Calló sobre un asiento hecho de la misma niebla. Se relajó esperando. No podía decir ni hacer nada, esto era terreno de  ella.

-veo que has venido-afirmó una voz femenina desde su espalda. El sonido de su voz era suave y controlado. Sin mostrar ningún sentimiento. ¿pero acaso esa criatura tenía sentimientos?
-por supuesto ¿lo dudabais?
Se giró y allí estaba. La guardiana del destino. Una mujer hermosa, de piel perfecta, cabello lacio negro, un cuerpo delgado y equilibrado, sin ninguna  imperfección. Pero era tan hermosa como peligrosa. Una mujer traicionada, confinada al espacio, donde solo podía observar el mundo por esa bola de cristal que portaba en la mano.
-olvidas que lo se todo, pasado, presente y futuro- argumentó ella
-sí, pero el futuro es incierto, cambia a casa segundo ¿o me equivoco?
-no, no lo haces- admitió- ¿qué es lo que quieres saber? Tu visita a este lugar no estaba prevista tan pronto
Hugo sopesó sus palabras  antes de hablar.
-¿por qué hacer que encuentren el mapa?¿por qué no indicarles directamente su destino?
-aun no están preparadas, deben aprender a confiar entre ellas. Cada una tiene algo especial, algo que las diferencia y a la vez algo en común que las une, debemos esperar para abrir la puerta del pasado
-¿preparadas?-preguntó él-¿son varias?¿son mujeres?
La mujer entrecerró los ojos lanzándole una advertencia.
-esa parte del plan no te incumbe
Hugo no insistió, sabía que saldría mal parado si seguía por ese camino. Cambió de táctica.
-¿entonces solo queda esperar?
-para ti, sí-la bola brilló captando la atención de la mujer-ahora desaparece
No le dejo decir nada más. Extendió la mano y la cerró en un puño. Hugo volvió aparecer en la habitación que antes había sido de su súbdito. Suspiró frotándose la barbilla. ¿Qué había querido decir?. Hacer un trato con la Guardiana del Destino había sido muy arriesgado, pero valía la pena. Ella estaba tan deseosa de venganza como él.


Se teletransportó a su suite en el hotel más lujoso que había en París. Le gustaba la comodidad, y a lo largo de los años se había acostumbrado a vivir con ciertos lujos. Todo estaba apagado, ningún aparato o luz estaba encendida. El sonido que emitían los electrodomésticos era muy molesto para su agudo oído. Y en cuento a luz, no le era necesaria. Veía mejor en la oscuridad que con toda esa luz artificial a su alrededor.
Unas manos finas se posaron en sus hombros y bajaron hasta su pecho.

-te estaba esperando-le murmuraron al oído.
La mujer lo soltó y se paseó por delante de él enseñándole el camisón negro de encaje, el cual mostraba más de lo que tapaba. Suabes medias, también negras, le llegaban hasta el muslo y se ataban con unas ligas. La imagen de esa mujer demonio con el pelo negro rizado alborotado era irresistible, y ella lo sabía. Pero el empezaba a aburrirse. Siempre le pasaba igual.

-me he vestido para ti -dijo ella poniendo un pie sobre la cama y bajándose una media lentamente. Se quitó la otra media a la misma velocidad y con los mismo movimientos seductores sin apartar sus ojos de los de él.
-no recuerdo haberte llamado, Regina- dijo Hugo sin moverse del sitio, estaba disfrutando con las vistas .
-decidí tomar la iniciativa-bajó el pie de la cama y anduvo hacia él moviendo las caderas-me tienes abandonada-tocó su abdomen y fue subiendo mientras acercaba los labios a su cuello   .Le mordió con sus colmillos y luego chupó con la lengua las gotitas de sangre que salían.-ven conmigo, quiero jugar
Hugo la cogió por la cintura y la levantó hasta sus caderas, donde ella rodeó las piernas a su  alrededor. La besó con fuerza a la vez que ella arqueaba la espalda para acercarse más.  Regina era caprichosa y demasiado susceptible para su gusto  Era verdad que no había vuelto a ella desde hacia tiempo y si no se hubiera presentado ahí, no la habría vuelto a ver, tampoco le importaba demasiado. Ella era un demonio superior pero seguía comportándose como un recién convertido. Eso no le gustaba. Pero no podía negar que Regina era una acompañante de cama de lo más complaciente. La lanzó contra la cama con fuerza y sonrió al ver los ojos de ella brillar por el deseo. Se desabrochó la camisa con rapidez, al menos lo que quedaba de ella, pero mientras se la quitaba notó un liquido caliente correr por su abdomen. Era sangre. Su sangre. La herida que había recibido por parte de esa chica en el callejón se había vuelto abrir. No podía creerlo. Se tocó la herida y a sus dedos se quedó pegado una capa muy suave , casi invisible, de polvo blanco. Eso era magia de ángel.

-¿qué pasa?-preguntó Regina, por su tono de voz se notaba que estaba irritada por la pausa-terminemos lo que hemos empezado
Él la ignoró dándole la espalda. La herida se había vuelto abrir. No cesaba de darle vueltas y encima podía sentir el escozor de la magia blanca. Pero él recordaba que la chica lo había atacado con magia demoniaca. ¿Qué mierda estaba pasando? Regina saltó a su espalda hincándole las uñas en los hombros. No soportaba que no le prestaran atención. Él se deshizo de ella bruscamente.

-no te atrevas a rechazarme, me he pasado toda la noche esperándote- le amenazó
-Regina será mejor que te vayas
-¡no! No puedes dejarme así
Hugo cogió otra camisa y se la puso ocultando la herida.
-podrás terminar con cualquier otro, no sería la primera vez
-maldito cretino-sus ojos cambiaron al característico rojo de los demonios. Cuando él la siguió ignorando corrió para ponerse delante de él y arañarlo en la cara y los brazos en una rabieta. Hugo le pegó un empujón para apartarla e hizo que chocara contra la pared. Regina se relamió los labios esperando que él se acercara.

-sé que me deseas

Hugo perdió la paciencia. Ya había recibido bastantes ataques de mujeres por esa noche.

-fu-e-ra-su voz se convirtió en un murmullo amenazante que puso alerta a la otra demonio.
Estaba enfada, furiosa porque él la estaba tirando a un lado pero sobre todo porque quería acabar. Ese maldito demonio siempre hacía con ella lo que quería pero ella sabía que Hugo no estaba con otra, él era suyo y mataría a cualquiera que se acercase. Frustrada se marchó. Pero algún día él le devolvería todos esos desplantes. Oh, sí lo haría.

 Hugo se volvió a quitar la camisa cuando ella se marchó, la herida estaba tan abierta como en el callejón. Esto no debería estar pasando. Ahora debía ocuparse de la herida pero más tarde iría a por esa chica. Las cosas no podían quedarse así.


Cuando Shana despertó ya era bien pasada la mañana. Uno de sus mayores defectos era lo mucho que le costaba madrugar, pero no podía evitarlo, le gustaba dormir. Fue directa a la cocina para hacerse un desayuno que valía por tres. En el salón estaba Anya con dos mapas, el que consiguieron anoche y uno actual, comparándolos y tomando notas.

-¿has sacado algo?-preguntó Shana sentándose en frente
-algunas zonas, de momento sé que el cuartel central o como lo llamen ,está en París, pero aún me queda bastante trabajo, voy a estar entretenida durante un tiempo -apuntó algo en un folio aparte y le preguntó-¿qué has echo con el dueño del bar?
-lo tengo atado en la terraza, estoy esperando a que Lázaro se vaya de la ciudad para liberarlo
-¿no crees que es un poco arriesgado?, podría causarnos problemas
-ya lo he pensado pero creo que está bastante atemorizado, podemos esperar a que nos vayamos, por si acaso
-sí, será lo mejor
Shana asintió y fue hacía la terraza. El preso estaba atado de pies y manos y con una mordaza en la boca, la miraba con miedo y cierta rebeldía.

-tranquilo, solo vengo a traerte algo de comer-le desató la mordaza,las manos y le ofreció un bocadillo de lomo completo. El hombre se masajeó las muñecas, observando las cuerdas desatadas.
-¿no piensas que intentaré escaparme?-preguntó él con voz ronca.
Shana le pasó un poco de agua que el bebió con ansia.
-serías un estúpido si lo intentaras
Luego le dio el bocadillo que él miraba casi con la baba caída pero que no se atrevía a pedir.
-¿cuál es tu nombre?-le preguntó ella mientras se sentaba en el suelo y lo miraba críticamente.
-James
-y dime James,¿cómo es posible que puedas mover todo el brazo cuando yo te lo rompí por articulaciones anoche?-los ojos de Shana brillaban con furia. James en cambio se puso colorado de los pies a la cabeza intentando evitar su mirada.
-fue..fue la otra chica, la vampira,-tragó el bocado con fuerza y vio como descendía por la garganta-me recompuso los huesos y me dio un brebaje que me lo curó en un par de horas,-al ver la cara de pocos amigas de su captora añadió- dolió mucho
Shana inspiró y expiró varias veces antes de levantarse. Entró en el salón pero antes de cerrar la puerta le advirtió a James:
-sé que te he dejado desatado, si intentas escapar mueres, tú verás que eliges-y cerró de un portazo tan fuerte que la cristalera vibro peligrosamente.-¡Victoria!-gritó a pleno pulmón. Anya la ignoró como si del aire se tratara mientras entraba en el cuarto de la Shellam.

-¿qué ocurre con tanto grito?-preguntó Victoria
-¿por qué curaste al prisionero sin consultarnos?
-no ha echo nada, no se merece sufrir más de lo que ya lo hizo anoche-se defendió la otra sin alterarse
-la próxima vez te aconsejo que avises antes de decidir por ti misma que hacer y que no hacer-le dijo Shana dándole golpecitos con su dedo índice. Victoria entrecerró los ojos convirtiendo sus pupilas de nuevo en alargadas como las de una serpiente o un gato.
-no eres nadie para darme órdenes, podría matarte antes de que te de tiempo a sacar tu espada
Shana lo sabía muy bien pero tampoco era una niña indefensa que se echaba hacía atrás a las primeras de cambio.
-me gustaría ver como lo intentas-escupió entre dientes
Estaban con el cuerpo pegado y amenazante, Shana se erguía sobre Victoria debido a su estatura y la última levantaba la cabeza desafiante apunto de mostrar los colmillos, pero Anya impidió el combate cuando se levantó de un salto eliminando las tensiones entre ambas.

-lo tengo- exclamó con alegría-se donde encontrar a los Dragones Negros


***


De nuevo en un avión hacía Francia Shana le preguntó a Anya:
-¿algún día me explicarás cómo consigues los billetes tan rápidamente y sin documentos?
-lo dudo
-me vendría bien en un futuro
Anya negó con la cabeza medio sonriendo.
-¿qué hiciste con el dueño del bar?-preguntó cambiando de tema
-yo nada, fue Victoria
La aludida sentada al lado suya contestó:
-lo devolví a su bar, Lázaro ya se había ido dejando una habitación tan destrozada que apenas se podía entrar
Shana asintió mientras tocaba distraídamente el posabrazos del sillón. La azafata se acercó a ellas con una sonrisa tan grande que casi se le partía la cara en dos.
-¿puedo ayudarlas en algo?
-un vodka lima-dijo Shana de repente. No solía beber, ella siempre estaba atenta a todo lo que sucedía a su alrededor y cuando bebía sus sentidos se resentían y bajaba la guardia, pero quería calmar los nervios. ¿qué nervios?¿nervios de qué? Se preguntó. Quizás fuera porque estaba apunto de verse con una de las sectas más peligrosas y antiguas que existían. La Shellam podía defenderse, huir si hacía falta y Anya, ella era la que estaba dispuesta a arriesgarlo todo por Dios sabe que, pero ella solo estaba allí por dinero, ¿valía la pena arriesgarse? La respuesta vino tan inmediatamente como la pregunta, por supuesto que sí. Ella no tenía nada, Maria, la mujer que la cuidó y la salvó de morir en la calle ,había muerto hacía unos años. Tan solo estaban los niños, Sisi y Aarón, y si quería protegerles no podía volver a estar con ellos. No, no perdía nada si se arriesgaba por dinero, a ella no le hacía falta pero a los chicos sí. Haría algo bueno con su desastrosa vida, que no todo fuera muerte y delito.
La azafata sirvió la copa y le preguntó a sus dos compañeras, ambas negaron con la cabeza despidiendo a la chica.
-no sabía que bebías-comentó Victoria
-no lo suelo hacer-y bebió un largo trago. Notó el sabor ácido en la boca y luego el calor recorrerle la garganta.-¿no queréis?
-no me sienta bien-replicaron las dos a la misma vez
Shana las miró con extrañeza antes de volver a beber.
-¿qué vamos a hacer cuando lleguemos?
Antes de que Anya pudiera contestar se oyó por todo el avión la voz de la azafata a través de megafonía.
-por favor, estamos apunto de aterrizar pónganse los cinturones y no se muevan de sus asientos, notaran una leves turbulencias que terminaran en seguida, perdonen las molestias .
-trabajar-contestó después de abrocharse el cinturón
-¿qué?
-¿trabajar?
Tanto Victoria como Shana la miraban estupefactas. Esta última se bebió lo que quedaba del vodka antes de que comenzaran las turbulencias.
-¿por qué tenemos que trabajar?-preguntó especulando veinte mil  respuestas diferentes. No había tenido un trabajo honrado en toda su vida y no tenía pensado empezar ahora.
-eso ¿para qué?-replicó Victoria nada dispuesta a mover un dedo.
-creo que no os molestará hacer una parada antes de encontrarnos con los Dragones Negros, tú quieres dinero y tú aventuras, tendréis de las dos
El aterrizaje empezó y las palabras quedaron para después.

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